El dólar, ese insumo clave de la economía (y la cultura) argentina
La economista Clara Razu hizo un análisis de la situación económica del país, con el eje en el aumento del dólar y sus causas. Las nuevas medidas para controlar la escalada de la divisa estadounidense y el impacto en el mercado.
Por Clara Razu*
Como todo problema de mercado, un bien tiene dos fuerzas que se enfrentan: la demanda y la oferta, en este caso, de dólares. Uno lo puede mirar como un exceso en la demanda de dólares y eso genera la presión del precio al alza. Esto es porque la restricción que se había tomado en función de las importaciones y la obtención del dólar a precio Banco Nación desvió a muchos importadores al contado con liqui y, de ahí, al dólar blue. Esto es un problema de demanda y, ahora, la cuestión de permitir a más importadores acceder al dólar oficial aliviana el peso de la demanda.
Por otro lado, hay un problema de oferta. La implantación por parte del Gobierno nacional del dólar turista, donde se estipula que se puede liquidar hasta 5.000 dólares en el mercado financiero, también genera un aumento de oferta, es decir, hacia lo que estamos teniendo, un problema con la oferta. Esto puede sumar alrededor de 1.500 millones de dólares, pero esa oferta no se compara con los 14.000 millones de dólares que hay en los silobolsas, y es ahí donde hay que repuntar.
Quizás, alguna facilidad o algún incentivo para que liquiden esos dólares puede dar una mayor oferta de divisas para que el precio del dólar marginal, que es un mercado chico y que se mueve con pocos operadores pero, también, una fuerte presión del operador que dispara el tipo de cambio, puede alivianarse si se establece algún incentivo para que los exportadores liquiden lo que esta en los silobolsas.
Las expectativas negativas acerca del resultado del tipo de cambio aumentan la presión sobre la demanda. Hay que tener en cuenta que este aumento en la salida y escasez de divisas es consecuencia del mayor gasto en importaciones, sobre todo, en energía, no por el volumen, sino por el precio. Uno puede pensar que, terminado el período invernal, la demanda va a disminuir y que van a ser menores las importaciones, o sea que esta crisis es temporal, solo por dos meses y que, sobre todo, las inversiones, como en el Gasoducto Néstor Kirchner, van a bajar la necesidad de importación de energía en los períodos posteriores. Por lo tanto, estas medidas se pueden considerar de emergencia, como temporales, sobre todo, las que tengan en cuenta incentivos a los exportadores para que liquiden divisas.
Esto ya se hizo en 2020, con una rebaja de retenciones del 20 por ciento por dos meses, que puede impactar en lo fiscal. Pero no es así, no está impactando en lo fiscal porque, si no liquidan, tampoco hay retención, así que puede ser una medida de estilo, algún tipo de beneficio económico para que los exportadores vayan a liquidar.
Por último, los commodities vienen bajando de precio y, lo que no ganan por precio, lo quieren ganar generando una devaluación. Pero no creo que el Gobierno vaya a hacer eso porque una devaluación impactaría en la inflación y en la pérdida del poder adquisitivo de los salarios de una forma mucho más pesada que ahora. Si no, es zanahoria y castigo.
*Economista e investigadora de la UNLaM.