“1984”, la novela que nunca pierde vigencia de la mano de Gran Hermano

George Orwell (India, 1903 - Londres, 1950) escribió la famosa novela en 1948, enfermo de tuberculosis, y un año después la publicó. Hasta ahora, vendió 30 millones de ejemplares solo en Estados Unidos.

Trata la historia de un gobierno totalitario que domina la vida de las personas hasta meterse en su intimidad. Ese mismo poder que reescribe la historia y, también, el futuro de los hombres, bajo la mirada inquisidora de Gran Hermano. Con la arbitrariedad de ministerios que prometen una cosa y hacen otra: el Ministerio de la Abundancia se dedica a hambrear a la gente, por ejemplo. O el otro que habla de amor y somete y tortura. La lectura de este texto deslumbra a los adolescentes y vuelva a sonar vigente si se lo lee con más años sobre los hombros. La virtud de un clásico.

George Orwell tuvo una corta vida ya que murió con 46 años, pero, podría decirse, aprovechó el tiempo. Vivir varias vidas en una. Nació en cuna rica, fue periodista, escritor, vivió la pobreza, fue militar y combatió del lado de los republicanos en la Guerra Civil Española. De todas esas experiencias sacó material para sus obras. Siempre en contra del autoritarismo encarnado, por ejemplo, en Joseph Stalin y las formas de fascismo.

Hay varias explicaciones sobre el origen del título, pero la más sólida indica que Orwell invirtió la fecha de entrega del manuscrito final, que fue en diciembre de 1948. Algunos especialistas sostienen que el nombre de la novela que se había establecido en un primer momento fue “El último hombre en Europa”. Más allá del título, Orwell no disimuló su descontento con el resultado final del trabajo, si bien consideró que la idea era buena. Según el autor, haber escrito bajo los padecimientos de la tuberculosis, tirado en una cama, le jugó en contra.

El escritor Isaac Asimov escribió una crítica del libro a pedido de una editora. En su mente estaba borrosa la primera vez que lo leyó y al hacerlo por segunda vez quedó “asombrado”. Este sentimiento lo llevó a querer saber más del autor. ¿Quién era Eric Arthur Blair, el británico nacido en India que adoptó el seudónimo de George Orwell?

Asimov escribió: “Su padre trabajaba en la administración pública india y el propio Blair vivía la vida de un funcionario imperial británico. Fue a Eton, sirvió en Birmania, etcétera. Sin embargo, le faltaba dinero para ser un caballero inglés al máximo. Además, no quería perder el tiempo en aburridos trabajos de escritorio; quería ser escritor. En tercer lugar, se sentía culpable por su estatus en la clase alta. Así hizo, a finales de los años 20, lo que tantos jóvenes estadounidenses acomodados hicieron en los años 60. En definitiva, se convirtió en lo que más tarde hubiésemos llamado un 'hippie'”.

"1984", filme de Rudolph Cartier, 1954.

Orwell contó que, de niño, cuando tenía cinco años, supo que su futuro sería el de escritor. Lo que no sospecharía fue su apellido se convertiría en un adjetivo calificativo: orwelliano. Se usa para definir aquello que raya con los totalitarismos y con la manipulación de individuo. ¿Qué diría ahora George con cámaras que nos miran todo el tiempos, teléfonos indiscretos e inteligencia artificial?

“1984” fue un éxito apenas se publicó y hasta el mismísimo Winston Churchill se ufanaba de haber sido uno de los primeros lectores. Pero, mientras tanto, la salud de Orwell iba de mal en peor. Su libro se publicó poco tiempo antes de su muerte, en 1950.

Según un documental ficcionalizado de la BBC, sobre dichos originales del autor, a la humanidad le esperaba un futuro con “miedo”, “sin instinto sexual” y con el sometimiento a “un partido único”. También, Orwell, encarnado por el actor Chris Langham, auguró el “pisoteo al enemigo indefenso”.  

Al final de la charla recreada por la televisión, el autor miró a la a cámara y afirmó: “Depende de nosotros que no suceda”. ¿Los seres humanos cumplimos el pedido de Orwell? Está en el lector la respuesta.