Alcohólicos Anónimos: “Vivir 24 horas, un día a la vez”

Miembros de Alcohólicos Anónimos sede San Justo compartieron sus experiencias e invitaron a todo aquel que busque una ayuda para su enfermedad.

Todos los días en Monseñor José Francisco Marcón al 2.637, San Justo, se desarrolla una comunidad de personas que buscan "mejorar su vida, un paso a la vez". Se trata de un grupo de personas que en Alcohólicos Anónimos comparten experiencias, fortalezas y esperanzas para resolver su problema en común y ayudar a otros a recuperarse de la enfermedad que enfrentan: el alcoholismo. 

Alcohólicos Anónimos presenta como único requisito para ser miembro el dejar la bebida. No se pagan derechos de admisión o cuotas, sino que la organización se mantiene por la colaboración de cada uno de sus integrantes, quienes tienen como objetivo primordial mantenerse sobrios. En la sede de San Justo, Horacio y Manuel acompañan estas y todas las premisas que predica la organización con el fin de aprovechar las 24 horas de cada día. "Un paso a la vez", replican como un mantra.

De esta manera, se llevan a cabo reuniones abiertas, que pueden ser de información general al público o visitas de profesionales y medios de comunicación, o reuniones cerradas, que son únicamente para los miembros en recuperación. 

De acuerdo al relato de Horacio a El1, estos encuentros duran alrededor de dos horas durante las cuales se lee literatura y se tratan las adicciones de cada persona. “Cuando recibimos a un compañero nuevo, se le da ese mensaje de fe, fortaleza y esperanza de que se puede vivir una vida feliz y útil”, comentó. 

En un principio, Horacio no tenía conocimiento del alcoholismo como enfermedad. Por eso, un día, después de haber tocado “fondo total”, al punto de decir que “no quería vivir más esta vida ingobernable”, llegó a Alcohólicos Anónimos. Allí, tras leer, entender y seguir los doce pasos de recuperación, pudo “largar todo eso” que uno lleva dentro. 

Para el alcohólico en recuperación, la principal sugerencia de los compañeros es decir “no a la primera copa”, porque, si no hay primera copa, no hay segunda, no hay tercera ni cuarta. “Pero esto es solo por 24 horas. Un día a la vez. Vivimos por 24 horas. El pasado, pasó. Mañana, es incierto”, reflexionó. 

Del mismo modo, Manuel explicó que entender que lo que tenía era una enfermedad, que se manifiesta por la pérdida de control sobre el alcohol, fue el primer paso. A partir de eso, la enfermedad “queda detenida”, como una alergia física. Lo importante, para él, fue seguir el programa de recuperación, no solo para dejar la bebida, sino para desarrollarse en la vida a través de la espiritualidad, que contiene distintos valores: honestidad, honradez, humildad, templanza y gratitud. 

“Tenemos tradiciones. El anonimato es la base espiritual de todas las tradiciones. Esto quiere decir que lo que hablamos, decimos y oímos en esta reunión queda dentro de esta reunión; no puedo romper el anonimato de mi compañero, ni siquiera afuera”, señaló.

Al igual que Horacio, Manuel llegó a Alcohólicos Anónimos tras tocar fondo y creer que no existía una salida. Por eso, ambos coincidieron en que se puede vivir una vida felizmente sin beber alcohol para lograr reinsertarse en la sociedad. Esa misma sociedad que, en un principio, habían rechazado.