El peronismo, una revolución de la dignidad
Carlos “Pancho” Gaitán, exmiembro de la conducción del Movimiento Peronista Revolucionario, visitó a Juan Domingo Perón en Puerta de Hierro. En Radio Universidad, reflexionó sobre el significado de la palabra “revolución”.
Por Carlos “Pancho” Gaitán*
Soy hijo de un hogar de trabajadores, obreros. Tuve la oportunidad, por razones meramente generacionales, de conocer lo que se llamó el preperonismo, o sea, cómo era nuestro país antes de Perón. Porque algunos creen que la Argentina preperonista era la de 1910, en el Centenario, que tiraban manteca al techo. Y que era un país de ricos, pero con muchos pobres, un país de vacas gordas y peones flacos.
Entonces, nosotros éramos parte de los peones flacos. La verdad es que los trabajadores de aquel tiempo no solamente vivíamos bastante mal, sino que no había una práctica de defensa de los intereses de los trabajadores en serio. ¿Había legislación del trabajo? Sí había legislación. Pero no había ningún tipo de política práctica, ejecutiva, que defendiera los intereses de los trabajadores.
En cambio, a partir de la existencia de Perón y de la Secretaría de Trabajo y Previsión, esas políticas se hicieron. Perón generó, primero, una participación de los trabajadores en la cosa pública. Fue la nacionalización de los trabajadores en la cosa pública.
Con un detalle que no es mínimo y que fue una suerte de revolución de la dignidad. Porque Perón fue la dignidad de los trabajadores. Un trabajador de la industria naval, que fue mi gremio, me decía: yo en la fábrica, yo en el taller, hasta que apareció Perón, era una porquería. Era un obrero especializado, un tornero. Sin embargo, él, con esa definición, decía que no era considerado ni siquiera como persona humana. A partir de Perón, decía, yo fui un señor.
El cambio como la revolución
Lo que pasa es que, en realidad, el término revolucionario para el peronismo era el cambio. En esto hay una confusión, o una reubicación del término en función de la práctica. Hay quienes confundieron revolución con violencia. Y la revolución o el cambio no es necesariamente violento.
Porque ha habido cambios, incluso en contra de nosotros, cambios revolucionarios. Por ejemplo, el cambio que produjo (el ministro de Economía de la última dictadura) José Alfredo Martínez de Hoz fue un cambio revolucionario. ¿Por qué? Porque hubo un cambio. En ese caso podríamos decir que es contrarrevolucionario. Conservador, un cambio en contra de los intereses populares.
*Exmiembro de la conducción del Movimiento Peronista Revolucionario