El día que Maradona revolucionó Merlo jugando en un campito

Marcelo Bachino, compañero de Diego en la Selección juvenil, lo invitó a comer un asado a la casa familiar y, cuando los vecinos se enteraron, se alborotó el barrio.

Sábado 6 de enero de 1979. El Fiat 125 rojo se detiene en la puerta de la casa de los Bachino sobre la calle Constitución, casi esquina Cervantes, y los pocos testigos que esperaban en la vereda no podían creer lo que veían sus ojos.

Cuando se abre la puerta del conductor de la máquina italiana y una cabellera con rulos empieza a asomar, los presentes se vuelven locos y empiezan a gritar a los cuatro vientos. Diego Maradona, el crack que la rompe en Argentinos Juniors y en la Selección juvenil, estaba en el Barrio Irlandés -hoy Barrio Argentino-, a unas pocas cuadras de la estación de Merlo.

Marcelo Bachino, surgido de las inferiores de Boca y compañero de la sub 20, lo invitó a comer un asado a su casa, días antes de viajar con el equipo dirigido por César Luis Menotti al Sudamericano de Uruguay.

“Estábamos concentrados en la quinta ‘Natalio Salvatori’, que era donde concentraba la Selección mayor, en los días previos a ir a jugar el Sudamericano, y nos dieron el sábado libre. Entonces, nos fuimos para mi casa con Diego, Sergio García, José Lanao, Alfredito Torres y Néstor Candedo”, recuerda el mediocampista zurdo.

Asado, risas y "picadito"

Julio Bachino es el encargado de asar la carne, “Doña Pancha” recibe a los comensales y Rodolfo y Armando, hermanos de Marcelo, contienen a los efusivos vecinos en la entrada. “Mi viejo nos preparó el asado y cuando se empezó a correr la bola que estábamos en casa, se llenó de gente; estaba todo el barrio en la puerta. Mi mamá tuvo que salir a decirles que por favor pararan porque cada vez había más gente adentro de casa”, cuenta “Bacha”. Él conoció a “Pelusa” del otro lado del campo de juego.

“En el 75 nos enfrentamos con Argentinos y nos pegaron unos bailes tremendos; ya sea en el predio de ellos como en La Candela. Y después nos hicimos amigos en las prácticas de la Selección”, relata.

Una vez en el quincho de los Bachino, y después de sacarse una foto con “Doña Pancha” en el patio, Diego y sus compañeros, más amigos de los hermanos Bachino, comienzan a disfrutar del exquisito asado de Don Julio. Afuera, más de 300 personas cantan y festejan por las visitas ilustres. Todas las miradas y comentarios son para el 10, quien, humilde, se siente como en su casa.

Maradona y la primera Selección argentina campeona del mundo

“Diego era uno más entre nosotros; era divertido, jodón, extrovertido y nos divertíamos mucho. Y tenía una memoria impresionante, no se olvidaba de nada”, destaca Bachino, quien salió en la tapa del Clarín Deportivo con Diego Maradona, tras la consagración en el Mundial de Japón, y es uno de los mejores recuerdos que atesora.

“Cuando Ramón (Díaz) hace el segundo gol, todos los que estábamos en el banco salimos corriendo. En el camino me encuentro con Diego, lo levanto, nos ponemos a llorar y me dice: ‘Somos campeones, ‘Bachita’, somos campeones”, rememora.

Ya en la sobremesa, después de degustar las achuras, las tiras de asado y las ensaladas, Diego levanta la copa y pide un aplauso para el asador y para la dueña de casa por su hospitalidad. Acto seguido, Armando pide una foto para inmortalizar la jornada y todos los presentes acceden. Diego posa con Federico en su regazo, hijo del autor de la foto.

Afuera, los centenares de vecinos continúan cantando. Ahí fue cuando Beto, compañero de los Bachino en el club El Alba, muestra una pelota y propone ir a jugar un “picadito” al campito de enfrente. Sin dudarlo, todos se levantan y van a jugar a la pelota.

“El campito, que hoy es una plaza, estaba a metros de mi casa y fuimos para que la gente que estaba en la puerta nos viera un rato. Y cuando Diego agarraba la pelota y empezaba a hacer jueguitos, nos quedábamos con la boca abierta. Después vino otra vez, a la noche, pero no se enteró nadie, solo mi familia”, manifiesta Marcelo, el merlense que llevó a unos amigos y revolucionó al barrio.

Historias mínimas como esta se conocen día a día. La fantástica vida de Diego se revela con cada recuerdo, con cada anécdota. Y los fanáticos de Maradona estaremos siempre prestos por descubrirla. ¡Viva Diego!

Por Diego Daorden

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