Micaela Riera: “El camino del actor es tener autoconocimiento y evitar la comodidad”
La actriz integra la obra “El divorcio”, que se presentará en el Teatro Universidad. Habló sobre las características de la comedia y el compromiso con su profesión. Su experiencia en “El amor después del amor” y un adelanto de “Buenos chicos”.
Así como un pasajero puede subirse a un micro en la terminal inicial o en alguna de las demás estaciones del recorrido y disfrutar del mismo viaje, un actor puede ingresar en diferentes etapas de una ficción audiovisual o teatral y gozar de la misma historia. En el caso de Micaela Riera, a lo largo de su travesía artística, ha participado en proyectos desde su origen, como las telenovelas Consentidos y Señales del fin del mundo o las series Atrapa a un ladrón y El amor después del amor, y también se ha sumado a otros que ya estaban en marcha, como la obra El divorcio, que el viernes 8 de septiembre a las 21 se presentará en el Teatro Universidad (Florencio Varela 1.903, San Justo).
Esa noche, el escenario se convertirá en la casa de la pareja de Mechita (Riera) y Juan (Luciano Castro), quienes brindarán una cena a la que asistirán sus amigos Susana (Carla Conte) y Luis (Pablo Rago). Estos últimos vienen de remontar su relación tras varios meses de separación, por lo que compartirán con sus pares los secretos de una famosa “terapia” que utilizaron para lograr su reconciliación. Sin embargo, como no todos los vínculos son iguales, esta recomendación dará lugar a un sinfín de situaciones tan sorprendentes como desopilantes.
Las entradas para la comedia El divorcio, escrita y dirigida por Nelson Valente, pueden adquirirse tanto en la boletería del auditorio de la Universidad Nacional de La Matanza (lunes a viernes de 11 a 21, sábados, domingos y feriados de 15 a 21) como en el sitio web Ticketek.
- ¿Cuáles fueron los retos de sumarte a un elenco y a una obra que ya estaban en curso?
- ¡Fue un desafío grande! Primero, nunca me había tocado trabajar con ninguno, no sabía cómo iba a ser la calidad humana, era un grupo ya consolidado, entonces, no era lo mismo que llegar y conocerse todos juntos. Además, ellos ya tenían la obra súper cocinada. Respecto a todos mis miedos y a todas mis dudas, no solo que fue todo lo contrario, sino que, a su vez, fue muy superador. Como calidad de personas, mis compañeros son todos un 20 de 10. Me supieron abrir las puertas, me cobijaron, me cuidaron un montón, ¡y lo siguen haciendo! Estoy súper contenta y con ganas de que esto siga, ¡me siento muy bien con ellos! Encontramos un grupo de amistad muy hermoso, nos juntamos a merendar todas las tardes antes de la función y charlamos sobre la vida, ¡de repente somos como un equipo de autoayuda!
- En la puesta escénica, Mechita y Juan se someten a una terapia poco habitual, ¿en qué consiste?
- Es una terapia de pareja poco ortodoxa, que Susana y Luis ya la experimentaron y les recontra sirvió. Mechita y Juan medio que se meten ahí, pero no son los usuarios indicados, porque los expone a las aristas más increíbles y graciosas. Mi personaje está más allá del agotamiento, no se banca una, ni se guarda nada y, además, su marido es lo opuesto, no registra, está completamente en otra. Lo que sucede con esta obra es que se tocan muchos problemas y situaciones comunes en la vida cotidiana de la gente, que acá son un poco más acentuados. Todo el tiempo los espectadores se sienten identificados con lo que está ocurriendo, quizás ni siquiera convivieron, se casaron o divorciaron, pero, algo, en algún punto, les va a llegar, ¡y se van a reír a carcajadas!
- El género de la comedia tiene su propio timing... ¿qué recursos propios o del entorno te ayudan a alcanzarlo en escena?
- Principalmente, el guion, que en El divorcio es excelente. Nunca había visto algo de Nelson, pero a partir de esta obra conocí más textos suyos. Tiene una forma de escribir en la que te sentís muy identificado con las cosas naturales de la vida y, al mismo tiempo, toca perfectamente en la llaga para que te puedas estallar de la risa. Partiendo de la base del libro, después se suman varios factores, como tener una buena comunicación con los compañeros y saber escucharse, ya que en el teatro estás vos solo, es decir, no se corta la escena y volvés a arrancar. Hay que tener todas las antenas preparadas para salvar cualquier situación, es un trabajo muy en equipo. En esta obra, estamos muy unidos, y la recontra disfrutamos. La risa del público se escucha, se siente, y te va incentivando, es como si fuese un intérprete más.
- En el transcurso de tu camino artístico, ¿de qué cuestiones te “divorciaste”?
- No sé si me he divorciado de algo... Lo primero que pienso es el modelaje. Yo arranqué siendo modelo, pero me encontré en varios momentos de mi vida, sin ir más lejos días atrás, haciendo fotos. Siento que nunca fui de cortar cosas tan de raíz. Me gusta que muten y pasen a otro nivel en la vida.
- ¿Y con cuáles continuás comprometida?
- Soy una persona que se compromete muy profundamente con todos los laburos, con las relaciones, con la familia. Particularmente, hoy, el trabajo es mi compromiso más estable e importante, y al que más le estoy dando energía. También siento que lo estoy valorando mucho, porque es un trabajo muy complicado el del actor, hay muchos momentos en los que no tenemos y hay que salir a hacer cosas que, por ahí, no nos gustan tanto, pero de algo hay que vivir. Por suerte, yo encontré mi otro arte, mi otro amor, que es la cerámica. La conocí en 2017, hice una tecnicatura que terminé en 2019, compré mi horno y armé mi taller. Por lo tanto, cada vez que estoy con falta de laburo actoral, que es el principal, lo primero que saco a flote es la cerámica, aunque nunca la suelto. De hecho, cada tanto me hacen compras en la página web.
- En torno a la cerámica, ¿qué encontrás allí que, quizás, en otra disciplina artística no hallás?
- Cuando estoy actuando, estoy conectada con el personaje, con el texto, con mis compañeros, hay mucho trabajo en equipo, veo cómo me tengo que parar para que me dé bien la luz, me agarre la cámara, o me vea el público, o sea, siempre hay algo del entorno que está funcionando. Mientras que, con la cerámica, eso desaparece. Puedo pasar horas, y me olvido completamente de mi existencia. Es como una híper concentración que se genera, y no tengo que estar pensando en el afuera, por nada del mundo. Solo tengo que estar pensando en algo que estoy creando desde cero, que no existe, a lo que le estoy dando una forma, mi tiempo y espacio. Es un momento de encuentro y mucha meditación.
- Pasando al mundo audiovisual, ¿qué balance hacés de tu elogiado paso por El amor después del amor?
- Sabía que iba a ser una serie bien aceptada porque estábamos haciendo algo que estaba buenísimo, no lo podía creer cuando grabábamos, era muy utópico. Me dediqué a disfrutar al mil por ciento. Generalmente, en mis trabajos como actriz, estoy todo el tiempo pendiente de un montón de cosas, debido a que hago esto desde hace muchos años, y me gusta cubrir todo lo que sé que puedo llegar a cubrir, incluso va más allá. A veces estoy haciendo tareas de otros, cuidando que no se descuiden de eso, y capaz me desconcentra a mí. Pero, esta vez, me dediqué pura y exclusivamente a mi personaje, y sentí que, en algún punto, fue una decisión que los problemas me resbalaran. Esa decisión me hizo crecer mucho como actriz, y empecé a verlo también en otros actores, es la confianza que se genera en el grupo, de que cada uno haga bien su trabajo, ¡eso es trabajar en equipo!
- ¿Cuán complejo fue entrar al personaje de Fabiana Cantilo y cuán difícil fue salir?
- Fui ingresando de a poco, y saliendo más de a poco. De hecho, empecé a abandonarla antes de terminar de grabar, porque sabía que me iba a costar mucho, y me llevó como seis meses post rodaje. Había algo de luto, de haber soltado a ese personaje, fue muy angustiante, ya que le puse mucho amor. Recuerdo que, antes de empezar a rodar, estaba tratando de entrar en el papel en mi casa, pasando letra, viendo cómo hablaba Fabi, cómo se movía, qué hacía, y registré que ingresaba en personaje, salía, me iba a dormir, y cuando quería regresar me costaba mucho. Entonces, entré y no salí, así durante seis meses y medio, estaba en alguien que no era yo. Y amaba todo lo que pasaba con ella, además sentía que la gente me quería mucho siendo ella, notaba una relación diferente con los demás. Si bien soy muy cariñosa y me gustan las conversaciones profundas, percibía que Fabi era mucho más expresiva que yo, por lo que las personas consideraban que podían ser más expresivas con ella.
- ¿En qué circunstancias necesitaste soltarla?
- En el momento donde registré que había cosas que no eran mías, que sentía que estaba impostando algo. Una cosa es quedarse con cositas del papel que son lindas, pero que te salen naturalmente. Pensaba, '¡Yo no soy así para la vida!'. Y hubo cosas que me costaron, fue aprender a contenerme, y a contener la locura, porque Fabi es un personaje que explota muy fácil, le dicen algo y grita sin problemas. Entonces, fuera de cámara, me costaba que, de repente, una persona me dijera algo por la calle y yo no explotara. Tenía que volver a mí y tratar de bajar decibeles. De a poco me fui encontrando, y dije, '¡Listo, soy yo de nuevo!'. Fue un proceso larguísimo, pero interesante.
- En tu trayectoria, cursaste en varios lugares y con distintos maestros, ¿qué valor le otorgás a la formación?
- Tuve una vida muy particular, y mi forma de ver la vida también fue muy particular. Se trata de despertar un sentido diferente, de ver la esencia de la gente, y considero que eso se entrena, no es que tengo un don. Me gusta pensar cómo es esa persona, qué hace, si está pensando en algo diferente a lo que está hablando, si está siendo falsa o genuina. En mi vida cotidiana, generalmente, estoy analizando esas cosas de la gente que tengo alrededor y, después, hay mucho laburo interno. El actor tiene que tener un abanico de emociones y transitarlo en su vida para, luego, interpretarlo desde un conocimiento. Eso se encuentra psicoanalizándose, entrenando actuación, yendo al lugar de la incomodidad, no quedándose en lo que uno ya sabe. Además, está la práctica que da el trabajo, hay algo del vértigo que genera lo que estás haciendo, que va a ser expuesto, y no pasa cuando estás con un profesor. Es prueba y error, darte la cabeza contra la pared millones de veces hasta que te salga bien y encuentres, más o menos, el camino cómodo para, posteriormente, salir de ahí y buscar otro. Siento que el camino del actor es no estar en la comodidad y tener autoconocimiento.
Las vicisitudes de la juventud en la pantalla chica
Este mes, debutará en El Trece la nueva tira diaria de Pol-ka Buenos chicos, en la que Micaela forma parte del reparto. El relato sigue a un grupo de amigos jóvenes, de clase media alta, que se ven involucrados en un acto delictivo que transforma sus vidas para siempre. Acerca de dicha producción audiovisual, la actriz adelantó: “No es la típica historia de amor de adolescentes, sino que ellos están metidos en un re quilombo. Es algo más actual, sobre lo que viven los pibes hoy, por lo que no está muy alejada de la realidad. ¡Espero que le vaya bien!”
Y, a continuación, reflexionó sobre la importancia de la presencia de ficción nacional en la televisión abierta. “Yo arranqué haciendo novelas, siento que eso no se tiene que perder. Acá, en Capital Federal, hay algo que es como que 'ya nadie ve la tele'. Yo soy de Santa Fe y, cuando hay una novela, se ve. Hay un montón de gente que sigue mirando la tele y que está esperando que salga un proyecto. No se tiene que perder la ficción, es algo que nos caracteriza a nosotros, algo súper argentino, que se vende a otros países, históricamente, porque tenemos muy buena calidad. Asimismo, es un espacio que da muchísimo trabajo a muchas familias”.
Aquí no hay quien viva
Tras haber participado de la primera temporada de la exitosa serie El encargado, protagonizada por Guillermo Francella y emitida por Star+, Riera aguarda el estreno de la segunda parte, confirmada para noviembre de este año. Allí, se abordarán nuevas aventuras del manipulador conserje y los diversos inquilinos del edificio.