“Cien años de soledad”, el éxito mundial que nació en Argentina
La obra literaria más famosa de Gabriel García Márquez, cuya adaptación al formato serie se acaba de conocer, se publicó por primera vez en Buenos Aires, gracias al olfato del editor Francisco “Paco” Porrúa. El envío del original desde la casa del escritor en Méjico a Buenos Aires tuvo peripecias insólitas.
Por Daniel Artola
“En Cien años de soledad tengo fincadas mis mejores ilusiones”, le escribió Gabriel García Márquez (1927-2014) al editor español Francisco “Paco” Porrúa, responsable del sello Sudamericana en Buenos Aires. Era 1965. Gabo le contó que “a pesar de las dificultades con que trabajo en este libro que he planeado durante unos 15 años, estoy haciendo esfuerzos para terminarlo a más tardar en marzo”.
En parte esas “dificultades” serían propias de una trama compleja y por los apremios económicos de la familia. El escritor estaba encerrado en su escritorio con régimen de presidiario mientras Mercedes, su esposa y madre de sus dos hijos, administraba como podía los pocos ahorros que tenían. Eran frecuentes las visitas a la casa de empeño con algún electrodoméstico para conseguir dinero y eran recurrentes los pedidos de fiado en el almacén, bajo la promesa que las deudas se iban a pagar con la publicación del libro.El original estuvo listo y había que mandarlo a Buenos Aires. Gabo y Mercedes fueron al correo con un pilón de páginas y el empleado lo pesó para saber cuanto había que cobrarles.
Según contó el escritor nacido en Aracataca, Colombia, mandar el original de 590 cuartillas costaba 82 pesos. El matrimonio contó las monedas y solo tenían 53 pesos. Entonces, ambos decidieron dividir el bloque de hojas y mandarlos por separado. En el apurón despacharon la segunda parte de la novela y debían juntar el resto de dinero para que la primera parte llegue a Buenos Aires. La editorial giró dinero y se hizo con todo el material. Era 1966.
Porrúa, en una entrevista a la BBC Mundo, señaló que le bastó con leer la primera línea de “Cien años…” para decidir la publicación. “Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo”, es uno de los comienzos más fabulosos de la literatura.
En ese instante ratificó la admiración que le había despertado el colombiano con sus obras anteriores: "La hojarasca", "Los funerales de la mamá grande" y "El coronel no tiene quien le escriba”. En la misma entrevista Porrúa contó que desde un primer momento supo que la novela iba a ser bien recibida en Buenos Aires, porque, a pesar de que había una dictadura militar, en la calle se respiraba una revolución cultural. “La gente le daba la espalda al autoritarismo”, dijo Porrúa, que resta importancia al rol que cumplió. “Me dio alegría ver que García Márquez pudo comprobar que era un gran escritor”
Gabo en Buenos Aires
“Cien años de soledad” se publicó en mayo de 1967 en Buenos Aires. La tirada fue de 8.000 ejemplares y su repercusión fue inmediata. Gabriel García Márquez y Mercedes Barcha visitaron Buenos Aires durante doce días en agosto de ese mismo año invitados por Porrúa. Si bien Gabo era tímido y reacio a las entrevistas otorgó dos notas: a la revista “Primera Plana” y al diario La Prensa. Fue sin dudas “Primera Plana” la gran promotora del lanzamiento del autor en Argentina. Tomás Eloy Martínez, jefe de redacción, hizo una crítica elogiosa de la novela y Gabo salió en la portada. Por esos años, “Primera Plana” era muy leída por sectores medios ilustrados o universitarios. Pero “Cien años de soledad” atravesó los públicos, ya que el mismísimo Gabo vio en las calles porteñas a una mujer que llevaba un ejemplar en la bolsa de las compras.
Aplausos de pie
El matrimonio fue invitado a ver una obra de teatro y con discreción se ubicó en un lugar para pasar desapercibido. Pero un haz de luz los iluminó y alguien reconoció al escritor. Se desató en la sala un aplauso generalizado y entusiasta que fue un termómetro de popularidad.
Tomás Eloy Martínez recordó que “en ese preciso momento vi que la fama bajaba del cielo, envuelta en un deslumbrado aleteo de sábanas, como Remedios la bella, y dejaba caer sobre García Márquez uno de esos tiempos de luz inmunes a los estragos de los años”. De aquella visita quedaron fotos del matrimonio tomas por la gran artista Sara Facio y un disco con la voz de Gabo leyendo “Cien años de soledad”. El escritor quiso que quedase en la grabación los sonidos de sus balbuceos o el ruido de las páginas al doblarse. Ese fue la única vez que Gabriel García Márquez vino al país. Nunca más volvió. Muchos dicen que, por superstición, ya que para el colombiano se correría el riesgo de romper la buena fortuna que tuvo en el Río de la Plata. Quizá, temió ser condenado, como la familia Buendía, a cien años de soledad y a no tener una segunda oportunidad en la tierra.