En el Día del Trabajador, la Economía Popular pone sobre la mesa sus propuestas, perspectivas y demandas
El presidente del INAES, docente y militante del Movimiento Evita, Alexandre Roig, se refirió a las principales demandas del sector en el contexto actual y, también, planteó cuáles son las líneas centrales del proyecto que motoriza.
Sin lugar a dudas, la Economía Popular está dando muestras de un sensible crecimiento. Es que el cooperativismo y el asociativismo, lejos de ser un invento reciente, es parte de una cultura que avanza a pasos firmes desde hace décadas. Ahora, las propuestas que han encontrado, de forma paulatina, espacios centrales en la gestión, también tienen mayor protagonismo en la arena política. Sucede que este sector engloba, según señaló el presidente del Instituto Nacional de Asociativisimo y Economía Social (INAES), docente y militante del Movimiento Evita, Alexandre Roig, a partir de datos oficiales, a casi 3.200.000 personas en todo el país. Sin embargo, en diálogo con El1 Digital, resaltó que esa cifra podría trepar a casi seis millones con los datos que se recaban por fuera de los registros. Es decir, en el territorio.
En la figura del titular de la histórica institución se congregan aristas fundamentales que le permiten acercarse a estas problemáticas desde miradas que se complementan. Por un lado, la militancia. Y, a la vez, la perspectiva académica, donde cuenta con una trayectoria destacable. En su currículum se destaca: doctor de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales en Sociología Económica del Desarrollo (Francia), máster del Instituto Universitario de Estudios sobre el Desarrollo de Ginebra (Suiza), máster en Ciencia Política de la Universidad de Toulouse (Francia) y diplomado del Instituto de Estudios políticos de Toulouse (Francia).
A partir de sus investigaciones y la fuerte tarea territorial, planteó una definición de Economía Popular: “Es el conjunto de actividades de trabajo, de producción, que nuclea a las personas que generan su propio trabajo, que no están en relación de dependencia (no tienen patrón) y, a su vez, no tienen instituciones que les permitan valorizar su trabajo y su producción”.
“En ese sentido, claramente es un sector que va a ir creciendo. Esto es así porque la lógica de organización del capitalismo financiero, y más ahora en su etapa tecnológica de capitalismo de plataforma, hace que se destruya, cada vez más, el trabajo en relación de dependencia”, pronosticó. A su vez, este espacio cada vez más pujante y con mayor participación en la economía, debido a expansión, trae consigo una serie de planteos que buscan encontrar herramientas institucionales que continúen alentando el círculo virtuoso.
“Las demandas centrales del sector están vinculadas a, justamente, generar los mecanismos para tener formas legales adaptadas a su realidad productiva y organizativa”, señaló Roig. En esta categoría, puede detallarse el pedido de la modificación del sistema de cooperativas y del Monotributo Productivo. “La segunda reivindicación es en términos de acceso a recursos, tanto desde el punto de vista de políticas que valoricen el trabajo y la producción, como lo es el Potenciar Trabajo, pero, también, otras herramientas”, amplió.
De forma paralela, sobre la mesa también colocan las reivindicaciones “de derechos específicos”, marcó, y enumeró: “Los pueblos originarios, la propiedad comunitaria como forma legal de propiedad reconocida y que se reconozca el carácter gremial de la UTEP, entre otros puntos”. “Es una batería de demandas que nuclean las dimensiones laborales, jurídicas, productivas, financieras. Pero, en términos generales, más allá de eso, que son un conjunto identificado de pedidos, hay un proyecto político que se pone en juego y que se define básicamente por el lema de ´Tierra, Techo y Trabajo’, pero también de transformar: ‘De la periferia al centro y de abajo hacia arriba’”, concluyó.