Sobre inflación, bonos, impuesto a la renta extraordinaria y otras hierbas
Ante el impacto de la inflación en los bolsillos, el Gobierno anunció refuerzos para los jubilados y los trabajadores informales, además de un impuesto a las empresas con ganancias multimillonarias. El economista Sebastián Scheimberg analizó el alcance y efectividad de las medidas y avizoró qué otra decisión ayudaría ante el difícil escenario.
Por Sebastián Scheimberg*
El que promete que la inflación baja de un día para el otro corre con muy mala suerte. Ya lo vivimos en la gestión anterior, cuando pensaban que, con un acto voluntarista, se podía lograr rápidamente. Son shocks que tienen grandes costos si se hacen de golpe, por lo que hay que programarlos estratégicamente, y los cambios deben venir de forma armónica. Podría ser factible un plan integral, pero tiene que ser muy coordinadas la política fiscal y la monetaria, se necesita mucho apoyo político.
La gente de bajos ingresos está sufriendo fuertemente el impacto de la inflación. Los bonos anunciados por el Gobierno para los jubilados y los monotributistas son paliativos necesarios. Hay que tener una apuesta fuerte a un cambio de ritmo inflacionario porque, si no, cualquier incremento que se da, se saca del bolsillo con el impuesto inflacionario. Tiene que haber una mirada social y paliativa hacia los sectores más vulnerables. El objetivo tendría que ser generar empleo genuino y permitir a la gente tener trabajo digno, pero eso, en un contexto como el que estamos, es muy difícil de lograr en el corto plazo.
En ese punto, tristemente, el empleo en el sector doméstico es uno de los menos calificados: la gente cobra poco. Hace falta que los hogares tomen un poco de conciencia y brinden algún extra, quizás, de tipo alimentario. Creo que la gente debería ser más solidaria en este sentido.
Otra de las medidas anunciadas por el Gobierno, el impuesto a la renta extraordinaria, está vinculada al alza de los precios de los commodities y a los empresarios que los producen, que se benefician con el diferencial de ingresos porque aumentaron mucho los precios de la soja, el trigo y el maíz, pero, también, el costo de los combustibles. Con una mirada completa de la hoja de balances de estas firmas, tiene lógica que haya un aporte extraordinario.
Los argumentos en contra dicen que, cuando las pérdidas son extraordinarias, el Gobierno debería compensar a las empresas. Esto ha ocurrido en Argentina porque, cuando fue el momento de confinamiento por la pandemia de COVID-19, el sector público aportó recursos a las industrias y a las empresas que estaban en situación de pérdida extraordinaria. Creo que hasta los países más desarrollados han aplicado este tipo de estrategias.
Sería importante que, ante el contexto que estamos viviendo, el sector de la política muestre algún ajuste por la parte de los ingresos. Si bien no hace al balance agregado, es muy importante que no haya aumentos de las remuneraciones encubiertas para asesores y el sector público en general, es decir, que el ajuste que está pagando el sector privado también lo asuma aquel que está con cargos políticos y buenos empleos. La gente quiere ver un poco de conducta por parte de los dirigentes.
*Economista y docente de la UNLaM