Economía bimonetaria: su impacto en Argentina y cómo se puede combatir
El economista Juan Carlos Latrichano brindó una charla en el Auditorio Chico de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM) en la que explicó y analizó el impacto de la economía bimonetaria en el país. Un breve repaso histórico y cuáles son los pasos para contener sus daños en los bolsillos de los argentinos.
*Por Juan Carlos Latrichano
Vivimos en una economía en la que los habitantes, de vez en vez, actúan con los dólares en lugar de los pesos. Esta economía bimonetaria es un tema nuevo, que no tiene más de 40 años en el país y que se arrastra a partir de algunas crisis que tuvo el país. Tratamos de buscar el origen de por qué los argentinos nos vamos de nuestra moneda al dólar.
Un poco de historia
La Argentina migró de ser un país productivo a ser un país financiero. Hubo un período en el que hubo un modelo agroexportador, que era vender nuestra producción agropecuaria, lo que fue modificado por el modelo industrial, allá por 1940. Y, en 1976, con el golpe de Estado, pasamos al modelo financiero, el peor de todos.
Los desbordes de los países hermanos, como Perú y Chile, fueron por exceso fiscal, por exceso de expansión monetaria, pero, en Argentina, hubo un sistema financiero perverso. Lamentablemente, la democracia siguió jugando con el mismo modelo hasta que reventó. En este modelo, las operaciones se indexaban con intereses, entonces, cada vez se compensaba más a los bancos.
Historia contemporánea: hiperinflación y "Corralito"
Uno de los hechos que provocaron que los argentinos pensemos como pensamos es la hiperinflación de 1989, que fue de cuatro dígitos. Hoy estamos preocupados si acaso la inflación llega a los tres dígitos. Esta hiperinflación llevaba a que aquel que vendía un auto y cobraba al mes parte de esa venta en pesos, se encontraba con que, por ahí, lo que tenía para ese reemplazo le alcanzaba para una bicicleta. Y, como si esto fuera poco, también tuvimos un canje compulsivo de depósitos, es decir, obligaron a los argentinos a que cambiaran sus depósitos de 1990 por bonos a diez años.
Más actualmente, hubo una corrida de depósitos en el año 2001 que desembocó en el "Corralito". La gente no podía sacar la totalidad de sus ahorros y le pesificaron los dólares a aquel que había puesto dólares en los bancos. En la memoria colectiva, quedó un miedo con los bancos y, particularmente, con la posibilidad de un nuevo "Corralito" y mucho miedo ante un nuevo suceso así. Pero nuestros países hermanos no tuvieron "Corralito".
Libertad cambiaria o control cambiario
Si hay libertad cambiaria, se agotan las divisas. Si se puede comprar hasta un millón y medio de dólares, el que puede, lo va a comprar ya mismo. Entonces, se vende mucho y, después, no hay más. Al no haber más dólares, sube el precio, lo que genera devaluación. Por otra parte, hay control cambiario, que es lo que hay ahora, que es vender el dólar a cuentagotas.
La economía bimonetaria impacta en el proceso inflacionario con una caída en la demanda de pesos. También, en paralelo, sube la demanda de dólares. Ahí aparece un fenómeno que es la velocidad de circulación, la plata se mueve más rápido y los precios suben. Esto es lo que provoca mucho de la inflación en el país.
Medidas a tomar
El ministro de Economía, Sergio Massa, está haciendo lo que hay que hacer. Se sentó con los exportadores y les dio un dólar soja de 200 pesos. No devaluó y esta medida es por 30 días. Hoy, subió la tenencia de dólares del Banco Central y sigue en marca ascendente. Lo que se logra con esto es achicar el dólar marginal. La idea es contenerlo y, en el mientras tanto, ir devaluando el oficial para ir achicando esa brecha. Si se achica esta brecha, se logra que los exportadores vendan tranquilos y los importadores no se enloquezcan.
Creo que Massa está en el sendero correcto. Siempre digo que no hay que devaluar porque, si se devalúa, se arrastran los precios y las consecuencias son serias. Por el contrario, se pueden hacer pequeñas devaluaciones y evitar que el marginal se escape.
*Economista y docente de la UNLaM