“Perdida Mente”: una noche para pensar entre risas en el Teatro Universidad
La comedia dramática se presentó el viernes en la sala de la UNLaM. El público celebró las actuaciones de Leonor Benedetto, Ana María Picchio, Iliana Calabró, Emilia Mazer y Mirta Wons.
Una misteriosa reunión organizada por la ficticia jueza de la Nación María Inés tuvo lugar el viernes por la noche en su lujosa residencia, montada en el escenario del Teatro Universidad (Florencio Varela 1903, San Justo) y enmarcada en la obra Perdida Mente. En escena, estuvieron presentes: su hija Isabella, con la que se sacan chispas; su hermana Queca, con la que no se ponen de acuerdo; su abogada y amiga Selva, con la que suelen discutir; y su mucama de toda la vida, Shirley, su verdadero apoyo. En la platea, asistieron numerosos espectadores que siguieron con atención las circunstancias transitadas por las protagonistas y premiaron con aplausos de pie y carcajadas constantes las labores artísticas.
La comedia dramática escrita por Mariela Asensio y José María Muscari, y dirigida por el propio Muscari, arribó a la sala de la UNLaM en medio de su gira nacional. El motivo de la juntada familiar ficticia tuvo que ver con el diagnóstico de una enfermedad en la vida de María Inés, lo que derivó en su búsqueda de ayuda en las mujeres más importantes de su familia. Por lo tanto, al iniciar la puesta escénica, Leonor Benedetto dio la bienvenida a Ana María Picchio, Iliana Calabró, Emilia Mazer y Mirta Wons, y juntas relataron una historia tan feroz como emotiva.
En tiempos en los que la salud mental ocupa un lugar de mayor relevancia en la agenda de los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales, Perdida Mente se anima a abordar esa temática con humor y sin dejar de lado la reflexión. De hecho, el público ríe ante las exposiciones individuales y los conflictos entre los personajes, pero también da espacio a la sensibilidad a partir de los valores compartidos sobre las tablas.
Acerca de su vínculo con la obra, en diálogo con El1, Benedetto transmitió: “Voy a hablar como alguien que está transitando un camino que se mezcla con la vida, porque no creo en la división ficción/realidad. Soy una y tengo en mí todos los estados de ánimo posibles de un ser humano, entonces cuando me toca hacer un personaje como este no necesito haber estado enferma. Hago como si metiera la mano en un arcón de cosas que tengo desde siempre, ¡y ahí está! Me resulta infinitamente atractivo ese recorrido”.
Sobre los inicios del espectáculo, Picchio reveló: “Esta obra, en principio, nos agarró en la pandemia, entonces teníamos miedo de decir la palabra Alzheimer, ya que nos parecía que la gente no iba a venir. No nos animábamos, hasta que la crítica empezó a decirla y la gente venía igual, lo cual no se explicaba. Era porque la madre, la cuñada, la tía o la hermana habían tenido Alzheimer y se daban cuenta de que habían vivido lo mismo, pero acá era con una sonrisa”.
A continuación, Calabró señaló: “Es una comedia muy particular, por momentos con humor ácido y muy negro, que la gente disfruta muchísimo porque encuentra personajes de la vida cotidiana reflejados en las distintas personalidades, generaciones, estratos sociales, y en cómo interactúan. Por lo tanto, no pueden quedar al margen. Con algunos sienten empatía y con otros, distancia. Además, creo que a partir de la desdramatización uno se vincula desde otro lugar. Y termina siendo una fiesta de emociones, ¡es increíble como la gente nos lo agradece!”
Por último, Wons planteó: “¡La obra me resulta sanadora! Hay algo que tiene mi personaje en lo que me identifico profundamente. Hay una frase que dice 'es importante darse cuenta de que las personas que amamos ya no son las que conocimos, pero aun así es importante saber que podemos comunicarnos'. ¡Para mí es fuertísima! El tema disparador es el Alzheimer, pero se aborda también qué es lo que sucede alrededor de eso, quién es uno y qué pasa con las relaciones”.
Descubriendo el Teatro Universidad
“Una construcción de esta envergadura, con esta idea de edificación, es de celebrar, y sobre todo esta parte que se dedica al arte. Desde que era chica, así como Música y Dibujo eran materias obligatorias, yo no entendía por qué el teatro no lo era, así que ahora siento como una aproximación a mi sueño. ¡La Universidad es fantástica! Es la comprobación de que la Humanidad está yendo para adelante, pase lo que pase”. Leonor Benedetto.
“¡Amo La Matanza! Me gusta el lugar, me gusta pisar la Universidad Nacional de La Matanza, toda prolijita, con esa arquitectura que me encanta. Además, San Justo es mi infancia, porque yo tenía parientes que vivían aquí. Y ahora vengo a trabajar, a mostrar esta obra con la que nos va muy bien”. Ana María Picchio.
“Me quedé impactada al ver esta sala, que es soberbia. Su amplitud, cómo está armada, la comodidad, todo nuevito, es como que venimos a estrenar… ¡y los camarines! He trabajado, mucho, y son pocos los lugares que cuentan con esto. ¡Felicitaciones!” Iliana Calabró.
“Ya estar en la UNLaM es como '¡Guau!' Nunca había venido. Y que dentro del ámbito educativo tengan un lugar específico para el arte, un escenario que sirva para lo que sea, tiene un valor agregado muy importante”. Mirta Wons.