Matías Recalt es Roberto Canessa en “La sociedad de la nieve”: “La película me puso a prueba como actor”
Interpreta al sobreviviente de la Tragedia de los Andes en el popular filme de Bayona. “Siempre un personaje, sobre todo cuando es tan profundo, te moviliza”, planteó en diálogo con El1.
“¿Ahora se van a dejar morir? ¿Con todo lo que pasamos?”, cuestiona Roberto Canessa a sus compañeros, en 1972, desde el corazón de la Cordillera de los Andes, ante los momentos de desánimo, luego de sufrir el trágico accidente aéreo. Con varias semanas afrontando hostiles circunstancias -como la falta de comida y las heladas temperaturas-, además de la decreciente posibilidad de ser rescatados, muchos de ellos desconocen, y temen, cuánto tiempo más podrán sobrevivir.
Sin embargo, el joven estudiante de medicina y rugbier uruguayo mantiene la ilusión y motorizado por frases de sus pares como “vos tenés las mejores piernas del equipo, tenés que caminar por los demás” y “¡hay que intentarlo!” emprende una imprevisible caminata junto a Nando Parrado rumbo a Chile en busca de ayuda.
En 2024, estos pasajes son visualizados por espectadores de todo el mundo en Netflix, a través de La sociedad de la nieve, la aclamada película dramática española dirigida por Juan Antonio Bayona. Allí, el sobreviviente Canessa es recreado por el actor argentino Matías Recalt quien, con su comprometida interpretación, ha logrado traspasar la pantalla y movilizar al público. De hecho, actualmente, está nominado como “Actor revelación” en los venideros Premios Goya.
- Al tratarse de tantas audiciones para integrar la película, ¿cómo mantuviste el eje para que no te sobrepase el proceso?
- Lo más lindo es la sensación de haber hecho un buen casting. Después, hay que entender que lo que suceda tiene que ver con un montón de factores que uno no va a poder controlar, por ejemplo, la apariencia física del papel o el resto del elenco que se está armando. En este caso, eran personajes que existieron realmente, entonces también había algo con el parecido físico. En todas las instancias intenté dar lo mejor. Para el primer casting, me preparé con mi profesor de teatro, para tener herramientas, y luego fue soltar y ver qué pasaba. Si quedaba, o no, había algo que ya me satisfacía: haber hecho un buen casting. ¡Eso ya era súper importante!
- Cuando grabaste la película tenías casi la misma edad de Canessa, ¿qué consideras que te aportó la cercanía etaria para su construcción?
- Sí, Canessa tenía 19 años cuando fue el accidente. Cuando yo hice el casting también tenía 19, al empezar a filmar ya tenía 20, terminé el rodaje con 21, y ahora estrené la película con 22.Creo que algo que es muy loco de esta historia es que los protagonistas eran niños. De hecho, yo tengo una vida adulta, pero todavía me siento un niño en muchas cosas. Y en la inmensidad de la Cordillera de los Andes hasta una persona adulta es un chico, sobre todo con la sensación de estar perdido, es algo muy fuerte. Considero que la edad me ayudó un poco a sentirme lo más chiquito posible en la montaña, además de que, físicamente, delato los años que tengo. Lo que les pasó a estos chicos muestra que de un día para el otro la vida te pone en esa situación y tenés que curtirte como puedas.
- En la ficción, para interpretar a otra persona, también buceás en vos mismo, ¿qué fibras te tocó este personaje?
- En muchos lugares. Siempre un personaje, sobre todo cuando es tan profundo, te moviliza. En el proceso del rodaje me sentía Canessa, pero había mucho de Matías también, entonces, quizás no me veía tan adentro del papel. Aunque, cuando volví a mi casa, después de tanto tiempo, me di cuenta de que recontra estaba dentro, que había algo que se había armado, mismo en el set. Además, la película se filmó de forma cronológica, así que el rol se fue asentando y lo fui descubriendo a medida que pasaban los días. Creo que un poco los personajes llegan a uno, de hecho, hubo algo que J (Bayona) y María Laura (Berch, directora de casting y coach actoral) vieron en mí para representar a Canessa. Evidentemente, tenía muchos parecidos con él, no obstante, luego aparece la actuación y la creación del rol. Un lugar donde estuve cómodo haciéndolo tuvo que ver con que había muchas de las decisiones de supervivencia que él había tomado en ese momento que yo también podría haber tomado. De todos modos, si me ponés en el medio de la montaña, por ahí, no hago nada, pero cuando me tocaba actuar decía '¡qué bien este tipo, yo hubiese hecho lo mismo!'.
- Desde lo actoral, ¿qué recursos te permitieron llegar al instinto de supervivencia?
- Hay algo propio de la actuación que no se puede poner en palabras, es decir, las herramientas actorales se ponen a disposición y sucede algo energético. Obviamente, se ensayó dos meses y se ensambló el grupo, hacíamos rondas para hablar entre todos, leer el guion, debatir acerca de la historia e imaginar cómo era la cabeza de estas personas en esa situación, con ese instinto de supervivencia. Después, cada uno tuvo el suyo. ¡El rodaje fue bastante extremo! Además de Bayona, contamos con la ayuda de María Laura, y de los coaches Gustavo Saffores y Emiliá Carrilla, que estaban todo el tiempo con nosotros para que llegáramos a estados muy difíciles. Uno puede actuar un montón de cosas que le suceden en la vida, sin embargo, estar perdido en la montaña no lo podía llevar al plano terrenal. Por otro lado, los actores hacíamos respiraciones para agitarnos y estar cansados, también actuábamos el frío. Fue un lindo trabajo colectivo, coral, entre todos nos potenciamos y nos ayudamos para llegar a estados muy difíciles.
- Tu personaje era estudiante de medicina y, en cierto punto, le tocó ejercer la vocación en una situación límite…
- Sí, en realidad, Canessa estaba en segundo año de la carrera. Cuando hablé con él, me contó que no sabía un montón, por lo que tuvo que aplicar una especie de medicina de guerra, con las cosas que tenía ahí, que eran pocas. No tenían agua oxigenada ni alcohol, así que para curar las heridas usaban perfumes. Más adelante, encontraron un botiquín en la cola del avión con pocas cosas. Él cumplió un poco ese rol junto a Gustavo Zerbino, ya que, el doctor que había en el avión, Francisco Nicola, falleció apenas fue el impacto. Canessa, hasta donde pudo, se encargó de curar a los sobrevivientes y de que las heridas no se gangrenen, que en un momento fue imposible, porque cuando subieron las temperaturas en la Cordillera y empezó a hacer calor todas las heridas empezaron a pudrirse.
- Tuviste la oportunidad de reunirte con Roberto, ¿qué rescatás de esos encuentros?
- Por suerte, fueron muy amables, Roberto me brindó un montón de información. Es una persona muy simple y abierta a ayudar. Hoy en día, es cardiólogo de niños, o sea que está constantemente atendiendo gente y salvando vidas. Me abrió la puerta de su casa y me dio la posibilidad de preguntarle todo lo que quisiera, y yo, sin pudor alguno, le pregunté absolutamente todas las cosas que se me venían a la cabeza. También conocí a su mujer, a sus hijos, su trabajo y sus compañeros. Fue muy interesante hablar con Laura, con quien está de novio desde antes del accidente, o sea que ella vivió todo el proceso de no saber si Roberto iba a volver, si estaba vivo o muerto. Hubo un día que tuvimos una cena con los sobrevivientes, ahí quise ver el comportamiento de Canessa con respecto a los demás. Lo estudié, no para copiarlo, sí para ver un poco su esencia. De todos modos, hoy es alguien y supongo que hace 50 años era otra persona, así como también era otro en la montaña. Me imaginé un poco su personalidad potenciada en la Cordillera.
- Fuera de la magnitud de la situación verídica y de la ficción cinematográfica, pensando en la resiliencia del camino actoral, ¿hubo momentos en los que sentiste que no podías más?
- Esta película me puso a prueba como actor en un montón de sentidos. Yo venía creyendo que, quizás, era 'más fácil' actuar y, de golpe, me encontré con un proyecto en el que dije, 'Ok… ¡me falta un montón todavía!'. Esa fue una buena cachetada de La sociedad de la nieve, me hizo darme cuenta de que me falta aprender mucho y que aun hay lugares que no conozco de mi actor. A veces, esos momentos son duros, porque pensás, 'Uy, me está costando un montón esto', y te asustás. ¡También es lo lindo! Cuando el camino es más difícil, después es más satisfactorio, es el esfuerzo por seguir adelante y no dejarse invadir por pensamientos o circunstancias. Todo el tiempo te topás con desafíos, y en esta película hallé un montón, que me hicieron aprender muchísimo. Me he ido del rodaje enojado con alguna escena que no me gustó como me salió, porque en cine lo que filmaste queda y, luego, sale al mundo para ser visto por millones de personas. No obstante, estoy agradecido, se trata de aprender a soltar y confiar en que no solo depende de uno. ¡El cine es un trabajo muy colectivo!
- ¿Cuáles son los aprendizajes que te llevás de La sociedad de la nieve?
- Cuando, por ejemplo, fallece alguien cercano, de golpe te cae una data de las tonterías por las que nos preocupamos. Esta historia tiene un poco de eso, en cuanto a cómo el ser humano puede estar tan mal de un momento para otro. Me enseñó a aferrarme a los seres queridos, y también a ser más empático y mejor persona. Estos proyectos, y las cosas que a uno le van pasando, van quedando dentro del corazón, no tanto en lo tangible. Por eso puedo decir todo lo que aprendí actoralmente y lo técnico del cine, porque estuve filmando un montón de tiempo, pero el aprendizaje más humano se queda dentro de uno y lo va viendo con el paso del tiempo.
- ¿Cómo vivís la nominación como “Actor revelación” en los Premios Goya?
- ¡Muy contento y agradecido! Como hay diferencia horaria con España, me llegaron los mensajes del anuncio a las siete de la mañana. Si bien sabía que ese día se decían los nominados, me fui a dormir y me olvidé. Así que me levanté con una noticia hermosa. Es el fruto y decir, '¡valió la pena!'. Realmente todo el equipo se esforzó mucho. Hicimos un trabajo muy arduo de mucho tiempo.
La jugada de la victoria
En 2019, Matías integró la exitosa serie de Netflix Apache, codirigida por Adrián Caetano y Nicolás Goldar Parodi. La biopic relata la vida del ídolo del fútbol Carlos Tévez, desde su humilde infancia en el barrio Fuerte Apache hasta sus inicios como jugador del club Boca Juniors. Asimismo, la ficción inspirada en hechos reales plantea una historia de amistad, ya que, no se centra únicamente en la vida de Carlitos, sino que, también, pone el foco en su amigo Danilo “El uruguayo” quien, a pesar de tener talento como Tévez, no puede acceder a las mismas oportunidades. Dicho papel fue interpretado por Recalt.
“Me ha hecho aprender muchísimo de los valores humanos y de la simpleza de la vida. Me ayudó a ser más comprensivo con la gente y con las situaciones, a ser más empático. Lo quiero mucho al uruguayo como personaje. Hizo que me conocieran más con un proyecto re lindo”, agradeció el actor.
Motivación artística
Además de La sociedad de la nieve y Apache, el destacado camino profesional de Matías incluye participaciones en proyectos como: las series Argentina, tierra de amor y venganza y Planners, la película Ciegos y las obras de teatro Cabo verde, Después de nosotros y Dekho.
Acerca de los principales aprendizajes adquiridos, compartió: “Siempre hay que tener los pies en la tierra y estar en eje. Porque está la actuación y, después, todo lo que viene con ella. Me intento llenar de las simplezas de la vida, que no todo sea lo efímero, ya que esta profesión tiene muchas cosas lindas y, también, cosas banales. Sigo aprendiendo y conociéndome como actor. Hago los trabajos desde el amor, con pasión y profesionalismo”.