Juan Pablo II: una histórica visita de 31 horas y su paso por el Oeste

Aquel histórico día en el que un Papa pisó por primera vez suelo argentino que fue particularmente frío y lluvioso. Pese a eso, miles de fieles católicos y curiosos se convocaron a lo largo de la Avenida Rivadavia para saludarlo y vitorearlo. Fue en el marco de la última etapa de la guerra por las Islas Malvinas.

En un viaje que duró menos de un día y medio, el líder de la Iglesia Católica, nacido como Karol Józef Wojtyła​, trajo a la Argentina un mensaje de paz y esperanza, en el marco de la Guerra de Malvinas. Juan Pablo II besó suelo argentino el 11 de junio de 1982. Recorrió la avenida de Mayo en un vehículo antibalas y se reunió con Leopoldo Fortunato Galtieri, el almirante Jorge Anaya y el brigadier Basilio Lami Dozo, integrantes de la junta militar que gobernaba de facto. Finalizado el encuentro, el Sumo Pontífice ofició una misa en la Catedral Metropolitana y, luego, encaró para el Oeste del Conurbano en una visita histórica.

El “Mensajero de la paz”, poco después de las dos de la tarde, emprendió su viaje hacia la Basílica Nacional de Luján donde realizó otra misa. Fuera del edificio, se congregaba una multitud de alrededor de 700.000 personas. El recorrido fue por la mítica avenida Rivadavia, que conecta a gran parte de los municipios del Oeste.

Luján: una ciudad desbordada por la fe

La capacidad hotelera de la ciudad de Luján era de poco más de 400 plazas. Los peregrinos que viajaron desde toda la Argentina y de países limítrofes rápidamente agotaron la oferta de alojamiento. Por eso, varios días antes de la llegada de Juan Pablo II las autoridades tuvieron que improvisar puntos de hospedajes

Fueron muchas las casas de familias que decidieron abrir sus puertas para recibir a los devotos. Llegaron a Luján 160 colectivos con estudiantes desde Uruguay. Y desde la ciudad de Rosario abordaron 700 micros repletos de personas ansiosas por recibir al Santo Padre. La Unión Obrera Metalúrgica (UOM) movilizó a más de diez mil personas desde sus distintas delegaciones gremiales.

Un Papa viajando en tren y colectivo

Los planes originales eran que Juan Pablo II se trasladara desde Buenos Aires en el papamóvil, circulando por la avenida Rivadavia hasta llegar a Morón. “Iba a entrar a la catedral basílica a orarle a la Virgen de la Inmaculada Concepción del Buen Viaje. Después, transbordaría al ferrocarril que tenía un coche preparado”, explicó El1 Ezequiel Pavese, miembro del equipo del Museo que preserva los documentos y reliquias de la Catedral de Morón.

Los tiempos se fueron complicando y se decidió que el Papa hiciera trasbordo directamente en el ferrocarril una vez que llegar a Morón. “El obispo Justo Laguna y el párroco de la catedral decidieron que, si el Sumo Pontífice no visitaba a nuestra Señora del Buen viaje, ella iría hasta él. Así fue que se la retiró del altar mayor y se la llevó al encuentro de Juan Pablo II en la estación”, relató Pavese.

“Allí, bendijo la imagen y después el obispo Laguna le obsequió una réplica de la Virgen. Hay una famosa foto donde está en el vagón, yendo a Luján con la imagen de la Virgen del Buen Viaje tomando mate con Pablo II”, resaltó.

La llegada de Juan Pablo II dio lugar a la única visita de un Papa a la basílica de Luján. Esta emblemática catedral de la fe católica se encuentra a unos setenta kilómetros de Buenos Aires. Pese a la lluvia, el pueblo argentino se agolpaba en las calles y en la plaza principal expectante.

Juan Pablo II arribó a la estación de Luján pasadas las 16. Minutos después, subió a un automóvil descapotado, y comenzó la última parte de su viaje hasta la basílica. Avanzó por avenida España, dobló en Humberto hasta Pellegrini y siguió hasta la avenida Nuestra Señora de Luján

Los testigos cuentan que la postal de Juan Pablo II llegando a la basílica por la avenida principal de Luján repleta de fieles era abrumadora. En honor al ilustre visitante, la imagen de Nuestra Señora de Luján se desplazó hasta el atrio para ser una testigo privilegiada de la misa. El Papa se arrodilló ante ella y depositó a sus pies la Rosa de Oro, la distinción que desde la Edad Media otorgan los Papas a personalidades destacadas y a algunas advocaciones de la Virgen María. 

La palabra Juan Pablo II, el "peregrino de Dios"

Al anochecer, cientos de miles de personas escucharon a Juan Pablo II al aire libre mientras oficiaba la misa frente a la imponente basílica local. 

He querido venir hasta aquí a manifestaros la palabra, los sentimientos que os expresaba en la carta que a finales del mes pasado dirigí a vosotros como hijos e hijas de la Nación Argentina en vísperas de mi viaje pastoral a las iglesias de Inglaterra, Escocia y Gales. Si durante tal visita apostólica, que quiso ser y fue de hecho una incesante plegaria en favor de la paz así como de servicio a la causa del ecumenismo del evangelio, mi pensamiento y afecto han estado también con vosotros, mi presencia acá quiere hoy significar la prueba de ese amor en un momento histórico tan doloroso para vosotros como lo es el actual”, expresó Juan Pablo II en su homilía.

Mi visita quiere estar marcada por el mismo carácter pastoral y eclesial que la colocan por encima de toda intencionalidad política. Es simplemente un encuentro del padre en la fe con los hijos que sufren. Del hermano en Cristo que muestra nuevamente a este como camino de paz, de reconciliación y esperanza. Mi estadía en tierra argentina, aunque breve, será una súplica con vosotros a aquel de quién desciende toda paternidad en el cielo y en la tierra. Rezo para que llene los ánimos de todos de sentimientos de fraternidad y reconciliación”, prosiguió.

El Santo Padre invocó “la paz de Cristo sobre las víctimas de ambos bandos del conflicto bélico entre Argentina y Gran Bretaña”. También pidió por “las familias que lloran la pérdida de un ser querido”. Y solicitó a los gobiernos de la comunidad internacional “medidas aptas para evitar daños mayores". Además, instó a "sanar las heridas de la guerra y facilitar el restablecimiento de los espacios de una paz justa y durable y la progresiva serenidad de los espíritus”.

Fiel a esa proximidad que buscaba con el pueblo, a la hora de volver a la terminal de trenes, rechazó viajar en el vehículo oficial. El motivo fue porque el rodado poseía vidrios polarizados que le impedirían saludar a la gente. En ese momento, fue cuando solicitó ser llevado en un colectivo de línea que estaba dispuesto para trasladar a los periodistas. Ese ómnibus, después de muchos años fue restaurado y se encuentra en el Museo de Luján. 

Finalmente, el sábado 12 de junio de 1982, partió hacia el aeropuerto de Ezeiza. Antes, Juan Pablo II tuvo un último encuentro con más de dos millones de personas. Estas se dieron cita en Plaza Italia para verlo al pie del Monumento de los Españoles.

Con un hasta pronto, me despido de todos, bendiciendo a cada argentino, sobre todo a los enfermos y a los que sufren o lloran por las víctimas de la guerra”, cerró y en ese “hasta pronto” dejó abierta la posibilidad de volver a pisar suelo “argento”, cosa que hizo en 1987, en el marco de un gobierno democrático, pero esa...esa ya es otra historia...

Producción y redacción: Lorena Peralta
Edición general: Laura Villafañe y Andrea Luzuriaga

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Producción: Lorena Peralta, Virginia Libonati y Agustina Seyler
Locución: Agustina Seyler
Edición: Oscar Falcón

Agradecimientos: Junta de Estudios Históricos de La Matanza. Secretaría de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de La Matanza.