Dos adultos mayores se graduaron en la UNLaM y cumplieron un sueño

Con 79 y 80 años, Raquel y Raúl se recibieron de abogados en esta Casa de Altos Estudios.

Siempre hay tiempo cuando alguien anhela cumplir un sueño. Para los flamantes abogados de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) Raquel Matzner (79) y Raúl Osvaldo Iglesias (80), haber recibido un título resulta un ejemplo para las otras generaciones de futuros colegas con que compartieron la cursada. Con perseverancia, esfuerzo y horas frente a libros y pantallas, ambos alcanzaron esta meta en una etapa de la vida en la que, como señaló la vecina de Ramos Mejía, “hay que dejar atrás el miedo a lo desconocido y disfrutar de lo que se quiere hacer”.

En este sentido, Raquel empezó a cursar en 2006 la carrera, con la cual aprendió “mucho de la gente joven porque es muy práctica y te tratan con cariño”. Hoy, tras años de rendir parciales y finales le llegó el premio del Diploma, fruto de que “uno puede hacer de lo imposible, lo posible”. Luego de la crisis del 2001, su hijo menor se fue a vivir a Canadá, pero, antes de partir, la incentivó a culminar los estudios; primero terminó el secundario en la modalidad nocturna para, más tarde, realizar el curso de ingreso a la UNLaM y dar así el primer paso en la vida universitaria.

“Todo es actitud y, pese a que llegamos a una determinada edad biológica, nos sentimos internamente de otra edad, y la UNLaM nos dio ese lugar para poder desenvolvernos”, remarcó quien, además, se recibió de procuradora hace algunos años, y agradeció el apoyo brindado por esta Casa de Altos Estudios a través de la Dirección de Bienestar Estudiantil y el Departamento de Derecho y Ciencia Política.

Asimismo, y a pesar de los miedos y altibajos que se presentan durante la carrera, para ella “hay que dejarlos de lado y empezar a disfrutar de lo que uno hace”, porque es más fuerte la necesidad de ampliar conocimientos, según relató con una enorme emoción y satisfacción en la antesala de una nueva Ceremonia de Colación. Con el título de abogada en mano, anticipó que seguirá especializándose en derechos laborales y, en especial, en todo lo que atañe a los seres humanos, de modo tal de “vincular los derechos naturales con los que impone la sociedad”.

Por su parte, Raúl resaltó que, gracias a su paso por esta Universidad, se podrá ubicar mejor en lo que respecta a la disciplina, por lo enriquecedor que resultó el recorrido académico y por los aportes que le brinda a su trabajo como perito judicial. Con tres títulos de Ingeniería en su haber y desde unos días también el de Abogacía, el vecino de Lomas del Mirador resaltó que “es imprescindible la perseverancia y el trabajo duro”, y, de este modo, “todo es posible, aunque para lograrlo es necesario dedicación, esfuerzo y constancia”, ponderó quien insta a sus hijos y nietos a seguir estas premisas. 

En ese sentido, recordó la rutina que implementaba después de su trabajo, cuando se acostaba pocas horas para, luego, levantarse a estudiar entre las dos y las siete de la madrugada, y poder así afianzar el conocimiento. “Si el abuelo comenzó a los 70 y terminó a los 78, todo es posible”, pregona entre sus familiares y quienes comparten su actividad diaria. Finalmente, el flamante abogado bregó porque los adultos mayores busquen tener espíritu de sacrificio y hagan esfuerzo para empezar ya que luego, “con la constancia y las repeticiones, todo puede entenderse y las ideas brotan solas”. 

Matzner e Iglesias son dos de los tantos estudiantes de la tercera edad que pasan a diario por las aulas de la UNLaM, ya sea para cursar una carrera de grado o bien para realizar algunos de los cursos de extensión universitaria. Porque nunca es tarde para empezar y el saber no ocupa lugar.