Desde José Barritta hasta Blas Giunta, los lazos históricos que unieron a Boca Juniors con el Mirasol
Pese a no haberse cruzado nunca, ambos clubes compartieron protagonistas y referentes a lo largo de sus vidas deportivas. Algo que también se mantiene en los planteles actuales.
Hay relaciones que se dan por casualidad y otras, por una atracción natural. También existen aquellas que funden ambas corrientes, en donde las calles de la vida suelen cruzarse bastante seguido. Tal vez, por un guiño del destino o un simple capricho, Almirante Brown y Boca Juniors caminaron juntos y separados al mismo tiempo.
Si bien nunca se enfrentaron por partidos oficiales (solo jugaron dos amistosos en la década del ´70), los lazos que se forjaron por la confluencia de figuras icónicas entre ambos clubes son más que elocuentes. Y van desde “El Abuelo”, el legendario líder de la 12, hasta Blas Giunta, ídolo simétrico de Boca y Almirante. Incluso, el DT actual del Xeneize es Diego Martínez, quien surgió de la cantera aurinegra.
Ya en el segundo ascenso de Almirante en su historia, en 1965, puede empezar a tirarse del ovillo. Aquel equipo que subió a la Primera B era dirigido por Marcos Busico, exfutbolista y campeón con Boca Juniors en 1954. Los festejos fueron populares en el centro de San Justo y duraron varios días. En la velada de la celebración, además de la presencia de Pinky, estuvo el histórico Alberto J. Armando, por entonces presidente del club de La Ribera.
Al mismo tiempo que el Mirasol empezaba a hacerse fuerte en la segunda categoría, un inquieto muchachito de San Justo llamado José Barritta se probaba de puntero derecho en las filas juveniles aurinegras. No logró convencer a los entrenadores, pero eso no menguó su amor por el club. Se hizo socio (fue vitalicio, número 297) y acudió con frecuencia a los partidos de Almirante en la vieja cancha de Matheu y Almafuerte.
Ya superando la adolescencia, aquel purrete italiano que había llegado a los seis años a San Justo se fue convirtiendo, a fuerza de puños y violencia, en el mítico “Abuelo”, el barrabrava más famoso del fútbol argentino. Murió en 2001, a los 48 años, en el hospital San Juan de Dios de Ramos Mejía, luego de pasar cuatro años preso en la cárcel de Villa Devoto.
Un ídolo compartido
Otra de las figuras que arroja el algoritmo es Blas Giunta, amado en partes iguales por ambas parcialidades. Los Xeneizes, por la garra que mostraba dentro de la cancha (jugó 189 partidos en seis campeonatos) y los aurinegros por lo que hizo fuera de ella. Ganó dos ascensos a la B Nacional (2007 y 2010) en sus ¡ocho! temporadas consecutivas como director técnico.
La cercanía de La Candela con la Ciudad Deportiva de Isidro Casanova fue otro factor que regó la camaradería entre los clubes. Incluso, sirvió para establecer lazos comerciales, como los pases de Héctor Pistone y Osvaldo Simón González a La Ribera, luego de que el histórico DT Juan Carlos “Toto” Lorenzo los viera entrenando en Almirante. En varias ocasiones, el plantel auriazul se entrenó en el campo de La Fragata. Especialmente, en los 70’s, cuando se hicieron las obras de ampliación y refacción del predio de San Justo.
A comparación de otros clubes de Primera División, el flujo de jugadores provenientes de Boca Juniors siempre fue notorio. Sobre todo, desde los ´90s en adelante. Como los casos de Ignacio Medina, Daniel “Manguera” Martínez, Adrián González, David Reano, Federico León, Edilio Cardoso, Santiago Echeverría, Joel Acosta y Joaquín Mattalía, entre otros.
Subiendo la apuesta, hubo otros dos futbolistas que, si bien no llegaron de Boca Juniors, llevan al club de la Ribera impreso en el apellido. Se trata de Diego y Sebastián Riquelme, hermanos de Juan Román, ídolo bostero y actual presidente del club. Diego jugó ocho partidos en 2012/13, mientras que Sebastián estuvo en el plantel pero no llegó a debutar. Solamente ocupó un lugar en el banco de suplentes (fueron 23 jugadores) en la final por el ascenso contra Independiente Rivadavia de Mendoza.
Por estos días, la cuerda sigue más firme que nunca. La atracción se mantiene intacta, como todo lo que sale naturalmente. Para esta temporada, el Mirasol se nutrió de siete futbolistas surgidos de Casa Amarilla: Santiago Gauna, Bruno Cenci, Natán Acosta, Tomás Díaz, Rodrigo Pittavino, Thomas Arrieta y Alexander Fernández.
Del otro lado, nada menos que en el mismísimo banquillo boquense, se encuentra Diego Martínez, producto de la cantera aurinegra. En una época turbulenta de la institución matancera, con el fantasma de la quiebra acechando, el Pelado (categoría 1978) saltó a Primera en un equipo plagado de juveniles. Jugó once partidos en la temporada 1997/98 y luego continuó su carrera en el Ascenso y en Grecia.
“Ni Gallina, ni bostero, 100% aurinegro”, dicen las paredes de Isidro Casanova y alrededores. Es un lema y un principio de los hinchas del Mirasol. Pero la historia los encontró varias veces en la misma esquina. Con muchos puntos en común. Caminando juntos y separados al mismo tiempo.