Juliana Scellato, la pianista y profesora de Haedo que enseñó a Bizarrap en sus comienzos musicales
Trabaja en La Sala, una reconocida escuela de música de El Palomar. Años atrás le dio clases al popular DJ y productor musical oriundo de Ramos Mejía. “En todo lo que esté a mí alcance voy a estar para acompañarlo”, expresó.
“¡La música en mi vida es prácticamente todo!”. Con ese enunciado Juliana Scellato resaltó el valor de dicha expresión artística en su cotidianeidad, ya que está presente en su ejecución del piano y el teclado, en su labor como conductora radial y como prensa de cantantes y bandas, y en su rol como profesora dentro de La Sala, la reconocida escuela musical de El Palomar. De hecho, entre los estudiantes a los que ha enseñado a lo largo de los años se encuentra Bizarrap, el popular DJ y productor musical proveniente de Ramos Mejía.
El artista del Oeste, que actualmente tiene 24 años, empezó a estudiar con Juliana cuando tenía 14, ya que La Sala era la institución musical que le quedaba más cerca de su casa. Allí fue alumno regular durante cuatro años, hasta que a raíz de la “explosión” de su carrera no pudo continuar las prácticas con frecuencia.
“Las primeras clases siempre pregunto a cada alumno qué música escucha y qué le interesa tocar en el piano. Él me dijo que no sabía si quería tocar el piano, pero sí quería entender cómo estaban compuestas las canciones. Eso era algo fuera de lo común en los años que llevaba como profesora, ¡me sorprendió! Tratar de entender las estructuras musicales es algo que yo abordo con el correr de los años, así que tuve que explicarle lenguaje musical aplicado al piano. Avanzó rápido y acomodó esas ideas que tenía en la cabeza aplicando lo aprendido. Así comenzó a realizar remixes de canciones de los traperos argentinos que a él le interesaban”, recordó Scellato en diálogo con El1 Digital.
Y, a continuación, sobre su vínculo actual con Bizarrap destacó: “Cada session que publica en su canal de YouTube automáticamente la escucho y es motivo de festejo por WhatsApp. Seguimos en contacto hasta el día de hoy. Tenemos una relación cercana ya que las clases que yo le daba eran personalizadas e individuales. Eso hace que la conexión sea diferente, como una especie de consejera musical, lo cual hace que me llene de felicidad su crecimiento. En todo lo que esté a mí alcance voy a estar para acompañarlo”.
Un camino personal y profesional motorizado por la música
En una especie de viaje en el tiempo, Juliana describió el lugar que ha ocupado la música en las diferentes instancias de su vida: en la infancia, rememoró aquellos juegos en los que cantaba o tocaba el piano; en la adolescencia, se refirió a su asistencia a recitales y, en la adultez, expandió dicha expresión artística a múltiples facetas. “En las tres etapas me enseñó, y me sigue enseñando. Mis influencias son variadas, pero centradas en lo que hoy elijo escuchar, que es el rock o el blues”, señaló.
Su incursión en la enseñanza fue hace 20 años. Los primeros diez fueron en la casa de sus padres en Haedo y, luego, como empezó a tener muchos alumnos tuvo que mudarse con sus pianos, amplificadores, micrófonos y demás elementos musicales. “¡No es fácil tener una hija que llena de gente la casa!”, compartió entre risas.
Actualmente, La Sala está situada a dos cuadras de la Autopista del Oeste. Una curiosidad es que en el primer piso de esa casa nació ella. Se trata de una vivienda muy especial a nivel emocional, debido a que la hizo su abuelo y se la dejó a ella. Por otro lado, respecto al staff de docentes, la acompañan Antonela Balocco en guitarra eléctrica, criolla y ukelele, y Lud Poynter en canto y canto con instrumento complementario.
“Hay clases individuales y grupales, desde los cinco años en adelante. Taller para niños es lo más solicitado, ahí se enseña 'iniciación musical'. A veces los padres se dan cuenta que sus hijos tienen condiciones, pero no saben qué instrumento mandarlos a estudiar, entonces, en la iniciación, encontramos con más profes la inclinación musical que pueden tener”, explicó Juliana.
Por último, sobre las premisas de La Sala manifestó: “La idea es que los estudiantes aprendan a compartir la música, que sepan manejarse con amplificadores y ensayar, que puedan estar en un espacio relajado y de confianza, y así encontrar el cable a tierra o el perfeccionamiento”.