A 50 años del crimen de Arturo Mor Roig, el exministro de Lanusse que fue acribillado en La Matanza

El asesinato fue en julio de 1974, en un restaurante ubicado en el centro de San Justo.

Corría el año 1974. Lunes, 15 de julio. Habían pasado exactamente dos semanas del fallecimiento del general Juan Domingo Perón, tres veces presidente. La cantina Rincón de Italia, ubicada en la localidad matancera de San Justo, estaba colmada. Allí, estaba él. Era habitué. Lo acompañaban dos ejecutivos de la empresa metalúrgica en la que entonces se ganaba la vida como asesor legal. Arturo Mor Roig ya estaba alejado de la actividad política y pública. No era funcionario. Tampoco continuaba afiliado al radicalismo.

Pasadas las 14:25, estacionó en la puerta del restaurante un Fiat, posiblemente modelo 1500, color rojo. Adentro había cuatro personas. Minutos más tarde de haber ingresado al local, dos de los jóvenes se pararon. A corta distancia, lo acribillaron a disparos. Murió instantáneamente. Su cuerpo quedó sobre la mesa. Los asesinos se subieron al auto y desaparecieron. Una vez en el Instituto de Cirugía de Haedo, le hicieron la autopsia. Tenía 32 impactos de bala.

Una línea testimonial

En el cuarto volumen de la obra testimonial de Martín Caparrós y Eduardo Anguita, “La voluntad”, se menciona un diálogo que vale la pena retomar. Se trata de una conversación entre un militante montonero y Roberto Quieto, uno de los líderes de la organización:

-Compañero, yo quería hacerle una pregunta.

-Diga nomás, diga, compañero.

-No, yo quería saber por qué fue que ajusticiamos a Mor Roig.

Quieto se restregó las manos y trató de mantener el mismo tono de voz:

-Bueno, es muy simple. La organización considera que hay traiciones que no pueden olvidarse, y ha dictado una serie de sentencias a determinada gente que ha participado en situaciones clave. En este caso, la de Mor Roig era por haber participado, como ministro del Interior, en la masacre de Trelew, con la muerte de 16 de nuestros mejores compañeros.

Parte de su actividad política

Durante la presidencia de facto de Alejandro Lanusse, período comprendido entre 1971 y 1973, Mor Roig ocupó el cargo de ministro del Interior, lo que causó un gran revuelo en la Unión Cívica Radical que, parcialmente, se oponía.

El 15 de agosto de 1972, se produce la huida de un grupo de militantes detenidos en el penal de la localidad de Rawson. El plan era escapar en camiones hacia el aeropuerto. Solo seis lo lograron, mientras que 19 de ellos fueron trasladados a la base Almirante Zar de la Armada. Días después, el 22 de agosto a la madrugada todo cambia cuando llega la orden del fusilamiento.

Un análisis de la época

En comunicación con El1, el excomandante del ERP, periodista y escritor Eduardo Anguita realizó un análisis sobre la época. Así, reflexionó que “se vivía un clima extremadamente violento”. “La violencia contra la izquierda revolucionaria, tanto peronista como no peronista, era feroz”, recordó.

En ese marco, planteó que Mor Roig “fue ministro del Interior en una dictadura sangrienta”. “Quedó muy desprestigiado y Alfonsín solicitó la expulsión del partido por prestarse a la dictadura”, relató. A su vez, comentó que “también hubo otros radicales que se sumaron a la dictadura de Lanusse”.

En esa línea, insistió en que “él no se desafilió del radicalismo voluntariamente”, sino que “fue desafiliado por la conducción”. “Mor Roig no dijo ‘me alejo del partido’, lo alejaron”, remarcó y aseguró que “no lo expulsaron como pidió Alfonsin”.

“Que haya sido un colaboracionista tampoco quiere decir que el asesinato cayera bien dentro del peronismo revolucionario porque no fue una muerte en combate”, agregó. Además, rememoró que, en aquel entonces, había un cántico: “Oy oy oy, vivan los Montoneros que mataron a Mor Roig”.

En ese sentido, alegó que “si uno se pone a buscar, la cantidad de asesinatos y torturas que se dieron mientras era ministro es abrumadora”. “No creo que haya habido una sentencia de muerte por el fusilamiento de Trelew, Mor Roig formó parte de un gobierno criminal y, siendo radical, es doblemente vergonzoso porque muchísimos radicales también fueron perseguidos”, sumó.

Gentileza de Adrián Pignatelli.

Fuentes: La Voluntad, de Eduardo Anguita y Martín Caparrós