Desaceleración de la inflación: ¿pan para hoy y hambre para mañana?
Aldana Denis, economista del CEPA, analizó la desaceleración de la inflación del último mes. Por qué cuesta pensar que vaya a mantenerse en el mediano plazo y cómo influye la caída del consumo y del empleo.
Por Aldana Denis*
Sin dudas, el dato de la inflación en mayo es el protagonista en el discurso oficialista de esta semana. Cuando uno mira la composición por rubro del Índice de Precios al Consumidor, en el mes de mayo, se puede ver que los regulados jugaron un papel central para explicar este 4,2 por ciento mensual, fundamentalmente, por la decisión del Gobierno de postergar los aumentos que tenía previstos en tarifas y transporte.
Además, la retracción en los aumentos de las prepagas llevó el rubro Salud a un 0,7por ciento en mayo. Es importante remarcar que, en los primeros tres meses del año, fue la desregulación impulsada por el propio Gobierno lo que permitió que estas empresas llevaran a cabo aumentos superiores al cien por ciento. En el caso de Alimentos, vemos una desaceleración que responde principalmente a la caída del consumo.
Por supuesto, el tipo de cambio también tiene un papel central. Luego de la enorme devaluación en diciembre del año pasado (el tipo de cambio subió de 360 a 800 pesos), el mantenimiento del crawling peg al dos por ciento mensual quitó presión sobre la dinámica inflacionaria.
Para junio, la desaceleración se encuentra condicionada por el impacto de los aumentos de tarifas que fueron postergados (agua, electricidad y gas), nafta (cuatro por ciento), prepagas (8,8 por ciento) y alimentos (los productos de consumo masivo se movieron a un seis por ciento en las primeras dos semanas del mes respecto al mismo periodo de mayo). En cuanto al tipo de cambio, se mantiene el crawling peg de dos por ciento, con dos incógnitas: por un lado, el impacto de la apreciación cambiaria derivada del diferencial con el IPC y, por el otro, el impacto del incremento de la brecha, producto de los movimientos registrados en el contado con liqui (CCL).
Derrumbe del consumo y desempleo
En general, la economía se encuentra funcionando muy por debajo de los niveles de 2023. En el caso del consumo, por ejemplo, en abril se registraron caídas interanuales de 13,5, 15,9 y 21,2 por ciento en el consumo carne vacuna, leche y yerba, respectivamente.
Otro ejemplo es la producción industrial, con una caída del 16,6 por ciento interanual en abril. O, la construcción, con un desplome del 37,2 por ciento interanual. Todo esto tiene su correlato en los niveles de empleo, justamente porque entre el comercio, la industria y la construcción explican el 44 por ciento del empleo privado en la Argentina.
Justamente, la misma semana en que conocimos el IPC, se publicaron los datos de empleo registrado privado en el sector privado. En los primeros cuatro meses del Gobierno de Milei, se perdieron 94.963 puestos. Si sumamos los 21.657 destruidos en el sector público, estamos hablando de 116.000 puestos de trabajo en sólo cuatro meses.
En cuanto a los salarios, cuando se analiza la evolución del salario promedio publicado por el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), estamos hablando de una pérdida de alrededor de diez puntos en ese mismo período. Es una caída sin precedentes en tan corto plazo. Y resulta difícil pensar que, en un escenario de aumento de la desocupación, el “mercado” resuelva con incrementos salariales significativos. Por lo tanto, la recuperación depende mucho de cómo marche la desaceleración de la inflación. No veo al Gobierno tomando alguna otra decisión política orientada a impulsar dicha recuperación.
Sin ir más lejos, la semana pasada se aprobó en Diputados una modificación a la fórmula jubilatoria para que haya una mínima compensación a la pérdida de poder adquisitivo que registraron las jubilaciones en los primeros dos meses de Gobierno. Y el propio Milei se mostró muy enojado por el resultado de la votación.
*Economista del Centro de Economía Política Argentina