“El Evangelio según Jesucristo”, un dios más humano
José Saramago publicó una novela cercana a los evangelios canónicos, pero mostró al Mesías de una manera más humana. La obra generó rechazo en Portugal, su país natal, y el Premio Nobel de Literatura decidió mudarse a la isla de Lanzarote, en España.
Por Daniel Artola
No es la primera vez que se trata de mostrar más humano desde la ficción a Jesús, alejado de la imagen santísima que se cuida en las iglesias. La presentación de El Evangelio según Jesucristo de José Saramago, en 1991, provocó una serie de quejas de funcionarios del Gobierno de su país, Portugal, y del clero.
“Blasfemo” e “irreverente”, fueron los calificativos que emplearon. Es que el Jesús de Saramago no quiere ser Dios y se enamora de María Magdalena. Sin embargo, en los últimos tiempos, hasta el Papa Francisco lo reivindicó al citarlo, por otro libro, en su visita a tierras lusas.
Saramago imaginó aupado en la ficción momentos de la niñez y adolescencia del hijo de María. Claro que, en esta novela, Jesús es hijo de María y José, por ejemplo. Pero esas etapas de la vida del Cristo no aparecen en los evangelios. Jesús “nace” al cumplir 33 años.
En un reportaje del diario El País, Saramago contó que había personas que le objetaban que hubiera escrito sobre Dios cuando él era un ateo confeso. “Yo digo que tengo todo el derecho del mundo. Quiero hablar de Dios porque es un problema que afecta a toda la humanidad”, contestó.
Para Alejandro Gamerro, licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Sevilla, el autor portugués rellenó con su imaginación los huecos que aparecen en los evangelios. “Se centra fundamentalmente en los momentos previos al nacimiento de Jesús y en todas sus vivencias hasta que se produce la anunciación de que es el Hijo de Dios. A Saramago le interesa menos el lado divino que el humano, e incluso, una vez que ha sido proclamado como Hijo de Dios, es la humanidad del personaje lo que llama la atención, un rasgo que le lleva incluso al extremo de oponerse a su Padre (...)”, escribió en su blog lapiedradesisifo.com.
Por otro lado, el crítico David Navarro, de @ciudaddeletras, manifestó que en la novela “hay un Jesús que se enoja, se enamora, que es enigmático y hasta un poco orgulloso. Su madre y su padre también aparecen con culpas y remordimientos, que son los sentimientos que atravesarán la obra”.
José Saramago en la isla de Lanzarote, que fue su hogar por adopción hasta su muerte.
El primer capítulo es clave porque muestra lo que trae la novela. Para el especialista José Olivero Palomeque, “Saramago demuestra su gran capacidad descriptiva, desmenuzando detalle a detalle los personajes y los motivos que aparecen en un grabado de Alberto Durero titulado Crucifixión, en la primera página. Lo verdaderamente llamativo es que Saramago logra dar vida a unos trazos dibujados representando este grabado; vida y movimientos que teatralizan y justifican cada uno de los detalles de la escena. Contempla una síntesis magistralmente elaborada sobre personajes y hechos de esta historia”.
El Evangelio según Jesucristo representó para Saramago un reconocimiento internacional que se coronó con la entrega del Premio Nobel de Literatura en 1998. En el discurso de aceptación, el escritor recordó a su abuelo, campesino analfabeto, que le contaba historias para que se durmiera: “Mientras el sueño llegaba, la noche se poblaba con las historias y los sucesos que mi abuelo iba contando: leyendas, apariciones, asombros, episodios singulares, muertes antiguas, escaramuzas de palo y piedra, palabras de antepasados, un incansable rumor de memorias que me mantenía despierto, al mismo que suavemente me acunaba. Nunca supe si él se callaba cuando descubría que me había dormido, o si seguía hablando para no dejar a medias la respuesta a la pregunta que invariablemente le hacía en las pausas más demoradas que él, calculadamente, le introducía en el relato: "´¿Y después?´"
Estamos seguros de que esa pregunta final fue el motor para escribir durante toda su existencia, hasta poco antes del definitivo punto final de su vida.