Crisis en Belcar: “Apuntamos a ser una cooperativa para mantener la fuente de trabajo y sostenernos”

Así lo expresó el delegado de la fábrica Belcar, Nicolás Chaile, en referencia al principal objetivo de los trabajadores, que se encuentran en el lugar para evitar su vaciamiento. “Acá, había familias o parejas que trabajaban. Al cerrar la empresa, dejó a estas familias a la deriva”, aseguró.

Hace poco más de tres meses, los 72 trabajadores de la fábrica productora de tintas, adhesivos y barnices Belcar, ubicada en San Justo, se encuentran haciendo guardia en la planta. El motivo es evitar un vaciamiento luego de que los dueños no se contactaran más con ellos, lo que pone en riesgo sus puestos.

En diálogo con UNLaM Noticias, el delegado Nicolás Chaile se refirió al angustiante momento por el que atraviesa con sus compañeros y que parece no tener fin: “Estamos en una situación peor que la inicial, porque la empresa sigue sin darnos ninguna explicación tanto en las indemnizaciones como en la entrega de la planta”.

Es que Chaile y sus 71 compañeros necesitan el establecimiento para poder continuar produciendo y que no se pierda la firma, que cumplió 65 años en La Matanza: “Apuntamos a buscar una salida a partir de una cooperativa. Eso nos daría la fuerza para producir, sostenernos y mantener la fuente de trabajo”.

“Sabemos que es complicado, pero es a lo que apuntamos, lograr que nos cedan la propiedad para poder producir, necesitamos una salida de fondo”, expresó y agregó que, por el momento, los trabajadores reciben ayuda del sindicato, del Municipio y de colegas de otras fábricas del Partido.

“Hace tres meses que estamos dentro de la planta, cuidando la maquinaria, porque hay intención de la empresa de llevarla para otro lado. Nos venimos repartiendo por turnos”, indicó, sobre la vigilia que realizan en el sitio durante las 24 horas.

“No la podemos tocar la materia prima por un tema de inventario que hicimos y porque no tenemos luz. Eso no nos permite prender las máquinas para generar algún tipo de recurso”, agregó Chaile, y concluyó, sobre el apego y la dependencia de algunos empleados con el lugar: “Había familias o parejas que trabajaban. Al cerrar la fábrica, dejó familias a la deriva”.