Ramos Mejía: la olla popular que alimenta el estómago y el corazón
Todos los lunes, un grupo de mujeres ayuda a personas en situación de calle en la intersección de Avenida de Mayo y Rivadavia, con una “olla" que sirve más que comida.
En un punto clave de Ramos Mejía, un grupo de mujeres se reúne todos los lunes a las 20 horas sin importar el frío o la seguridad. El motivo nació, tiempo atrás, con la simple idea de llevar un plato de comida caliente a la gente en situación de calle. Sin embargo, la premisa se expandió cada vez más, con el acto de una olla popular como algo más que un alimento.
Gabriela Farias, integrante de este proyecto, cree también en la posibilidad de alimentar la educación y el bienestar para formar parte de la sociedad. Es así como, con su pequeña iniciativa, logra brindar todas las semanas en la intersección de Avenida de Mayo y Rivadavia (en el conocido triángulo de Ramos Mejía) compañía a las personas que lo necesitan, con cosas dulces, libros y hasta cambios de look.
“Esto es un acto que sale de nosotras, desde el corazón. Nos ayudan los amigos, la gente que nos conoce y que sabe que hacemos esto desde hace rato. De ahí sale nuestros sustento para los alimentos y la olla. Además, se les lleva algo caliente, como té o mate cocido”, comenzó el relato Farias, a El1.
El grupo se conforma con la ayuda de su padre, que se ocupa de la olla popular, y de otras mujeres que se dedican a lo dulce, para complementar la cena. Daniela va cada dos semanas a realizar cortes de pelo y emprolijar a las personas que no tienen la posibilidad de costear uno, y lo hace “con mucho cariño”.
La lectura, clave para alimentar la mente
Pero la actividad más reciente y novedosa es la impulsada por Virginia Vasches, bibliotecaria y docente que, junto a su equipo, compone la “bibliobolsa”: el primer lunes de cada mes, las mujeres llevan los libros y se realizan intercambios “como si fuera una biblioteca”. Entonces, se prestan los libros y, al mes siguiente, la persona lo devuelve, y se lleva otros.
“Es increíble cómo empiezan a surgir frases, o autores de su niñez. ‘Me acuerdo que leía a Cortázar’, ‘Mi mamá leía a Borges…’, son frases que comenzaron a florecer gracias a las chicas de la biblio, que incentivan esto. Estoy contenta de que llegue la lectura a todos los lugares. Que llegue a la calle, me parece fantástico”, compartió Gabriela, emocionada.
Aunque, por el momento, el grupo no recibe ropa, debido a las condiciones en las que se desarrolla la actividad, sí son bien recibidos los elementos pequeños y de fácil transporte, como medias, guantes, gorros y elementos de higiene personal. Para más información, es posible contactarse a través del 11-2639-0761 (Gabriela Farias).