El diálogo y la comunicación: los desafíos de promover vínculos saludables en las familias
El psicólogo Giancarlo Quadrizzi analizó al aire de Radio Universidad la lógica de los debates y el desarrollo de los conocimientos entre adultos y jóvenes.
Por Giancarlo Quadrizzi*
El valor etimológico del diálogo implica construir un logos a través del decir de una persona, que es escuchada por otra que toma aquello que dice. Esta construcción en una relación entre el diálogo entre dos personas con el logos en el medio es el conocimiento y el saber.
En este contexto es necesario mencionar la lógica del debate, donde no se trata de construir un saber entre las personas participantes, sino de convencer a quienes está dirigido ese debate de que una de esas personas tiene razón y que su saber sirve. Para eso existe la argumentación, que en este caso está orientada a la comprensión del otro o a la imposición del pensamiento de uno de los participantes hacia el otro.
Sin embargo, actualmente, no existe el debate, sino la lógica de la cancelación que viene a romperlo. En el debate, el otro sigue siendo un legítimo al que yo debo argumentar y convencer. Ahora, estamos en un momento en que el otro empieza a desvanecerse: ¿para qué voy a hacer partícipe del debate a otra persona si la puedo cancelar?
Diálogo y comunicación: ¿es lo mismo?
La comunicación es un proceso mucho más básico que el diálogo. Por ejemplo, si entro a mi casa y no saludo a nadie, estoy comunicando que no me interesa hablar. Para transformar eso en un diálogo que incluya al otro y permita mi expresión pero sin eliminar al otro, tengo que avisar que, por algún motivo, no tengo ganas de hablar.
Eso ya abre el diálogo para que la otra persona, por lo menos, me pregunte qué me pasa. En ese caso, ya se registra el diálogo porque el otro es implicado en mi enunciación y en el contexto en el que estamos hablando. Se genera un ida y vuelta que no se cierra.
No obstante, el diálogo presenta un montón de desafíos. Se da por hecho que existe naturalmente, que no es condicionado por formas de comunicación social como pueden ser el predominio de las redes virtuales, por un lado, o la exacerbación de discursos de odio, por el otro. Eso no tiene nada que ver con el diálogo, sino con la negación del otro, y ese es el discurso que está predominando en muchos campos.
Con semejantes reacciones del mundo de los adultos, es difícil que los jóvenes no nieguen al otro, se acepten a ellos mismos y sus emociones y las puedan poner en diálogo con otras personas.
Espacios de diálogo
Por esta razón, el año pasado hemos compartido los diálogos intergeneracionales para la promoción de la salud adolescente, una iniciativa que llevamos adelante desde la Confederación de Adolescencias y Juventudes de Iberoamérica Italia y el Caribe. Entendimos la importancia del diálogo entre las distintas generaciones para la construcción de políticas públicas en referencia a la temática adolescente, de manera que se escuchen sus palabras y pensamientos. La consigna fue muy sencilla: ¿qué educación sexual integral necesitamos para prevenir los embarazos no intencionales en la adolescencia?
Desde la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM), específicamente desde la Escuela de Artes y Medios de Comunicación, trabajamos en conjunto con la Universidad Autónoma de Bucaramanga, de Colombia, con los estudiantes de una franja etaria de 18 a 22 años para generar una campaña de bien público.
Una de las principales cuestiones que se abordó fue la necesidad de que las familias participen de los procesos de educación sexual integral, de manera de achicar la brecha que hay entre los adultos quizás de una generación analógica con otra que tiene un mundo mucho más accesible. Por eso se habla de que el diálogo requiere de la participación de la familia y de su inclusión en los distintos espacios.
Estos espacios se pueden generar en los almuerzos o cenas familiares, como también en el mundo virtual, de manera que se establezca un diálogo donde se puede manifestar lo que uno siente. Siempre con el fin de que la conversación quede abierta.
*Licenciado en Psicología (MP 81.769).