Templo Abba Krishna, la fachada de una red delictiva
En diciembre de 2021, la Policía descubrió en un domicilio de la localidad de 20 de Junio un espacio en el que se cooptaba a personas bajo la promesa de brindarles contención afectiva y acompañamiento espiritual pero, con el tiempo, se las reducía a la servidumbre y el abuso sexual. Radiografía de cómo operan estas organizaciones coercitivas tras conocerse el fallo que sentenció a los imputados en la "causa Krishna".
El templo Abba Krishna estaba ubicado en una zona de quintas de la localidad de 20 de Junio. Su fachada no pasaba desapercibida. Detrás de un cerco de madera y varios árboles que custodiaban la entrada, un cartel de madera señalaba distintas estancias dentro del centro de culto: “Templo para la conciencia de Krisna”, “Escuela Vaisnava cristiana”, “Sankirtan canto del mahamantra”, “Bhakti yoga”.
El espacio para la adoración del Dios Supremo del Mundo de la mitología hindú estaba montado a la perfección. Era creíble. Como todas las palabras de los líderes que estaban en el lugar. Ellos prometían dar contención afectiva y acompañamiento espiritual a personas que atravesaban diversas situaciones problemáticas como enfermedades, separaciones o conflictos familiares. Sin embargo, todo era un engaño.
Es que en el domicilio del sur del Partido funcionaba una organización coercitiva que por intermedio de la religión, con el tiempo, reducía a las víctimas a la servidumbre y las sometía en muchos casos a prácticas sexuales como modus operandi para la trata de personas.
Sobre el flagelo de las sectas
En diálogo con El1, Viviana Caminos, titular de la Red Nacional Alto al Tráfico y la Trata (RATT) explicó que estas sectas “generalmente captan personas que están solas o qué están atravesando una situación muy particular y necesitan un grupo de pertenencia”. “Gente que tal vez hasta se podría haber suicidado si no hubiese encontrado ese espacio donde el líder le dice que se sume, que sea parte que en el grupo todos lo van a amar”, contó.
"Generalmente captan a personas que están solas o atravesando situaciones particulares y necesitan un grupo de pertenencia".
En este tipo de organizaciones coercitivas, el proceso de engaño es gradual. En ese sentido, Caminos resaltó que "nadie entrega toda su libertad ni es obligado a trabajar por muchas horas sin cobrar un peso de golpe". "Las personas terminan siendo atrapadas en esos lugares". Por una "una cuestión interna", "esas personas terminan aspirando a ser acólitos del líder”, explicó la especialista.
Según la presidenta de la RATT, el funcionamiento y la proliferación de las sectas religiosas que operan como fachada para la trata de personas ocurre, en parte, porque “vivimos en una sociedad totalmente individualista”. “Si bien todavía existe la solidaridad comunitaria, también se va perdiendo en ciertos lugares. La preocupación solamente por uno hace que mucha gente esté sola afrontando muchos problemas y que necesite un grupo de pertenencia”, reiteró.
Estrategias contra la trata
Caminos puntualizó cuáles son las estrategias principales para combatir el flagelo de la trata. “Primeramente, se debe hacer prevención, realizando campañas para alertar sobre cómo funcionan esos grupos e identificar los peligros que se pueden presentar, para que la persona sepa cuando tiene que irse”, puntualizó la especialista.
"Se debe hacer prevención, realizando campaña para alertar sobre cómo funcionan esos grupos".
“Además, se debe apelar a las familias para que, si perciben esas situaciones, denuncien lo que está ocurriendo, y a la Justicia, para que investigue los diferentes hechos que se puedan presentar”, amplió. En este sentido, resaltó que en estas causas “es fundamental el acompañamiento”.
Sobre la actualidad de la problemática de la trata de personas, Caminos problematizó: “Hay una desaparición del rol del Estado”. “Se han desmantelado programas de asistencia a víctimas de violencia de género y de trata, con lo cual el panorama es desolador”, lamentó, al tiempo que pidió a los gobiernos municipales que “protejan a su población”.
El caso de la secta Krishna: la sentencia
El pasado 10 de julio, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 2 de San Martín sentenció en un juicio abreviado a cuatro personas, Francisco Pugliese, Leonardo Gandarinho, Carina Cardoso y Lisa Baissetto, a cuatro años de prisión por el delito de trata de personas.
La Justicia determinó que los imputados fueron partícipes secundarios del delito de "Trata de personas agravado por haber sido cometido mediando engaño y aprovechamiento de la situación de vulnerabilidad de las víctimas, contra más de tres víctimas, con la participación de más de tres personas y la intervención del ministro de un culto no reconocido".
Según figura en la causa, además, se los sentenció por una participación secundaria en el delito de "Abuso sexual agravado por haber sido cometido con acceso carnal, en forma gravemente ultrajante, por parte del ministro de un culto no reconocido, con la intervención de más de tres personas y contra una menor de dieciocho años, aprovechando una situación de convivencia preexistente".
Reparación económica para las víctimas
En línea con un pedido realizado por el representante del Ministerio Público Fiscal, los jueces ordenaron una reparación económica. Dicho resarcimiento va de los 2.679.002,88 a 36.447.764,44 pesos para cada una de las ocho víctimas del caso. Ese monto deberá hacerse efectivo a través del Fondo de Asistencia Directa a Víctimas de Trata, más la actualización correspondiente a la tasa activa del Banco Nacional al momento de concretarse el pago.
Finalmente, el tribunal ordenó el decomiso del dinero secuestrado. El mismo se trasferirá a las cuentas bancarias a nombre del Fideicomiso de Administración del Fondo de Asistencia a Víctimas de Trata. Los vehículos y bienes inmuebles se registraron a nombre del Estado nacional. Se asignaron específicamente al Consejo Federal para la Lucha contra la Trata y Explotación de Personal y para la Protección y Asistencia a las Víctimas.
La investigación en el templo Krishna
Las pesquisas se originaron a través de una denuncia anónima realizada por correo electrónico y recibida por la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX), a cargo de Alejandra Mángano y Marcelo Colombo. En ese mail, una de las víctimas dio cuenta de los diferentes hechos sufridos en el templo Abba Krishna.
La PROTEX formuló una denuncia y la Fiscalía Federal N° 1 de Morón formuló su requerimiento de instrucción el 2 de febrero de 2021. Solicitó entonces la realización de diferentes medidas de investigación. Así, se logró identificar a cuatro personas. Se las acusó de captar a víctimas y engañarlas aprovechándose de su situación de vulnerabilidad para obtener réditos económicos.
Para llevar adelante su plan, los ahora condenados habían montado un templo denominado Abba Krishna, que contaba con rasgos sectarios. Su modo de operar se vio caracterizado por procesos paulatinos en los que se ganaban la confianza de sus fieles e imponía distintas pautas en concepto de “avance espiritual”.
Allanamientos en Abba Krishna
El 5 de diciembre de 2021 se realizaron allanamientos en el predio en cuestión. En esa oportunidad, detuvieron a cinco personas y se secuestraron importantes sumas de dinero -tanto de dólares como de pesos-, municiones, armamentos, de medicamentos, un cartucho de bala, un cartucho de escopeta y documentación de interés para la causa.
El avance del proceso penal del hombre identificado como líder de la organización se suspendió. El motivo fue “incapacidad sobreviniente” -inhabilidad o impedimento o bien la dificultad apreciable en algún grado para el ejercicio de funciones vitales-. Además, otra persona falleció antes de iniciar el debate judicial. Al momento de la solicitud de elevación a juicio, Lisa Baissetto registraba un pedido de captura: una vez que se logró identificarla, se le extrajeron testimonios y el tribunal acumuló las causas.
La Policía halló en el predio tres escopetas a repetición, un rifle, dos escopetas doble caño, una escopeta caño simple, una escopeta semiautomática, seis pistolas de diferentes calibres y dos revólveres. La organización tenía 19 cajas de 475 cartuchos de escopeta antitumulto calibre 12/70, 20 de cien cartuchos de escopeta calibre 12/70, seis de 300 cartuchos calibre 9 milímetros y 60 cartuchos de punta hueva calibre .40 y 9mm, entre otros proyectiles.
Funcionamiento de la organización
Cada vez que una persona ingresaba al templo debía completar una planilla con los datos personales, de su situación emocional y aspectos de su vida que querían “sanar”. En cada encuentro, esa información se iba actualizando. De esta manera, el líder de la banda tenía pleno conocimiento del estado sentimental de los fieles. También sabía cómo las actividades del templo iban impactando en sus personalidades. Si un asistente dejaba de concurrir, lo llamaban por teléfono y le insistían para que volviera. Le prometían que eso le haría bien y le ayudaría a “sanar emocionalmente”.
Una vez que los fieles tomaban confianza con las personas y actividades del templo, el primer paso para “avanzar espiritualmente” y “purificar sus almas” era hacer “Bhakti Yoga” o “servicio”. El líder les explicaba a sus víctimas que, “si se recibe, hay que dar”, por lo que debían hacer servicio devocional, que consistía en limpiar el lugar, mantener el jardín o ayudar en la preparación de las sesiones y comidas que se ofrecían. Además, tenían que realizar aportes económicos para el templo.
"Si se recibe, hay que dar", predicaba el líder para someter a los fieles a la servidumbre y la explotación.
El acercamiento del líder a sus devotos le servía para inculcarles ideas, persuadirlos, controlarlos y aislarlos. Les hacía creer que quienes no pertenecían al grupo Abba Krishna “no podían sentir la misma energía”. Con esta premisa, a los integrantes del templo Krishna no se les permitía tener parejas que no pertenecieran a la comunidad.
Las abusivas ordenanzas del líder de la secta Krishna
Las enseñanzas del líder tenían un fuerte componente sexual. A las mujeres no se les permitía mantener relaciones sexuales. Argumentaban que el cuerpo era un templo al que "no se le debía permitir entrar a cualquiera". Sin embargo, existía un “camino espiritual” en el cual se avanzaba desde la entrega sexual del cuerpo y que estaba controlado por el líder espiritual mediante acoso y abuso.
El templo Abba Krishna estaba preparado para que los fieles pudieran pernoctar. En su planta alta, había varios cuartos donde se podía dormir cada vez que las sesiones o servicios terminaban tarde. A algunas víctimas las invitaban a vivir en una de las casas que el líder tenía a disposición. Si bien se les decía que para vivir en ellas no debían pagar alquiler, sí tenían que aportar económicamente para mantener el lugar, además de contribuir económicamente para el templo.
Explotación y servidumbre
La fiscalía indicó que el control que tenían sobre las víctimas le permitía a la organización exigirles altos porcentajes de sus ingresos. También decidían si los fieles debían dejar, aceptar o mantener sus trabajos en relación de dependencia. Y les indicaban si debían trabajar en lugares específicos o para el templo Krishna. La investigación determinó que, en este último caso, las jornadas laborales eran extensas y los sueldos irrisorios.
Una de las víctimas declaró que debía pasear a las vacas para pastorear de lunes a lunes de 8 a 17.30 por 3.000 pesos y que debía aportar una parte de ese monto para los gastos de las casas y la contribución del templo. A los trabajos en relación de dependencia y los que realizaban en el templo no los consideraban “servicios”. Por eso, luego de las jornadas laborales, los fieles se debían dedicar al mantenimiento del templo.
Según quedó demostrado durante el proceso judicial, el líder logró disponer de las víctimas en todos los aspectos de su vida, desde la utilización de su tiempo, el control laboral, económico, social, alimenticio, sentimental y sexual.