Diego Martínez, el DT Xeneize con cuna aurinegra

El entrenador boquense debutó en Primera en el Mirasol, en la temporada 1997/98. Quedó libre durante una crisis institucional y, luego, continuó su carrera en el Ascenso y Grecia.

Allá por la temporada 1997/98, cuando Diego Martínez debutó en la Primera de Almirante Brown, el club matancero era un auténtico caos. Se hablaba más de quiebra y deudas que de fútbol. Por eso, el descenso del Nacional a la Primera B fue tan anunciado como inevitable.

Con la pérdida de la categoría, también se perdieron muchos pibes de Inferiores. Esos que saltaron al campo de juego cuando la temperatura medía como un volcán. Uno de ellos fue el Pelado, de la camada ’78, quien completó 11 partidos con la camiseta aurinegra antes de iniciar un largo periplo por las canchas del Ascenso.

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Zurdo de zancada atlética, de esos carrileros clásicos del 2000, Martínez quedó libre del Mirasol en medio de esa anarquía institucional. Se fue a Cañuelas (Primera C), en compañía de otros chicos del semillero aurinegro, como Carlos Enríquez, Pablo Nieva y Leonardo Fassione (hermano de Iván, luego futbolista de La Fragata, entre 2015 y 2019).

Ascendió a Primera B con Ituzaingó (2000/01) y, siempre en el paño pedregoso del fútbol sabatino, anduvo por Deportivo Morón, Gimnasia y Esgrima de Concepción del Uruguay, All Boys, Temperley y Estudiantes de Caseros. También metió zurdazos en las ligas de Guatemala y Grecia.

Su trayectoria como entrenador lo encuentra encumbrado en el sillón de Boca Juniors. Un lugar al que llegan unos pocos. También en esa función la remó desde abajo (Ituzaingó, Cañuelas, Estudiantes BA) para terminar de doctorarse en Primera con Godoy Cruz, Tigre y Huracán.

Otro de los algoritmos que decoran el choque entre Almirante Brown y Boca Juniors por Copa Argentina. El Pela Martínez, de la cuna aurinegra al presente de ensueño. La adolescencia y la madurez se le funden en una cancha de fútbol y con una pelota en el medio.