Cuidado con los almohadones: Horacio Quiroga, un símbolo del terror
El 13 de julio de 1907 el escritor uruguayo publicó el cuento “El Almohadón de Plumas” en la revista “Caras y Caretas” que tuvo un alto impacto en los lectores y significó un paso más en su consagración literaria. En esta nota repasamos aspectos de ese clásico literario.
Luego de leer “El Almohadón de plumas” de Horacio Quiroga hay que ventilar el dormitorio y aporrear la almohada para evitar sorpresas despiadas. Aunque el universo del autor va más allá de la anécdota, ya que nos sumerge en otros más complejos desde lugares comunes y corrientes. En esta nota se repasan aspectos sobresalientes del clásico literario publicado el 13 de julio de 1907 por el escritor uruguayo en la revista “Caras y Caretas”. El alto impacto que tuvo en los lectores significó un paso más en su consagración literaria.
Se puede decir que “El Almohadón…” es un ejemplo claro del género de terror. Con sutileza y elegancia, Horacio Quiroga describe la fría relación de una pareja recién casada que se mueve en un hogar pétreo y atemorizante. En ese ambiento Alicia, la enamorada, se empieza a debilitar a tal punto que a poco de andar ya no tiene fuerzas para salir de la cama. Perdón por espolear, pero el final no es feliz y el causante de ese desenlace trágico lo hace más atemorizante aún. ¿Qué hay entre las plumas de ese almohadón donde apoya la cabeza la mujer? El horror: un bicho monstruoso que se alimentó de la sangre de Alicia chupándole las sienes.
Quiroga fue un maestro para crear el clima de suspenso y las condiciones para ir llevando al lector hasta la sorpresa. Los críticos apuntan que el final tiene una explicación científica del fenómeno, que se aparta del tono fantástico, como si fuera una acotación científica innecesaria. Más allá de ese detalle, que podrá o no gustar, el texto es impecable y de una contundencia a prueba de refutadores.
Primera edición
La influencia de Horacio Quiroga en la literatura argentina
“El almohadón de plumas” fue publicado por primera vez en la revista “Caras y Caretas” el 13 de julio de 1907 y luego integró el libro de “Cuentos de amor, de locura y de muerte”. “Caras y Caretas” fue una de las revistas más populares de fines del siglo XIX y comienzos del XX. Quiroga, por aquellos años, ya estaba radicado en Buenos Aires, tras haber llegado de su Uruguay natal, y comenzaba a ser reconocido. Colaboraba en distintos diarios y frecuentaba círculos literarios. Andaban por allí Alfonsina Storni y Leopoldo Lugones, de quien fue el asistente en un viaje a Misiones.
La selva. Ese fue un lugar que lo subyugó tanto que vivió allí, también. El estado salvaje del ambiente influyó en su vida. Esa vida con trances fuertes y tormentosos. Con la carga sobre sus hombros de la muerte de un amigo por una bala disparada por accidente mientras limpiaba un arma o su suicidio a causa del cáncer.
El estado salvaje del ambiente influyó en su vida.
Según el experto Alberto Tricarico, de la Universidad de La Punta (San Luis), Quiroga transitó un camino desde “lo salvaje de la selva al género fantástico”, y agregó que influyó en la generación posterior a la suya integrada por Jorge Luis Borges, Silvina y Victoria Ocampo, Bioy Casares, y José Bianco, entre otros.
A la hora de seguir develando de donde viene el estilo Quiroga, el especialista señala la sombra de Lugones y “una afinidad con Edgar Allan Poe. Es el primer gran escritor de lengua castellana en el Río de la Plata, quizá junto a Lugones, aunque Quiroga lo superó”.
La relación con el cine
También si hablamos del autor hay que destacar su relación con el cine, ya que fue crítico de varios diarios. “Valorizó al cine en una época donde la alta cultura decía que era un entretenimiento de los sectores populares. Pero Horacio Quiroga rescató su épica”, manifestó. Esta afición por las películas “se puede percibir en esa selva, en ese monte, en el universo que creó. Los cuentos los vivimos como si fuesen una película”, apuntó Tricarico.
"Los cuentos los vivimos como si fuesen una película".
Alberto Tricarico
Quiroga es una fuerza vital y poderosa que suena actual, moderna, que sigue viva por las reediciones de sus obras. Supo cumplir a la perfección la recomendación que daba a los aprendices: “No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas”. Vaya si lo consiguió y nos cautivó.