La adicción al juego afecta cada vez más a los jóvenes y niños
Las apuestas en línea son una peligrosa tendencia que engrosa la lista de actividades adictivas. Los jóvenes, sus principales víctimas.
Se tornó habitual escuchar casos de menores involucrados en deudas astronómicas por apuestas en juegos de azar. La irrupción de las plataformas de apuestas significó un fácil acceso a este tipo de pasatiempos que pueden terminar muy mal. Por eso, el coach internacional José Héctor Jaimes alertó sobre la ludopatía, la adicción al juego que amenaza, sobre todo, a la población joven.
En Radio Universidad, Jaimes planteó que “la ludopatía es un problema muy grave”, que está afectando a los jóvenes, porque cuentan con un acceso rápido a un celular y pueden automáticamente apostar.
Es que, si bien la ley prohíbe que los menores de 18 años hagan apuestas por dinero, los interesados falsifican datos para ingresar sin problemas y pagan con las tarjetas de sus padres.
“El juego es una forma de satisfacción inmediata”, sostuvo Jaimes, y explicó que se trata de un mecanismo para tapar cuestiones internas que afectan al individuo. Por eso es fundamental que, ante esta tendencia, se recurra a un profesional.
Jaimes definió que un ludópata es “alguien que no puede darse cuenta de los que le pasa”. Entonces, no puede pedir ayuda para salir de su situación.
El especialista también se refirió a “la publicidad agresiva” de las plataformas para fomentar el juego y que, en muchos casos, son protagonizadas por influencers o famosos.
Creencias limitantes que derivan en el juego compulsivo
En otro tramo de la charla por Radio Universidad, el coach internacional José Héctor Jaimes se refirió a los estados de angustia o frustración de las personas como motivadores de la conducta adictiva.
“Son los mandatos limitantes, es la imagen del elefante del circo atado con una cadena. El animal no se mueve, no rompe aquello que lo limita, no porque carezca de fuerza suficiente, sino porque se acostumbró a esa realidad”, planteó, y explicó que eso mismo ocurre con el ser humano.
“Las creencias limitantes que te van poniendo desde que sos muy chiquito perduran, aunque sabés que te la impusieron. Esos mandatos o creencias impiden el normal desarrollo en plenitud de la persona y generan frustración”, afirmó el especialista.