Guillermo Francella: “Soy muy meticuloso y obsesivo con mi trabajo”
El actor coprotagoniza la película El robo del siglo, dirigida por Ariel Winograd. Se refirió a su papel en un nuevo caso policial y brindó detalles de la charla que mantuvo con Luis Mario Vitette, líder de la banda que cometió el robo. Cómo fue trabajar junto a su hija y qué sensaciones encuentra al momento de rodar una escena para la pantalla grande.
Un robo a un banco planificado por una banda criminal con precisión y previsión, ejecutado con armas de juguete, cercado por centenares de policías, informado por la intensa cobertura de los medios de comunicación y concluido con un escape bajo tierra tras el hurto de millones de dólares. Se trata del histórico hecho delictivo en la sucursal Acassuso del Banco Río, acontecido el 13 de enero de 2006 y que, catorce años después, llegó al cine a través de la película El robo del siglo, con Guillermo Francella en el papel del ladrón Luis Mario Vitette, conocido como “el hombre del traje gris”. En diálogo con El1, el reconocido actor se refirió a su asombro por los detalles en torno al suceso verídico y el compromiso con el proyecto, habló de su orgullo al compartir escenas junto a su hija Johanna y desplegó su humor al relatar anécdotas.
Dos historias policiales: en 2015, interpretaste a Puccio y, ahora, a Vitette…
Sí, muy antagónicos y diferentes entre sí. Mario me generó más empatía y tuve oportunidad de conversar con él, mientras que Arquímedes estaba fallecido, pero, obviamente, no se duda en cuanto a lo que me pasó desde lo interpretativo. Con Puccio no comulgaba para nada, pero Vitette, más allá de que, como él menciona, haya perpetrado un ilícito, porque no dice ’robé’, tiene un lenguaje muy judicial, me generó empatía desde el primer segundo: fue ingenioso el modo de llevar a cabo el robo con armas de plástico, cómo negoció sin lastimar y sin golpear ni matar. Muchos elementos que, como actor, hizo que fuese más cómodo para transitar. De Arquímedes, una de las cosas que me gustó fue la incomodidad que me generó justamente, porque me hizo componer algo diferente.
¿Cómo encaraste esta historia tan presente en el imaginario popular?
Tenía el deseo de que se pudiera plasmar el evento que fue, para eso hubo que trabajar mucho con antelación, en los ensayos, en la preproducción, en el guion, y está plagada de detalles. Era muy importante la comunión con el director, por lo que trabajamos codo a codo sobre el tono y la búsqueda en cada escena. Para mí fue un desafío, hace mucho tiempo que El robo del siglo se quiso llevar a cabo y muchas producciones me llamaron, siempre ofreciéndome el personaje de Vitette, con otros directores y, después, algo se caía y no se hacía. Me generaba un grado de frustración, ya que, el entusiasmo inicial, luego, se desvanecía. Porque es muy difícil llevarla a cabo, no era solo invertir dinero, o que los inversores o los productores lograran hacer lo que hicieron estos, sino, en general, era una obra bastante titánica de llevar a cabo. Y en la tercera o cuarta opción entró este grupo, yo estaba con inseguridad por tanta desilusión que venía teniendo, pero me dieron la tranquilidad de que iba a ser el evento que soñé y la seguridad de que se iba a trabajar seriamente. Gracias a Dios que confié porque estoy feliz, siento que es una bomba la película, y que representa el evento que fue.
¿Qué tuviste en cuenta al personificar a Vitette?
Me generaba una sonrisa en más de una ocasión, por lo que fue un trabajo muy intenso, ya que era una línea muy delgada entre la tensión que había en el robo y, a su vez, había cosas ingeniosas y graciosas. El objetivo era que ninguno de nosotros nos teníamos que hacer los graciosos, al contrario, era a cara de perro, como una tragedia, en la que había respuestas simpáticas e histriónicas. Leía muchas notas a Vitette, lo veía hablando con periodistas y cómo respondía, su inmediatez para cualquier situación; por más adversa que fuera salía cómodo.
¿Qué destacarías del contacto con él?
No lo conocí porque está extraditado en Uruguay y no puede entrar a Argentina, pero sí conversé telefónicamente con él. El primer día de rodaje lo hice llamar porque el equipo del filme tenía vínculo con Araujo y otros integrantes de la banda, y yo sabía, por reportajes que hizo, que estaba orgulloso de que yo lo representara, y ameritaba que, aunque sea un día, habláramos. Fue muy simpático y de entrada me dijo 'tenemos puntos en común. Ambos somos medios roncos, y yo también soy de Racing'. Me ofreció su traje gris, pero ya me lo habían hecho, y quedó en que me iba a invitar a comer en Colonia.
Conociste a una de las rehenes del robo…
Fue en una muestra de pintura en Arte BA. Una chica me paró y me preguntó si iba a hacer de Vitette, y cuando se lo confirmé, me dice que fue rehén de él. Le conté que estaba por empezar a filmar, le pedí un testimonio sobre cómo la trató y me dijo que muy bien, ella estaba muy nerviosa boca abajo y temblaba, entonces, él le dijo 'no pasa nada, tranquila, tengo una medallita que nos va a acompañar, tengo una hija de tu edad, no va a pasar nada'. Cuando se lo conté a Vitette, me dijo 'es increíble que, después de haber perpetrado un ilícito, alguien se acuerde con cariño de mí'; le dio cierta emoción.
¿Cómo fue trabajar con tu hija?
Muy movilizante, porque conozco todo de su vida, lo dedicada que es a esta carrera y lo difícil que es transitarla. Vi sus experiencias en teatro y en televisión, pero, en cine, nunca había hecho nada. Y laburar con el padre debe ser un peso extra también; ella tenía ciertos reparos, fundamentalmente, porque estaba yo, pero el productor Juan Pablo García la convenció para una audición y, luego, Ariel Winograd me llamó para decirme que le había encantado. Es una actriz muy verosímil, me conecté fácilmente con ella desde lo interpretativo. A nivel global, fue una muy buena experiencia con todos los compañeros.
¿Qué tenés en cuenta al actuar una escena en cine?
Estar metido con el alma y concentrado porque, cuando uno llega al set, ya hubo un trabajo intenso previo, no es que decís '¿y ahora por dónde voy?', sino que ya lo tenés muy claro. Nosotros vivimos de lo que amamos y lo hacemos con seriedad, entonces, a mí me gusta que lo que me rodea tenga el mismo grado de seriedad que yo tengo para trabajar. Soy muy meticuloso y obsesivo con mi laburo, por lo tanto, cuando veo que tengo un buen ida y vuelta con el otro, que también lo vive del mismo modo, me integro más.
¿Qué opinás sobre el encasillamiento en determinados géneros?
Yo viví los prejuicios más grandes de este medio desde el punto de vista de la comedia, y ni que hablar cuando me convertí en alguien muy popular. Sabía que gozaba de mucho respeto en el medio, pero, directores y guionistas a veces no me convocaban porque tenían pánico de que mi sola presencia distrajera lo que ellos habían escrito, que es lógico cuando te convertís en alguien muy popular. Tuve que pelear como loco para que realmente pudieran confiar y, dicho y hecho, inicié un segundo tramo de carrera y me fascina este momento que estoy viviendo.
Una previa arrasadora
El viernes 12 de junio el público se reencontrará con la familia más popular del país: Los Argento. Pero, esta vez, será sobre el escenario del Gran Rex. Allí, Francella no solo volverá a encarnar a Pepe, sino que, también, estará a cargo de la dirección de la obra que reunirá al elenco original en una nueva historia. Hasta el momento, Casados con hijos cuenta con más de veinte funciones agotadas.