María Onetto: "Al comienzo de mi carrera, tuve que negociar con mis propios prejuicios"
La actriz protagoniza la obra "Hipólita pondera la conquista", disponible en el canal de YouTube "Cervantes Online". Se refirió al planteo que hace la obra y lo relacionó con determinados momentos de su trayectoria. Su última obra presencial y su participación en el filme Yo nena, yo princesa.
En distintas oportunidades de la profesión, un artista se posiciona frente a fronteras explícitas o tácitas que, en cierto punto, delimitan las diferentes manifestaciones artísticas. En el caso de María Onetto, a partir de su capacidad, compromiso y formación, se ha adaptado a las particularidades de la actuación en teatro, cine y televisión. De hecho, en su trayectoria sobresalen obras como La escala humana y Nunca estuviste tan adorable, películas como La mujer sin cabeza y Relatos Salvajes, y series como Mujeres Asesinas y Montecristo.
En esta ocasión, no es Onetto quien se presenta ante una nueva frontera, sino su personaje dentro de la puesta escénica y audiovisual Hipólita pondera la conquista, escrita por Eric Barenboim, dirigida por Mariana Obersztern y disponible en el canal de YouTube Cervantes Online. La historia se desarrolla luego de una catástrofe climática, momento en el que los últimos poblados de la Patagonia se organizan según una burocracia absurda para sobrevivir. Allí, la actriz interpreta a Hipólita- la representante de La Represa- que, a pesar de tener prohibido el paso por su prontuario, arriba a la aduana de Cutral Có para negociar con la autoridad Andrómeda.
¿Qué consideraste para sumergirte en el escenario post apocalíptico que propone la obra?
De entrada, me interesó el texto, lleno de convenciones y extrañamientos. Yo sentía que dialogaba mucho con el momento que estábamos viviendo cuando la filmamos en 2020, ya que estábamos en el encierro, con las calles mucho más desoladas que ahora. En la obra se crea un mundo híper burocrático, que no tiene paralelo con ninguna situación cotidiana ni conocida que estuviéramos viviendo, pero, por ejemplo, yo estaba transitando algo 'parecido' en mi vida, porque mi madre vive en la provincia de Buenos Aires y, yo, en Capital Federal, entonces, pedir permiso para pasar o cumplir alguna reglamentación era algo habitual de la época de pandemia. Por otro lado, la propuesta de Mariana era con hondura, en relación a los personajes, de una estética ligada a lo performático y no a algo más costumbrista. Los nombres de los personajes los asocié con una tragedia, como si fuera el último acto, donde Hipólita decide enfrentar aquello que tal vez estaba demorando, como es ir a este pueblo y hacer el pedido de un éxodo conjunto de ese lugar que está completamente contaminado.
Los personajes exponen sus argumentos y, a su vez, se enfrentan a sus propias contradicciones…
Me interesó que Hipólita no es un personaje heroico, no es alguien que no tiene cosas de las que arrepentirse, ya que ha cometido errores en sus buenas intenciones. También imaginé una relación con Andrómeda, como si hubieran sido compañeras desde chicas. Yo tengo una edad similar a la de mi personaje y hay algo que pasa con personas con las que uno compartió momentos de su infancia, que evolucionaron en términos muy diferentes a los propios y que miran el mundo hasta de una manera opuesta, lo cual te pone en confrontación con quienes tanto quisiste o compartiste tantas cosas, y se genera un conflicto. Por otro lado, en un buen conflicto teatral todas las partes pueden tener razón, no es que uno como espectador dice claramente 'Este personaje es el bueno' y 'Ese es el malo'.
Así como Hipólita se presenta en la frontera para negociar con Andrómeda, vos, María, ¿con qué cuestiones propias o ajenas tuviste que negociar en tu trayectoria?
Primero, con mis propios prejuicios, ya que al principio era una actriz que trabajaba en el teatro independiente y, si bien quería vivir una experiencia de reconocimiento más popular, tenía muchos prejuicios. Por ejemplo, mi entrada a la televisión se fue demorando porque dos o tres veces fui a castings y no la pasé bien, entonces, eso era suficiente para quedar frustrada. Asimismo, negociar la modalidad de trabajo audiovisual, cuyos tiempos son muy diferentes a los de formación en un taller de teatro o en el ensayo de una obra, ya que en la televisión no se ensaya, es todo muy veloz, y en el cine se indaga un poco más, pero nunca con los tiempos del teatro. También está el tema del dinero, ya que cuando uno está comenzando el salario es muy inferior al que puede tener una estrella; aunque se trabajen las mismas horas, esa persona tiene una popularidad tan grande que merece un reconocimiento, y comprender eso lleva tiempo. No me gusta vivir en estado de conflicto permanente, trato de ver qué me pasa con eso que a veces me hace ruido, y me fijo si es algo que, quizás, yo estoy exagerando en la forma de negarme a hacerlo.
Uno de tus últimos proyectos en teatro con público presencial fue Potestad, la emblemática obra de Pavlovsky…
Para mi hacer Potestad es un honor, es como un hito en mi camino como actriz. Hago un personaje que jamás pensé que iba a hacer, porque el protagonista es un hombre (N. El1: un médico apropiador durante la dictadura) y esta versión es con las técnicas de teatro noh. Además, fue la primera vez que yo actué sola y con la mirada del director Norman Briski, una potencia creativa muy decidida a arriesgar y a no quedarse con lo primero que uno tiene para ofrecer. Él busca que uno no vea un personaje, sino un estado, una materia que habla en masculino y que cuenta una historia, que dialoga con otros asuntos que no tienen que ver solamente con un ser humano en escena. Y el texto es un clásico que siempre tiene algo para decir, en cualquier época que uno lo tome, con una fuerza muy grande que interpela la peor tragedia que vivió Argentina.
También estuviste rodando Yo nena, yo princesa en UNLaM, ¿qué nos podés adelantar sobre tu participación en la película?
Mi personaje es la Licenciada Rodríguez, una de las psicólogas a quien consulta Gabriela Mansilla, y que propone un tratamiento que quiere 'aplastar' lo que el personaje de Luana desea. Tantas veces nos hemos encontrado con saberes instituidos, donde uno va a plantear algún inconveniente y el saber instituido lo quiere encuadrar y someter a sus casilleros, sin admitir una situación diferente, ya que todo es visto a través de ese prisma y no hay otra posibilidad, pero ahí están esta madre y esa hija, dispuestas a lo que hicieron: ¡Historia! Cuando Gabriela le da voz a su hija y trata de seguir lo que esa nena tan insistente y contundentemente va afirmando, es ahí donde Luana empieza a ser protagonista de su vida y a no quedar de alguna manera sometida a una vida que le imponen desde afuera. Hay que tener mucha fuerza porque, hasta que se encuentra la salida, la transición a veces es muy dolorosa, costosa y desgastante, con todo en contra, y sin saber bien de qué agarrarse. Esa nena tiene una fuerza y una valentía extraordinaria.
Fuera de tu personaje en dicha película, sos Licenciada en Psicología, ¿de qué manera se complementan ambas profesiones?
No mucho, en principio porque no es una profesión que haya desarrollado. Después de recibirme, y con el paso de los meses, me di cuenta que no iba a ser psicóloga porque no tenía el compromiso suficiente para hacerlo, y esa fue la crisis que me llevó a actuar. Sí a raíz de ser paciente de Psicoanálisis durante muchos años, de haber pasado por la universidad y de haber leído todos los textos, tuve siempre latiendo una pregunta: '¿Qué tengo que ver yo con las cosas que me pasan?'. Eso que tenemos a veces de expulsar las culpas, de decir 'Porque el otro, porque esto…' y, después, pensar 'Bueno, ¿qué tengo que ver yo?'. Esa pregunta me orientó en mi vida y en mi trabajo. Muchas veces que me pude haber lamentado o irritado por un casting, o por un papel que no podía hacer bien, ese interrogante me ayudaba a que hiciera algo, quizás yo tenía razón y había cosas del afuera que no estaban bien, pero me lo preguntaba. Es un interrogante que, además, te convierte en protagonista de tu vida.
Testimonio contemporáneo
María Onetto protagoniza Globalisiados, con guion de Sol Rodríguez Seoane y dirección de Juan Parodi, en el marco de la obra vía streaming Monólogos de la Peste. La propuesta puede visualizarse los fines de semana de mayo, de manera gratuita, en el canal de YouTube Salas Caras y Caretas online.
Crédito Foto Portada: Ulises Puiggros (Ig: @photographybyulises ).