Mercedes Funes: “Mi mayor construcción tiene que ver con aprender a escucharme”
La actriz protagoniza la comedia romántica “Me duele una mujer”, que se presentará en el Teatro Universidad. Se refirió a su interpretación de diferentes personajes en la obra y a la respuesta del público. Las motivaciones en la profesión y el recuerdo de sus icónicas villanas.
Aunque los espectadores pueden ingresar a la sala teatral con algunas referencias sobre la historia y los personajes que luego verán en escena, generalmente se sorprenden por lo que termina sucediendo frente a sus ojos. De hecho, cuando el sábado 13 de mayo, a las 21.30, visiten el Teatro Universidad para disfrutar de la comedia romántica Me duele una mujer, ya sabrán que Mercedes Funes integra el elenco protagónico, pero se asombrarán con la diversidad de personajes que ella interpretará en el escenario.
Es que, en el transcurso del relato escrito y dirigido por Manuel González Gil, la multifacética actriz dará vida a distintas mujeres que forman parte de la vida real -o imaginaria- de Miguel Sánchez (Nicolás Cabré), un profesor que recientemente fue dejado por su pareja. Por lo tanto, Funes se convertirá tanto en su exnovia Paula como en su irónica psicoanalista, además de transformarse en Nara, Marta y otras personas que se cruzarán en su camino.
Las entradas para Me duele una mujer pueden adquirirse en la boletería del auditorio, situado en Florencio Varela 1.903, San Justo (lunes a viernes de 11 a 21 y sábados y domingos de 15 a 20) y en el sitio web Ticketek.
- ¿Qué recursos te ayudan a entrar y salir de cada personaje?
- No sé si son recursos, o si simplemente es una decisión de divertirme. Se trata de jugar, más cuando es una comedia y cuando los personajes -como sucede con los míos en Me duele una mujer- son producto de la imaginación de Miguel. Entonces tengo todo permitido, y la principal herramienta es saber que no hay límites. Cada obra de teatro se aborda desde distintos ángulos, según pida el material. Hay algunas donde uno necesita estar mucho más atento a lo que el texto guía, mientras que hay otras en las que hay que estar más atento a lo que la situación pide, es decir, se termina de completar con lo que pasa en la sala, sobre todo cuando el público tiene la posibilidad de manifestarse, como ocurre en una comedia, que se ríen y aplauden.
- Uno de tus personajes principales en escena es la psicóloga...
- Es la única que no es producto de la imaginación de Miguel, aparentemente. El hilo conductor de esta obra son las distintas sesiones de terapia a las que va él, que está transitando el duelo por la separación de su novia, tiene una especie de negación, no puede seguir adelante, y no quiere renunciar a esa pareja. La psicóloga, con una mirada aguda, le da unos cachetazos literarios maravillosos. Es un personaje hilarante como pocos, con sus contestaciones y su manera de sacar a Miguel de su pavada, con un humor muy ácido que creo que a todos nos interpela. Todos en algún momento vivimos una situación de desamor, de sentir que se nos rompió el corazón, que una persona nos rechazó, nos abandonó o nos engañó. Pasamos por ese desgarro, pero, después, lo miramos a la distancia.
- Y todas las mujeres que hacés se vinculan con un mismo hombre, ¿cómo es la interacción en escena con Cabré?
- ¡Es genial! Ellas tienen la impunidad total de entrar y salir de la vida de Miguel, manejarle la cuestión y hacerlo sentir peor de lo que estaba antes, ¡me divierte mucho! Y trabajar con Nico es un placer, porque es un tipo muy inteligente, de hecho, también tiene una mirada muy interesante como director. Y es muy gracioso, con su humor muy ácido y esa pequeña maldad en los ojos (risas). Yo juego con eso porque él no me puede contestar ni devolver el chiste, aprovecho para cargosearlo desde los personajes y divertirme con sus caras.
- El elenco se completa con Pepe Monje, Facundo Calvo y Sol Loureiro...
- Sí, el personaje de Pepe -¡un actor maravilloso!- es fabuloso, es 'el otro yo' de Miguel, o sea, éste tiene el demonio y el angelito. El angelito es alguien deprimido que se quiere morir porque su mujer lo dejó, y el demonio, que trata de despertarlo, es el personaje de Pepe, que es muy gracioso. Entre Monje y yo no interactuamos porque los dos somos parte de la cabeza de Miguel, de todos modos, estamos percibiéndonos todo el tiempo. La complicidad y la diversión que tenemos en el escenario la gente la siente, y se divierte con nosotros. Somos actores jugando, como si fuéramos chicos, y justamente se nos suman dos niños no tan niños, que son Sol y Facundo, dos actores jóvenes, adorables, que hacen la representación más pura del amor.
- Las risas son la respuesta más efectiva en una comedia... ¿influyen durante tu actuación o las procesás al finalizar la función?
- ¡Recontra influye! Si sabés que el público la está pasando bien y le está gustando, te da todo y la pasás bien. Mientras que, cuando sentís que el público no la está pasando bien, ¡la pasás muy mal! (risas) Es un feedback constante. ¡Disfrutamos muchísimo hacer esta obra! Ya hicimos temporada un año y medio en la calle Corrientes, y las tremendas ganas de seguirla tienen que ver con lo bien que la pasamos en el escenario, y sabemos que la gente también la pasa genial. ¡Es de un disfrute absoluto!
- En la obra, la terapeuta orienta a Miguel en su vertiginosa vida. Pensando en tu profesión, ¿quiénes han sido tus personas guía?
- Los principales referentes son mi mamá y mi papá. Más allá de su ejemplo en la vida y de lo que digan, lo que enseña es lo que hacen y muestran. Hubo frases puntuales y maravillosas que me han marcado y ayudado a elegir correctamente algunos caminos. Soy una persona transparente y simple para con quienes me dejo conocer, pero, por ahí, no me dejo conocer tanto por todo el mundo, entonces, para otras personas debo parecer compleja y distante, nada más lejano. Aquellos con los que rompo esa distancia propia de mi timidez, y que me conocen profundamente, me han dicho palabras y me han mostrado ejemplos que me construyen como persona. Mis amigos me han dicho cosas muy hermosas. Y también está mi marido, que a veces me conoce más que yo misma, ¡y me sorprende enormemente! Es una persona que, más allá de que me quiere muy bien, y me siento afortunada por eso, es muy inteligente y me ayudó a crecer en muchas cuestiones. A veces tengo una mirada un poco Disney de la vida, que está bueno, pero hay momentos donde hay que animarse a sacarse el velo y ver la crudeza de ciertas cosas, para eso hay que estar preparado. En ese sentido, él me ha enseñado, y me enseña, muchísimo.
- ¿En algún momento de tu camino seguiste más los deseos de otros que los tuyos?
- Sí, en muchos momentos de mi vida seguí los deseos de otros, y ese fue uno de los grandes aprendizajes de mi vida. Mi mayor construcción tiene que ver con aprender a escucharme. Ahora sigo mis deseos al ciento por ciento, creo que es algo que dan los años, aprendes a quererte y a aceptarte con mayor piedad. Siento mucha ternura hacia mí, pretendo ser amorosa conmigo, no exponiéndome en espacios donde no lo son conmigo, y aceptando aquello que me de bienestar. Esas cosas las da la experiencia de vida, también la dicha de haber elegido rodearme con lindas personas, y mirarme a través de los ojos de los otros. ¡Hay que aceptar las bellas miradas! Estoy muy confiada en que siempre voy a estar parada en lugares donde me sienta bien, ya no le tengo miedo a eso, no me podría permitir estar en ningún espacio laboral, o en ninguna relación humana, donde no haya ternura y cariño.
Tres telenovelas... ¡tres villanas icónicas!
Arriba del escenario o frente a cámaras, en teatro o en cine y televisión, Mercedes ha explorado un abanico de eclécticos personajes. Algunos de ellos fueron antagonistas y/o villanos de los papeles protagónicos de las tiras diarias y, por su fuerza, son recordados por espectadores de distintas generaciones.
En 2004, Funes interpretó a Nora Cándida Ponce en Padre Coraje, una peligrosa mujer cuya salud mental se va deteriorando. En 2009 y 2010, dio vida a la autoritaria Jefa de Ministros Luz en la ficción adolescente Casi Ángeles, donde manejó el Colegio NE (Nueva Era). Y, en 2019, fue Alicia Ferreyra en Argentina, tierra de amor y venganza (ATAV), quien tuvo un vínculo enfermizo con su hermano Torcuato Ferreyra en los años 1930-1940.
Sobre su relación con este tipo de papeles, planteó: “Sinceramente estoy muy lejos de ser una persona que tenga sentimientos de maldad. La villana va de la mano de la persona insegura, que necesita destruir para construir sobre lo destruido, porque no soporta la competencia, y tiene un montón de sentimientos negativos. Pero hay algo por lo que las villanas me conmueven. Creo que detrás de la maldad hay una herida, entonces, trato no de justificar, sino de comprender, en base al recorrido de su vida, sus traumas, y demás. Siempre intento ponerle el corazón a alguien que, en realidad, está muy limitado, ya que está muy lastimado”.
Y, a continuación, agregó: “Por otro lado, pongo mi humor. Me rodeé de una familia de mujeres muy melodramáticas. Yo no lo era, pero sí mi mamá y mi hermana... y algunos hombres de mi familia también. Entonces, lo vi toda la vida como espectadora. Hay algo de eso que me divierte, en cuanto a lo extremo. Medio inconscientemente, y medio a propósito, utilicé esas herramientas grotescas para incluir en las partes graciosas de mis villanas. Hay una exageración”.
Un viaje al pasado
En el marco de la emisión de ATAV 2 en las noches de El Trece, con nuevo período temporal (década de 1980), nuevas historias y elenco, Mercedes recordó su paso por la tira diaria durante su primera temporada. “La verdad es que ATAV me devolvió una confianza en mí misma, que quizás yo, no es que había perdido, pero sí estaba teniendo en la cuerda floja. En nuestra profesión estás todo el tiempo empezando y terminando, pisando sobre una baldosa insegura, no hay escalafones lógicos, no es una matemática lineal, por lo que permanentemente podés tener un horizonte vacío de oportunidades laborales. Entonces, hay que tener mucho optimismo, y tenerse mucha fe”, confesó.
Cuando Adrián Suar le propuso sumarse al reparto, luego de un largo tiempo de no haber trabajado en Polka, la actriz recibió el papel como un “bombón relleno de crema y dulce de leche”. Incluso se preguntaba: “¿Tamaño personaje para mí?” Ya desde los libros, Ferreyra tenía mucho para decir y mostrar en un universo enriquecedor. Y otra de las personas que incentivó a la actriz fue Gonzalo Heredia, con quien en esa ocasión compartía el elenco de la obra teatral Perfectos desconocidos que, luego, en la ficción televisiva, dio vida a Aldo Moretti, protagonista de un triángulo amoroso con Alicia y Raquel (Eugenia “China” Suárez).
“Desde el primer momento tenía dos opciones: podía ir muerta de miedo y con inseguridades por no haberme imaginado a la altura o, por el contrario, podía ir a divertirme todos los días. Por suerte, decidí lo segundo, ¡y la pasé fantástico! Ni siquiera iba pensando en el resultado, iba a reírme y a descubrir mi propio humor. Me sorprendía de las cosas que se me ocurrían y, a su vez, de las cosas maravillosas que hacían mis compañeros, como Benjamín Vicuña y Gonzalo, con quienes estuve en muchas escenas. ¡Con Benja nos hemos descostillado de la risa! Para mí, fue aprender a dejar de lado esto que tenemos de subestimarnos por las dudas, y confiar un poco en lo aprendido y en lo vivido, que en algún lugar nuestro está. No hay que forzar, es confiar en quien es uno, por algo lo eligieron para ese personaje”, agregó.
Una experiencia en presente continuo
Acerca del valor de la disciplina y el espacio teatral, Funes destacó: “¡Es irreemplazable! Lo hemos visto y vivido cuando la pandemia nos obligó a que no tengamos ninguna actividad presencial, y parecía que el teatro moría, pero, en cuanto pudo volver al ruedo, la gente vino desesperada, con barbijos y con aforo. Más allá de todos los adelantos y las facilidades que tiene el entretenimiento en casa, como mirar una película a través de una plataforma -que es otro estilo que está buenísimo- hay algo del ritual y de lo presencial, de lo espontáneo, de lo que está pasando en ese momento, que es irrepetible. Por más que haga todas las noches la misma obra, eso que está pasando es un momento único y vívido. Entonces, siento que es muy importante que se preserve ese espacio y se retroalimente. Me parece fabuloso que se sigan inaugurando salas, ¡y ojalá llegue a la gente en todo el país!”
En sintonía con este último punto, la actriz oriunda de Rosario se refirió a lo importante que es que la labor de los artistas tenga la remuneración correspondiente, para que puedan vivir de dicha profesión. “No tiene que ser solamente un espacio de élite en los teatros comerciales, o para quienes 'tienen cierta fama'. Me encantaría que cada ciudad del país tenga sus teatros, con sus elencos estables haciendo obras, y que la gente de la comunidad vaya a fomentar a los artistas locales. Así como también hay que fomentar las ficciones de los canales locales. Se trata de salir un poco de esta cosa centrada, y que haya un crecimiento profesional del teatro en todo el país. La mayoría tiene que viajar a Buenos Aires, irse de sus casas para 'probar suerte en Buenos Aires'”.