Pedro Aznar: “Hablo de lo que me ocupa y preocupa”
El 2 de septiembre, el artista presentará “El mundo no se hizo en dos días” en el Teatro Universidad, donde fusiona diferentes géneros, que van del folk al jazz y al trap. Las entradas pueden adquirirse en la boletería del auditorio o a través de Ticketek.
A través de sus canciones relacionadas a la realidad y a la actualidad del mundo, el reconocido cantautor Pedro Aznar brinda diferentes mensajes sobre los problemas del medio ambiente y del amor. En esta ocasión, el músico se presentará en la sala del Teatro Universidad, el sábado 2 de septiembre a las 21, para compartir su último y más ambicioso trabajo discográfico, El mundo no se hizo en dos días. Las entradas pueden adquirirse en la boletería del auditorio (lunes a viernes de 11 a 21, y sábados, domingos y feriados de 15 a 21) o en Ticketek.
¿Qué va a encontrar el público en esta nueva función?
Voy a hacer un recorrido por toda la discografía, además de mostrar algunas de las canciones de El mundo no se hizo en dos días. El álbum tiene 20 temas, algunos fueron creados durante la pandemia y otros son de 2018. Así que tiene una impronta muy particular, de reflexión interior y política. Es un disco que comunica ideas fuertes y un poco de mi postura frente a las cosas que estamos viviendo.
Cuando hablás de que el mundo no se hizo en dos días, ¿a qué te referís?
La frase refiere a que no hay que bajar los brazos y hay que seguir luchando denodadamente por las libertades que tenemos, ya que hoy no están completamente garantizadas. En particular, el tema que lleva el título del álbum habla de la defensa del medio ambiente y de los gobiernos que, claramente, no están haciendo lo suficiente, porque no hay una política seria de reducción de emisiones de los combustibles fósiles. Entonces, estamos muy cerca de un punto sin retorno. La canción es un manifiesto y condensa, de alguna manera, la mirada política de todo el disco.
¿Cómo fue el proceso de creación y su transformación?
Durante la pandemia mantuve presencia a través de las redes, hice un montón de conciertos online, muchos de ellos gratuitos, a modo de acompañar a la gente y, finalmente, las personas me acompañaron y fueron muy cálidas. Me enviaron hermosos mensajes que fueron un bálsamo. Ese tiempo se podía tomar como de desesperación o de reflexión. En mi caso, lo tomé como un retiro creativo, como tomarme un respiro... ¡y así fue! Pero lo creativo estuvo tan presente y se manifestó de una manera concreta y cabal, al punto que soñé una buena parte de las canciones de este disco. Mi inconsciente se estuvo manifestando creativamente durante la pandemia, no me dejó tomarme un tiempo de desconexión de mi tarea, sino que redobló la apuesta para decir lo que pienso.
¿Cómo surgió la fusión de diferentes géneros en este trabajo?
Los géneros urbanos me parecen muy interesantes para comunicar ideas fuertes porque tienen un uso intensivo de la poesía, están basados en el poder de la palabra como generadora de ritmo y comunicación. La primera vez que incursioné en el mundo del rap fue con un poema de Jorge Luis Borges que musicalicé en 1999 y que se llama “Insomnio”. Lo grabamos en vivo en el Teatro Colón con el grupo Animal. El tema que le da título al álbum es un rap, tiene un énfasis hermoso en la palabra.
A través de tus canciones generás conciencia sobre el medio ambiente...
Lo vivo con una responsabilidad como comunicador de ideas. Me parece que es importante hablar de lo que me ocupa y preocupa, es totalmente genuino y me sale espontáneamente. En este disco hay una apuesta fuerte, por eso quiero transmitir que tomemos conciencia de esto, porque la cosa está realmente picante. Estamos llegando a un punto de no retorno.
Después de todo un camino recorrido, ¿cuál es el balance que hacés de tu trabajo?
Si miro en retrospectiva, me gusta lo que veo, porque hay respeto por el oyente y una consistente búsqueda de la belleza, de comunicar emociones, y lo pude haber logrado mejor o peor en distintas épocas, o en distintos momentos en los discos. Me emociono cuando escucho canciones mías viejas y digo... ¡qué bien estuvo esto! Se me humedecen los ojos escuchando los temas. ¡Eso es un gran indicador! No lo hago frecuentemente, pero, cuando me dan ganas de escuchar algún álbum, noto cosas interesantes que me emocionan. Por eso, puedo decir que veo con gran satisfacción todo mi trabajo.
¿Cómo definís la música y qué sentimientos te atraviesan cuando pensás en ella?
Es un código de comunicación que va más allá de las palabras, va directo al hipotálamo, o sea, se mete con lo más raigal de nosotros y puentea a la razón, no usa la razón. Ella es una forma de matemática porque no deja de ser vibraciones, proporciones, armonías y relaciones entre ciertas geometrías, pero adentro de eso está la intuición. Es la reina de las artes.
El Génesis como inspiración
La portada del álbum recuerda a la Creación y al Génesis. En ella se puede ver a Adán y Eva con cascos mientras juegan con varios planetas. “Los cascos de astronautas significan que somos una especie que sale al espacio y que, algún día, llegaremos a las estrellas o a otros planetas habitables. Adán está jugando al yoyó con la Tierra y Eva tiene al mundo como si fuera una manzana que la muerde, la come y al resto, si quiere, la tira. Eso habla de nuestra irresponsabilidad en cuanto a la preservación de nuestra vida como especie. Tampoco se ven los rostros de ambos, eso significa la inconsciencia y la falta de presencia real que tenemos los humanos”, analizó Aznar.
La autocrítica de su labor
“A un punto, quizás, fui demasiado drástico. Si vos te dejás llevar por la autocrítica, te podés flagelar duramente y, de alguna manera, paralizarte o no animarte a algunas cosas. Creo que la madurez me enseñó a ser más liviano con mi trabajo. La música se hace por placer y vocación de comunicar, no tenés que ser perfecto. Lo más lindo de la obra artística es que tenga algunos lunares y arrugas”, refirió Pedro Aznar.