Argentina está sobreactuando y eso nos expone a peligros
Por Radio Universidad, Alejandro Laurnagaray de Urquiza, licenciado en Relaciones Internacionales y especialista en Geopolítica y Estrategia, se refirió al conflicto entre Israel e Irán. Su análisis de la postura del Gobierno de Javier Milei.
Por Alejandro Laurnagaray de Urquiza*
Desde el punto de vista del interés nacional y desde la visión argentina, tanto histórica como actual, es un error estratégico: la postura general de alineamiento automático nos expone a una posible violencia o agresión. No solo de atentados, sino por lo que puede implicar pararnos o alejarnos de lo que es el mundo hoy. El mundo no es el de los ´90s, donde EE. UU. era la súper potencia mundial.
El mundo es anárquico en términos de sistema internacional porque no hay un gobierno mundial, más allá de que estén las Naciones Unidas. Incluso, el alineamiento automático del menemismo nos hizo mucho daño. Hoy, el mundo es distinto, es multipolar. Es diferente. Está en disputa. Estamos en una situación de preguerra mundial. Si no estamos en un conflicto abierto a nivel mundial, es porque todavía funciona la disuasión nuclear: las grandes potencias se temen y desconfían entre sí y generan conflictos indirectos para buscar sus intereses particulares como potencia.
Argentina: sobreactuación, peligros y dilemas
Pero Argentina está adoptando el interés de terceros como si fuera el interés propio. Entonces, se deja de lado el interés nacional y adopta el de política exterior de EE. UU. e Israel como si fueran propios. Eso te expone a muchos daños. Entonces, además hay problemas externos.
La política exterior argentina tiene varios dilemas, fueron posiciones pendulares a lo largo de la historia. Podemos decir que se puede tener una política exterior con ciertos niveles de autonomía o una dependiente. Hoy, adoptamos una política exterior dependiente de EE. UU. y de Israel. Esto es prácticamente nuevo.
En el segundo caso, es más afín, por una cuestión personal, espiritual. El Presidente Javier Milei tiene un fanatismo religioso por Israel y deja de lado a su propio país. De todas formas, ya conocíamos esa característica de no tener afinidad con su país, desde hace años. No sorprende.
Otro de los dilemas es la visión panamericanista o latinomericanista. La primera es la visión estadounidense de la región: la cuestión del patio trasero y América central bajo el ala de EE. UU.
Por otro lado, existe una visión de unidad latinoamericana de negociar en bloque, de fortalecer la CELAC, el Mercosur y otros organismos. Hoy sabemos cuál es la postura en este dilema de Argentina bajo el Gobierno de Milei.
Postura añeja, distopía y la internacional reaccionaria
Después está la visión unipolar del mundo y la multipolar. El Gobierno adopta la visión añeja, que es la primera. Esa ya no existe más. EE. UU. ya no dirige los destinos del mundo, sino que se está reacomodando estratégicamente en un multipolarismo. Está China, Rusia, todo un bloque euroasiático, el bloque occidental, el mundo musulmán y otros poderes como la India. Y Argentina adopta una postura que ya no existe.
La visión del Gobierno es totalmente distópica. No existe. Tiene que ver con la internacional reaccionaria. Es otro panorama, no una institución. Pero a la vez es un hecho social que se percibe en el mundo. Son estos personajes y dirigentes que quieren refundar las políticas exteriores y nacionales a partir de planteos opuestos a los avances sociales.
Vienen a romper todo este mundo que se está conformando. Generan mucho daño en los países donde gobiernan. Y toman distintos matices según el país donde están, porque estuvo Jair Bolsonaro, Donald Trump. Pero el líder de Argentina es opuesto al nacionalismo, con una visión entreguista que, en términos coloquiales, se le dice cipaya.
El mundo está en guerra
Hace unos años hablábamos de conflictividad diplomática, pero hoy estamos prácticamente en un mundo con conflicto bélico. Se observa en toda la franja geopolítica del borde euroasiático, Europa del Este y Medio Oriente. Y si vamos al sur del Mar Meridional de China, ahí podemos tener un conflicto bélico en pocos años si no se resuelven algunas cuestiones. El mundo está en guerra. De hecho, el Papa Francisco señaló que estamos en una Tercera Guerra Mundial por partes. Es verdad.
Por otro lado, uno puede tener una afinidad y decir que apoya a determinado sector. Es válido estar del lado de Occidente. Pero Argentina está sobreactuando y eso nos expone a peligros. Se puede respaldar el derecho de Israel a defenderse luego de los ataques del 7 de octubre, se puede llamar a negociación para que regresen los rehenes detenidos por Hamás o pedir que se cuiden los civiles. Como hizo la enorme mayoría de la comunidad internacional.
Incluso EE. UU., el 26 de marzo, se abstuvo en el Consejo de Seguridad de la ONU, cuando se reclamaba un cese al fuego a Israel. Hace unos días, Israel estaba totalmente solo y aislado. Y Benjamin Netanyahu estaba debilitado a nivel interno y externo. Porque la presión, incluso de EE. UU., para que detenga las matanzas en Gaza era para que se siente a negociar y hubiera un alto al fuego inmediato. Pocos días después, Israel realizó el ataque al consulado en Damasco (Siria) y ahora tenemos esta situación con el ataque de Irán.
Fue un ataque medido, avisado por distintas fuentes a EE. UU. a través de Suiza, de Turquía y de países árabes. Fue a dos bases militares con daños limitados. Y se le dio a Israel el tiempo y la información para prevenir y limitar el daño. Esto no se dice, pero es así. Cuando uno quiere hacer realmente daño, no avisa.
El mundo está expuesto a una conflictividad creciente diplomática, económica, militar y comercial por distintos flancos. Argentina, sobre todo desde los ´90s, ha tenido preocupación con posibles atentados terroristas.
Un conflicto comprendido de manera parcial
Las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia siempre están monitoreando y cuando sube la conflictividad en alguna parte del mundo se elevan los recaudos frente a posibles atentados. Pero si en esta situación se sobreactúa... porque una cosa es adherir y otra es autorizar un comité de crisis.
También dio una conferencia el embajador de Israel. El Presidente dijo que iba trasladar la embajada a Jerusalén. Además, acá se está actuando como si fuera una potencia. Y Argentina no tiene esa potencia militar ni la capacidad de defenderse ante una amenaza. El Gobierno no comprende el conflicto en Medio Oriente, ni la guerra en Gaza ni la historia. Ni la realidad de Medio Oriente ni cómo se involucra EE. UU, que también se mueve de manera pendular.
Barack Obama firmó un acuerdo con Irán. Luego, Donald Trump lo dio de baja. EE. UU. define su política exterior en base a sus intereses. Entonces, los aliados con desconocimiento, incluso de la política exterior de EE. UU. de Israel y de Irán, dan pasos en falso. Y luego se sufren las consecuencias por obrar mal por falta de conocimiento y de preparación. Ninguno de los que se juntaron en la mesa del Comité de Crisis comprende el conflicto de Medio Oriente. Se salió a sobreactuar y a exponerse a un daño.
Este conflicto en Gaza y la situación entre Israel e Irán son hipótesis de conflicto que se vienen estudiando y ejercitando en juegos de guerra con ejercicios militares hace años. EE. UU., Israel e Irán se vienen estudiando. Y acá se está jugando al TEG y no hay fichas. Los errores en política exterior se pueden pagar muy caros y la historia ha dado muchos ejemplos. Yo creo que el Gobierno no debe haber entendido cómo fue la magnitud del ataque de Irán ni cómo se manejó la estrategia de Israel. Y se está avanzando de forma ciega hacia un paredón.
La política exterior y las relaciones internacionales tienen que manejarse con mucho cuidado. Y como conocemos al Gobierno y al Presidente por cómo se ha expuesto, hace años, esto de ninguna manera nos va a traer algo positivo. Diría que todo lo contrario. Es negativo y es malo para la Argentina porque no se están cuidando los intereses nacionales de la población y se están priorizando los intereses de los ultraderechistas del Gobierno de Israel, que están debilitados interna y externamente.
*Licenciado en Relaciones Internacionales y especialista en Geopolítica y Estrategia