Daniel Argañaraz: “Soy matancero hasta el dolor”

Tras su último show gratuito en Ramos Mejía, el cantautor de folclore nacido en La Rioja pero adoptado por La Matanza compartió su mirada sobre la realidad cultural del Partido y su compromiso social.

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Daniel Argañaraz, reconocido como una de las voces más auténticas del folclore matancero, brindó un espectáculo en el marco del ciclo “Conciertos de Gala” que se realiza en el teatro Leopoldo Marechal de Ramos Mejía. Durante el show, presentó su nuevo álbum Cuarto Creciente, una obra que mezcla diferentes géneros musicales. “Me atreví a hacer, con diferentes estéticas, canciones que tienen que ver con nuestro lugar y con nuestras experiencias de vida y busque la libertad de hacerlo porque soy el compositor”, explica el músico.

El artista oriundo de La Rioja, que forjó una estrecha relación con la comunidad de La Matanza donde desarrolló gran parte de su carrera artística, asegura que “el matancero es una persona empática y solidaria”. El cantautor no oculta su profunda conexión con este distrito del conurbano bonaerense al que eligió para asentarse. “Soy matancero hasta el dolor”, confiesa.

En medio de la crisis económica que atraviesa Argentina, Argañaraz decidió que sus presentaciones sean gratuitas para que más personas puedan disfrutar de la cultura sin obstáculos financieros, ya que le parece “una locura” que “la gente tenga que pagar 30 o 40 mil pesos una entrada". Con esta iniciativa, el cantautor busca no solo mitigar el impacto de la crisis sino también asegurar que la cultura siga siendo accesible para todos.

Más allá de la gratuidad de los shows, su mensaje trasciende lo económico e invita a que todos los demás artistas de la zona lo acompañen. "Nada está perdido cuando por delante está la lucha por los derechos", enfatiza al tiempo que remarca la importancia de “la empatía y el apoyo mutuo” en tiempos difíciles.

Solidario ante todo

El músico matancero por elección también es conocido por su compromiso social. Junto a su familia y amigos, y en colaboración con el municipio, dirige un comedor comunitario en Isidro Casanova cuya demanda creció notablemente en los últimos meses. “De 500 personas que eran en diciembre pasamos a mil que vienen a buscar la vianda de comida”, lamenta el músico al visibilizar la magnitud de la crisis.

En este espacio no solo se alimenta a los vecinos sino que también se busca ofrecer contención a través del arte, por lo que el folclorista afirma: “Con cultura y con arte le podemos dar de comer al corazón, a la cabeza y con la comida, a la panza”. Al analizar el panorama cultural en La Matanza, Argañaraz se muestra optimista aunque consciente de que el sector atraviesa un "bajo tremendo" debido a la falta de financiamiento en cultura y educación a nivel nacional.

El cantautor también incursionó en el mundo del streaming con su espacio Hay palabras en la huella, disponible en YouTube. Para Argañaraz, la palabra tiene un “poder transformador”, y su programa sirve como plataforma para dar visibilidad a artistas de La Matanza y de todo el país.

Las nuevas generaciones y el folclore

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El músico también reflexiona sobre la participación de la juventud en el folclore y cómo la evolución de la música influye en este vínculo. “Hubo una camada que se acercó al folclore, que es la anterior a que salgan estos chicos que son unos genios, como Duki, Trueno y demás –considera Argañaraz– mientras que aquellos que hoy tienen entre 30 y 35 años llegaron al folclore principalmente a través de la danza y las canciones”.

Sin embargo, el folclorista no cree que las nuevas generaciones, de entre 15 y 25 años, estén tan conectadas con el género, aunque reconoce que algunos artistas actuales, como Trueno, muestran ciertos guiños hacia este ritmo tradicional. “Lo vi con un esbozo de tener un poco de folclore en su música, pero bueno, nada está perdido”, concluye.

Para el artista que eligió que La Matanza sea su hogar en el mundo, el acercamiento “depende más de los folcloristas que de los músicos jóvenes; si nosotros no practicamos el hecho de difundir lo nuestro, ahí es donde se complica”.

Por Tomás Larraldeen el marco del Taller de Gráfica VI de la carrera de Comunicación Social de la UNLaM.