“¡Qué bello es vivir!”: un filme clásico de Navidad que se hizo popular gracias a la televisión
La película de Frank Capra tuvo una tibia recepción en el estreno y apenas recuperó la inversión inicial. Sin embargo, fue un éxito en televisión y se convirtió en la figurita repetida en las programaciones de fin de año.
Por Daniel Artola
Siempre se dice que el espectador debe mirar una película con inocencia, sumarse al juego que propone el director y suspender la razón. Pues, ¡Qué bello es vivir! (It’s a Wonderful Life) no es la excepción, máxime en un mundo ganado por el escepticismo.
“Ya nadie cree en nada”, dicen por ahí. Eso le pasó al bueno de George Bailey, persona bondadosa si las hay, que un día, agobiado por deudas y con su honor herido, decide acabar con su vida tirándose al río en la Nochebuena de 1945. Pero un ángel lo detiene y el señor Bailey comprobará que hay una segunda oportunidad. La película está basada en un cuento breve de Philip Van Doren Stern llamado The Greatest Gift (El Mayor Regalo).
Detalles curiosos
¡Qué bello es vivir! tuvo varias nominaciones a los premios Oscar, pero solo ganó en el rubro Efectos Especiales por la novedosa forma de hacer nevar en un estudio cerrado. Según la lista “100 años, 100 películas” del American Film Institute, ocupa el lugar 20, muy por arriba de Los mejores años de nuestra vida, ubicada en el puesto 37. Pero el filme de William Wyler le ganó el Oscar a Mejor Película en 1946.
En esta peli hay ángeles, y hasta ganan los buenos. El director fue el enorme Frank Capra (1897-1991), un inmigrante italiano que llegó en barco con su familia a Estados Unidos en las primeras décadas del siglo XX. Arribaron empujados por el hambre y por la zanahoria del famoso “sueño americano”, al que Capra adhirió.
Además, el director de cine creció en la fe y se consideró “un católico en espíritu”. En sus obras hubo luz al final del túnel pese a los momentos duros. Una forma de redención, a pesar de todos los pesares.
La historia
El señor Bailey es la mar de bondadoso, pero entra en crisis y se cuestiona cuando el mundo parece cerrarse y los malos se relamen. Bailey, interpretado para la gloria por James Stewart, es un joven con sueños que quiere ir a conocer paises lejanos y dejar su familia por un largo tiempo. El padre y su tío tienen un pequeño banco de créditos que auxilia a las familias del pueblo para tener su casa propia.
Sucede que hay un malo de toda maldad que ve con malos ojos a ese banco que parece gobernado por la bondad y no por la codicia. La muerte del padre de George cambia los planes del joven y el viaje queda postergado para hacerse cargo del banco. Entonces, el señor Henry F. Potter empezará a presionar para comprarlo ante la negativa de Bailey, pero el azar se pone de su lado y estará a punto de conseguir su objetivo al poner al banco al borde de la quiebra.
Pero volvamos al puente. Hace frío, nieva, es Nochebuena y George Bailey se quiere ir de este mundo cruel. Un ángel, llamado Clarence, lo sacará del puente y se empeñará por mandato divino en que recupere la esperanza y valore su vida. En el camino hay personajes secundarios entrañables, situaciones divertidas y un final con besos y sonrisas.
Su estreno en las salas norteamericanas en 1946 fue bastante pobre y recaudó poco más de la inversión inicial. Su consagración popular se dio gracias a que los canales de televisión la empezaron a programar para Navidad en los años 70 y durante mucho tiempo. Un clásico navideño que llegó a millones de televidentes que se emocionaron con el bueno de George.
En la biografía escrita por Capra The man above de title, de 1971, el director sostuvo: “Sufrimos pesadillas, pero también tenemos sueños. En el mundo también hay cosas buenas y estas son maravillosas”. Si bien los especialistas en Capra sostienen que era un hombre que creía en el individualismo frente al poder del Estado, en ¡Qué bello es vivir! George Bailey encuentrará apoyo en su esposa, hijos y amigos.
Así como George estaba perdido y pudo reencontrarse con su vida, al actor que lo interpretó, James Stewart, este papel le sirvió para volver a sentir la pasión por el oficio. Había dejado los sets para combatir en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) y, al regresar, había perdido el ánimo para estar frente a una cámara.
La película es motivo de cientos de artículos, homenajes y valoraciones. Aunque hace casi 80 años de su estreno y las formas y costumbres hayan cambiado, sigue contando algo interesante para el que quiere mirar.
"Mis películas exploran el corazón no a través de la lógica, sino de la compasión", afirmó Capra. Su mensaje puede sonar inocente, pero es para tenerlo en cuenta. ¡Feliz Navidad!