Ludopatía y apuestas digitales, un síntoma de época

El psicólogo Giancarlo Quadrizzi analizó al aire de Radio Universidad la proliferación de esta problemática. “Estamos frente a un problema que está instalado”, alertó.

Por Giancarlo Quadrizzi*

Es una imagen que se repite cada vez más. No respeta franjas etarias, aunque caló hondo entre jóvenes y adolescentes. La proliferación de las páginas de apuestas, impulsada muchas veces en redes sociales y por los influencers, puso de manifesto una problemática de época: la ludopatía.

Sin dudas, la ludopatía y las apuestas digitales son un síntoma de época. Si uno elabora un diagnóstico nos deja en una situación de impotencia ante la problemática y a pesar de que uno se puede hacer varias preguntas para saber si nuestros hijos son o no son ludópatas, queda la sensación de que ya es un poco tarde.

Si esa persona adolescente que vive con nosotros vive encerrada en su habitación, deja de vincularse con sus amigos, empieza a tener conductas raras con el dinero evidentemente estamos frente a un problema que está instalado.

Cuando uno juega apostando independientemente de la disciplina en la que apueste lo importante ahí es ganar esa apuesta y más allá de la cantidad de cuestiones que puedan pasar dentro de un juego, todo se reduce a ganar o a perder. Me animaría a decir que en realidad todo se reduce a ganar y sino ganás habrá que volver a jugar hasta poder ganar alguna vez y así entramos en esta especie de espiral imparable.

Las características que debe tener un juego para que sea serio es que la finalidad de ese juego sea el de jugar, que empiece y termine en eso, por eso uno tiene tan buenos recuerdos de los juegos de su infancia, porque uno sabía que empezaba y terminaba jugando y no en otra cosa”.

Resulta interesante pensar cuantas oportunidades les damos a nuestros niños y a nuestros adolescentes de tener un juego en donde ellos sean los protagonistas, en donde todo lo que se ponga en juego esté mediado por su imaginación, por su interacción con el otro como otro real y concreto con capacidad de intervenir y modificar el juego y no como otro que está en alguna pantalla y que seguirá en su juego más allá de lo que yo haga.

Creo que debemos cuidar muy bien esos pocos espacios de juegos que quedan para hacerlos crecer y para que a partir de esta capacidad de jugar el niño o el adolescente se enfrenten al juego de otro modo e incluso puedan evitar el tema de la apuesta, si nos diéramos el tiempo y el lugar para jugar con eso ganaríamos bastante”.

*Licenciado en Psicología (MP 81.769).