Inflación: ¿la enfermedad crónica de Argentina?

Su sola mención atormenta a los argentinos. En los últimos años, la inflación se aceleró vertiginosamente. La caída del poder adquisitivo y los salarios completan el complejo panorama de la economía nacional.

Si una persona va al supermercado más cercano para hacer unas pocas compras básicas, difícilmente gaste menos de 15.000 pesos. Si a los alimentos y los artículos de limpieza se le suman otras prioridades como el transporte, las tarifas de luz y gas y un alquiler, no hay ingreso mensual que resista. Los costos fueron aumentando vertiginosamente y la inflación se convirtió en la problemática más importante.

Y esto se debe a que la escalada de precios no da respiro y, por diversas razones, los aumentos de los bienes y servicios son constantes, posicionando a la Argentina, hace poco más de un año, entre los cinco países con más inflación en el mundo. ¿Pero desde qué momento la problemática tomó tanto protagonismo?

SUBEN Y SUBEN. El constante aumento de los precios fue dilapidando el poder adquisitivo de los argentinos.

Si tomamos en cuenta la última década, entre el período que comprende el final del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner, en el 2014, y el inicio de la gestión de Alberto Fernández, en el 2021, la inflación anual oscilaba entre alrededor del 25 y el 50 por ciento. Sin embargo, a partir del 2022 esto empeoró, finalizando con un dato anual del 94,8 por ciento.

No obstante, en el 2023, la problemática se recrudeció. Porque, a partir de las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO), el índice mensual no volvió a bajar del seis por ciento, tocando su pico en diciembre, con la asunción de Javier Milei a la presidencia y un preocupante 25,5 por ciento. El registro anual fue un escandaloso 211,4 por ciento.

Está mal, pero no tan mal

NO ALCANZA. La desaceleración del aumento de los precios aun no impactó positivamente en los bolsillos.

Ya en la gestión libertaria, y más allá del mencionado comienzo errante con un 25,5 por ciento de inflación mensual, a partir de enero, comenzó un camino de desaceleración que recién tuvo un pequeño rebote en junio, cuando se pasó de un 4,2 a un 4,6 por ciento. Así, en los primeros siete meses del año, la inflación trepó a 87 por ciento.

Sobre estos datos, Guido Bambini, analista económico del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), señaló que “hay una inercia en torno al cuatro por ciento, que es difícil romper”, y agregó, de cara al corto plazo: “El Relevamiento de Expectativas de Mercado del Banco Central también apunta a una inflación de cuatro por ciento para los próximos meses”.

"Hay una inercia en torno al cuatro por ciento, que es difícil de romper".

Guido Gambini

Además, hizo hincapié en una cifra que se desprende del informe más reciente del INDEC, correspondiente a julio: “El dato más importante es que subió la inflación núcleo, que habla de los precios regulados y estacionales. Esta inflación es la que refleja el comportamiento más libre de los precios. Y subió a 6,8 por ciento, cuando, en los meses previos, había sido de 3,7”.

De esta forma, y contemplando los ajustes venideros en las tarifas de los servicios básicos, como la luz y el gas, y el transporte, entre otros, algunas consultoras estiman que la inflación anual no bajaría del 130 por ciento. El número se ubicaría muy por debajo de la inflación interanual de julio, que fue de 263,4 por ciento.

¿Sigue la desaceleración?

Con respecto a la posibilidad de que los precios continúen aumentando cada vez menos, el director ejecutivo de Libertad y Progreso, Aldo Abram, expresó: “La desaceleración de la inflación no va a seguir con la misma velocidad porque se partió de una inflación mensual de más de 25 por ciento, en diciembre”.

"La desaceleración de la inflación no va a seguir con la misma velocidad porque se partió de una inflación mensual de más del 25 por ciento, en diciembre".

Aldo Abram

Además, puso el foco en “el atraso de los precios regulados y en las tarifas de los servicios públicos, que, en algún momento, se tiene que corregir”. De efectuarse estos ajustes, como ya se anunció en algunos casos con la quita de subsidios, la tendencia cambiaría. “Esto va a hacer que la desaceleración se modere”, señaló Abram.

Por su parte, el director del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz, Andrés Asiain, consideró que la desaceleración de los precios “se explica mucho por la recesión, que disminuye la capacidad de remarcación”. No obstante, mencionó como otra causa del fenómeno “la pauta cambiaria”, que, “si no se puede sostener, la inflación tendrá una disparada”.

En esa línea, Bambini subrayó: “Este escenario es relativamente complejo en tanto y en cuanto el Gobierno nacional no pueda mantener el tipo de cambio a este nivel”. “Lo que explica esta cierta desaceleración de la inflación es que no se está moviendo el tipo de cambio, y hay dudas con respecto a que esto se pueda mantener en el tiempo”, sumó.

¡CAMBIO, CAMBIO!. El precio de las divisas, fundamentalmente el dólar, es fundamental en el patrón de comportamiento de los precios.

Desplome del consumo

A pesar de la reciente desaceleración de la inflación, el consumo no repunta y, lejos de eso, empeora. Según el último informe sobre Indicador de Consumo, elaborado por la Cámara Argentina de Comercios y Servicios (CAC), correspondiente a mayo, el consumo tuvo una caída de 7,7 por ciento interanual.

De acuerdo al estudio, los rubros que resultaron más golpeados fueron Recreación y cultura, con un descenso de 42,6 por ciento; e Indumentaria y calzado, con un -27. Pero eso no es todo porque, si se tiene en cuenta el acumulado de los primeros cinco meses del año, el dato tampoco es alentador, con una baja de 4,3 por ciento.

PERSIANAS BAJAS. Los rubros Recreación e Indumentaria fueron los más castigados por el descenso del consumo y el cierre de comercios se multiplicó.

En esa línea, desde la Confederación Argentina de la Mediana Empresa difundieron un relevamiento que da cuenta de que, en julio, las ventas minoristas PyME se derrumbaron un 15,7 por ciento interanual. Los sectores más castigados fueron Perfumería, con una disminución de 32,6 por ciento; y Farmacias, con -26,4.

“Esta caída tiene una sola explicación, que es la baja en los salarios reales y en el poder adquisitivo”, aseguró el secretario de Prensa de la CAME, Salvador Femenía, que aseveró: “Las PyMEs dependen del mercado interno, que está muy bajo, y no hay demanda para el consumo ni para la industria”.

Ante este escenario, estuvo lejos de mostrarse optimista con que el rumbo de la evolución de las ventas minoristas PyMEs se modifique, aún, pensando en el mediano plazo: "Todos los meses tenemos la esperanza de que cambie la tendencia, pero no cambia”. “Da la impresión de que no se sabe si hemos tocado fondo”, advirtió.

"No hay demanda para el consumo ni para la industria".

Salvador Femenía

Salarios, cada vez, más insuficientes

Y este importante desplome del consumo a pesar de la desaceleración inflacionaria puede explicarse en los ingresos, cada vez, más pobres. Porque, hace un mes, el Gobierno nacional oficializó que el nuevo Salario Mínimo, Vital y Móvil quedará definido en 268.056,50 pesos, en septiembre, mientras que ascenderá a 271.571,22, en octubre.

SALVAVIDAS. La caída del poder adquisitivo transformó a la tarjeta de crédito en el principal auxilio del presupuesto familiar.

Pero estas cifras chocan con otras que dan cuenta del deterioro económico de una enorme porción de la sociedad. Porque, a mediados de agosto, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó que, en julio, una persona necesitó 291.472 pesos para no ser pobre. El número pasa a ser de 131.294 pesos para no caer en la indigencia.

Y esta merma en los ingresos se refleja en las palabras del presidente de la Federación de Almaceneros de la Provincia de Buenos Aires, Fernando Savore: “Vemos que varios clientes compran mercadería con la tarjeta de crédito. Cuando esto pasa es porque el cliente ya no tiene más plata”. “Lo más difícil es que el 15 ya es fin de mes”, lamentó.

Por eso, si una persona, a mediados de agosto, va al supermercado más cercano para hacer una compra básica, difícilmente gaste menos de 15.000 pesos. Y, tampoco es probable que salga de allí con la billetera abultada y la sensación de que la inflación es una enfermedad que está pronta a encontrar, finalmente, su cura.

Producción y texto: Rodrigo Sánchez

Gráficos e infografía: Laura Villafañe

Edición general: Andrea Luzuriaga

Video

Locución: Agustina Seyler

Producción: Virginia Libonati

Edición: Oscar Falcón