Una noche emocionante: el “equilibrista” Mauricio Dayub se multiplicó en escena y fue aclamado por el público
El artista cautivó a la platea con sus entrañables personajes y relatos. Se presentó en el auditorio de la UNLaM y dejó su singular huella en el escenario. “¡El final fue hermoso!”, destacó.
¿Puede un espectador experimentar diversos estados emocionales y reflexiones durante un mismo espectáculo? La respuesta es sí, y el público la corroboró en primera persona al ver el multipremiado unipersonal El equilibrista, que el viernes por la noche tuvo una memorable función en el Teatro Universidad. Desde el escenario, Mauricio Dayub se transformó en múltiples personajes que, con sus respectivas características, objetos y monólogos, cautivaron a la platea, que respondió con un caluroso y extenso aplauso de pie.
En el transcurso de la puesta escénica, el versátil artista generó desde genuinas carcajadas hasta sentidas lágrimas al interpretar a eclécticas personas, como un joven skater enamorado, un padre martillero de subastas en un museo de arte contemporáneo, un tío árbitro, otro tío guardavidas, un abuelo acordeonista y demás roles.
En cuanto a la escenografía, sus diferentes elementos distribuidos en escena tuvieron un rol importante en la construcción del relato. De hecho, Dayub utilizó desde las animaciones en pantalla hasta objetos como una patineta, una soga, cartas, una campana y un timón. Asimismo, la música y reconocibles sonidos contribuyeron a la inmersión de la platea en las diversas situaciones.
Uno de los aspectos más trascendentales del espectáculo tuvo que ver con las premisas abordadas en escena. Más allá de que los espectadores conocieron historias vinculadas al amor, al arte, la familia, la identidad, la perseverancia y la verdad, salieron de la sala con el ímpetu necesario para demostrar que el mundo es de los que se animan a perder el equilibrio.
El destacado balance del artista
Sobre la inolvidable función, Dayub concluyó: “El Teatro Universidad está muy cuidado, tiene una técnica que ayuda mucho al trabajo, la comodidad de las butacas y los espacios… ¡Uno se predispone muy bien! Eso genera un respeto que uno siempre debe tener por el público, pero que ayuda a que uno intente que la función salga mejor que nunca. El espectador también lo siente y por eso termina de pie, ovacionando, es algo que va y viene, ¡está todo muy bien acá!”
Asimismo, antes de despedirse de la UNLaM, el artista se sacó fotos con el público y autografió libros de su autoría en el hall del auditorio. “Después de que juntos compartimos la ficción, empezamos a compartir la realidad. Los espectadores me cuentan cuáles son las historias que han vivido similares a las del personaje, sacamos conclusiones, hacemos analogías, con algunos nos damos un abrazo por compartir la misma historia, coinciden los nombres de los familiares, cosa que le da mucha más verdad y emoción a la situación. Así que el final es hermoso, un cierre que le da mucho más sentido al teatro”.
Por otro lado, el encargado de la composición y la dirección musical de la obra, Pablo Brie, también estuvo presente en el Teatro y expresó: “¡La obra la vi muy bien! Además, Mauricio siempre le va agregando y cambiando cosas, siempre te sorprende con algo nuevo. De por sí la obra es una caja de sorpresas, cada vez es más increíble. Y él toca cada vez mejor el acordeón” (risas).
Por último, agregó: “Me acuerdo de que, cuando hice la música para esta obra, Mauricio me mostró ese acordeón que tenía y yo traté de componer una música que fuera lo más simple posible para que él pudiera tocarla, porque no es acordeonista. Entonces, tratando de mover los dedos lo menos posible, pude armar una melodía que es la que se escucha durante toda la obra. Va pasando por todos los ritmos posibles, ¡es el gen de la música!”