Betiana Blum: “Me interesa el teatro vivo, y para que eso suceda se necesita la escucha”
La célebre actriz protagoniza la obra “La pipa de la paz”, que se presentará el sábado 10 de junio en el Teatro Universidad. Habló sobre su rol como directora y las temáticas planteadas en escena. Su vínculo con las nuevas generaciones de artistas y el valor del diálogo.
Una de las experiencias teatrales más enriquecedoras para los actores tiene que ver con el desarrollo de una misma obra en tantos escenarios como sea posible, y que los espectadores de cada lugar les manifiesten sus reacciones, tan diversas como irrepetibles. En el caso de Betiana Blum, a lo largo de su elogiada y extensa trayectoria, ha emprendido giras con múltiples espectáculos. Y en cada lugar que ha visitado, ya sea un pequeño pueblo o una gran ciudad, ha viajado acompañada por dos valijas: la física, cargada con ropa y otros elementos materiales, y la espiritual, con valores como el amor por la profesión, la escucha y la paciencia.
En esta oportunidad, la reconocida artista recorre diferentes sitios con la obra La pipa de la paz, de Alicia Muñoz, en la que se desempeña como directora y actriz, y comparte escena con Sergio Surraco. El sábado 10 de junio, a las 21.30, el destino de la divertida y emotiva comedia será el Teatro Universidad. Las entradas pueden adquirirse en la boletería del auditorio de la UNLaM (lunes a viernes de 11 a 21, sábados, domingos y feriados de 15 a 21) o en el sitio web Ticketek.
- Entre la actuación y la dirección, ¿qué considerás para encarar la obra?
- Lo primero que hay que tener es una comprensión clara de qué quiere la obra y qué expresa cada escena, para hacer un planteo en el que eso se resalte. Es la forma que yo encuentro de trabajar y de guiar al otro actor, en este caso somos dos. La pipa de la paz es clara, no requiere de una apuesta complicada. Se trata de una comedia perfecta, que te ayuda muchísimo, porque hay obras que, por ahí, no están construidas perfectamente, entonces hay que hacer un trabajo doble. Alicia es una gran autora, y su texto se va a constituir como un clásico. Prácticamente cada parlamento es una carcajada, ¡y cada función una fiesta!
- Se aborda el concepto de la paz en distintos niveles, tanto en lo literal como en lo abstracto...
- El título de la obra ya es una carcajada, porque la mayoría tenemos el recuerdo de alguna película donde los indios fumaban la pipa de la paz y se terminaba la guerra. En este momento, ¿cuánto duran los acuerdos de paz? ¡Nada! Entonces el título es una genialidad. Por otro lado, el personaje que interpreta Sergio está trabajando en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) por la paz, y su madre -mi personaje- está en una guerra atómica con toda la familia. Hay una generación de madres, que yo digo que tiende a desaparecer -aunque todavía quedan- ¡que son terribles! Generalmente, aman mucho a su hijo varón y son muy creativas en la forma de conseguir lo que quieren, pueden llegar a hacer cualquier cosa, ¡y la de la obra es terrible! Además, ella tiene dos hijas mujeres y nietos. Hay una escena donde el hijo trata de mediar por teléfono con sus hermanas y la madre, como hace con los países, ¡Es desopilante!
- Se plantea una temática universal, la relación madre-hijo. ¿Cómo construiste el lazo con Sergio?
- Su personaje llega totalmente engañado, porque la madre lo llama en la mitad de la noche y le dice que tiene que ir a verla. Él no puede, entonces, ella se lo manifiesta dramáticamente y tosiendo. '¡Si querés volver a ver a tu madre con vida, no tardes!', le anuncia. Pero, cuando él toma el primer avión y arriba, ella parece espléndida, y le expresa, '¡Qué sorpresa inesperada!' Así está construida la obra. Él aparece con las mejores intenciones de asistirla, y se encuentra con que ella está vivita y coleando. Sergio es un actor de trayectoria, inteligente, con el que se puede trabajar muy bien, y sabe escuchar. De hecho, esto último es el pretexto de la vida, ya que los seres humanos no escuchamos. Mientras el otro habla estamos pensando qué le vamos a contestar. El teatro que a mí me interesa tiene que estar vivo, y para que eso suceda se necesita la escucha.
- ¿De qué manera impacta esta acción en escena?
- Hay gente que dice las cosas exactamente igual en todas las funciones. Yo creo que, si vos trabajas vivo, no es así. Por ejemplo, un personaje necesita decir '¡Buen día!' y, el otro, tiene que preguntar '¿Cómo te va?' Si se están escuchando, y a la persona no se la ve muy bien, también se le puede consultar, '¿Estás bien?' ¡Es la intención! Con Sergio tenemos desarrolladas la escucha y la mirada. Además, como el teatro es bingo, y puede pasar cualquier cosa -tal vez se rompe algo o se olvidaron de poner algo en la escenografía-, hay que saber salvar una situación, es la acción del tiempo presente. Las funciones de La pipa de la paz son muy vivas, por eso la gente se ríe como se ríe. A veces, cuando una escena les impacta mucho, aplauden en la mitad de la obra.
Camino a la UNLaM
Acerca de la importancia del Teatro Universidad, Betiana elogió: “¡Me parece fundamental! El teatro y el cine abren muchísimo la cabeza. Por lo tanto, me parece una genialidad que la Universidad tenga un teatro y un cine. ¡Felicitaciones!”
- Anteriormente, te referías al título del espectáculo. Si pensamos en tu profesión, ¿en qué circunstancias hallás la paz?
- ¡La paz es interna! No la vas a encontrar afuera, y no la busques ahí porque sonaste. Hay que tener un equilibrio interno que te permita manejar pacíficamente las situaciones. Además, con la paz hay un secreto, uno cree que tiene opuesto, que pensaría que es la guerra, pero, en realidad, no tiene. Para que haya paz hay que incluir todo lo que sucede, algo que a los seres humanos se nos complica. Uno dice, '¡Quiero vivir en paz!' Y, a la vez, dice, '¡No soporto tal cosa!' ¡Sonó! Por eso las respuestas que dan los sabios son sencillas y, en cuanto uno contradice, le responden 'puede ser...', y le cambian de tema, porque saben que eso no llevará a nada. El secreto es la escucha, por eso los budas tienen orejas grandes. Sé que la discusión no conduce a ninguna parte, entonces, cuando digo algo y veo que la otra persona está con una idea fija y no oye, digo '¡Ah, puede ser!', y cambio de tema. ¿Para qué es una conversación? Para dos personas que se escuchan, donde el otro puede iluminar algo para vos, vos podés iluminar algo para el otro, o entre los dos pueden darse cuenta de algo. ¡Ese es el placer de una conversación!
- En general, se vincula a la actuación con el juego, ¿cómo fue variando esta actividad en tu vida a lo largo del tiempo?
- Sí, eso es así. Un actor tiene que reflexionar que en el teatro todo es imaginación, de hecho, una obra es la imaginación de alguien, hay una escenografía, y la realidad la crea el intérprete al vivirla con verdad. Respecto a los cambios, sí, uno va madurando, comprendiendo y adquiriendo paciencia. La paciencia es la ciencia de la paz, entonces, en la medida que uno va obteniéndola, va siendo más fácil. Sin ella es la guerra, la discusión, la pelea. Por otro lado, está el sentido del humor. Yo creo, con mucho respeto, que Dios tiene mucho sentido del humor, que nos mira y dice: '¡Estos chicos no aprenden!' Trata de ayudarnos, ¡pero somos duros! (risas)
Encuentros intergeneracionales
El camino de un artista implica aprendizajes constantes, tanto a nivel personal como colectivo. Y, más allá de sus décadas de trayectoria sobre las tablas o frente a las cámaras, Betiana continúa conociendo la profesión e intercambiando conocimientos y herramientas, por ejemplo, a través de su interacción con las nuevas generaciones de profesionales. De hecho, actualmente cuenta con la compañía de su nieto Renzo -de catorce años- y, muy pronto, compartirá elenco en una obra con Julieta Poggio, la actriz que fue finalista de la última edición de Gran Hermano.
“Las nuevas generaciones traen su impronta y enseñanzas frescas, o por lo menos tienen otra forma de entender, hay que escucharlas. Tienen una velocidad y capacidad de aprendizaje fresca. Entonces, si estás abierto, aprendes todo el tiempo, mientras que, si te quedas en el patrón antiguo de 'yo sé cómo se hacen las cosas', estás muy solo”, reflexionó Blum.
Sobre Julieta, destacó: “La vi el día que nos presentó Carlos Rottemberg y hace poco fui a verla con mi nieto a Fuerza Bruta. Tiene una preparación y una energía hermosísima. Primero, pensé que era libre como se movían los bailarines, pero, después, me di cuenta de que era una coreografía. Ella iba perfecta con todo el grupo, y con pocos ensayos encima”.
Asimismo, se refirió a Renzo: “¡Él ama la profesión! Estudia teatro hace varios años, o sea que tiene conciencia de que hay que prepararse. Yo lo veo y lo escucho, no me pongo a dar cátedra. Hablamos de las cosas que le interesan. Noto que esa cabecita es muy rápida y tiene mucho sentido del humor”.
Una distinción emotiva
Semanas atrás, el Cuerpo Legislativo de la Ciudad declaró como “Personalidad Destacada”, en el ámbito de la cultura, a Betiana Blum. Sobre el acto de reconocimiento, la artista expresó: “Es difícil de creer, pero en la vida yo soy muy tímida, cuando subo al escenario hago un personaje y ahí me libero. Entonces, pensé, '¿Qué voy a hacer?', pero, después, estuve rodeada de mucha gente que me quiere mucho. Lo que se siente cuando la gente te expresa amor es muy lindo. Fue algo muy cálido y hermoso, ¡lo agradecí mucho!”
Crédito fotos La pipa de la paz: Gabriel Macarol (@atomobit).