César Aira y la infancia pueblerina

El autor publicó “En El Pensamiento” a principios de junio. Un niño cuenta la vida familiar en un pueblo perdido de la Pampa y los últimos momentos antes de mudarse a la ciudad de Coronel Pringles.

César Aira debe ser el escritor más prolífico en la publicación de libros. “Mis novelitas”, dice con modestia. Los admiradores le han perdido la cuenta porque reparte sus textos entre sellos editoriales globales y editoriales locales tipo “boutique”. Ya superó los cien y hasta hay un especialista en contarlos.

En esta ocasión, los fanáticos de Aira se sorprendieron al ver en los anaqueles de las librerías a principios de junio “En El Pensamiento”, la última, se supone, obra del creador que vive desde hace años en el barrio porteño de Flores y que les esquiva a los reportajes y a las presentaciones formales.

Aira siempre busca la vuelta para sorprender al lector, nada es lineal, y de pronto uno puede preguntarse cómo se llegó hasta acá, si la historia había empezado en otro lado y nada dejaba sospechar que el cambio de ruta sería tan especial.

Un niño en un pueblo

En esta ocasión, Aira le da protagonismo a un niño que vive en una casa importante en un pueblo perdido de la pampa bonaerense: El Pensamiento. Es un lugar de verdad, de pocas casas, y alberga a cuatro personas en la actualidad, según pudo chequear este cronista. Claro que supo tener tiempos mejores aupado al paso del ferrocarril y la explotación agropecuaria.

Será en ese entorno que Aira cuenta de un niño que mira cómo los mayores preparan una mudanza que los sacará del ambiente bucólico para pasar a cierta vertiginosidad de la ciudad de Coronel Pringles, a 30 kilómetros apenas.

El padre es dueño de una fortuna considerable que crece a golpe de compra de hectáreas y comercios. Así se determina el cambio de vida y las dudas sobre ese futuro en ciernes. Además, aparecerá un preceptor para darle clases en la casa, como sucedía en las clases altas de la sociedad del siglo pasado, y algo pasará con una locomotora.

Es un texto evocativo, cargado de recuerdos por el tiempo que ya se fue. Demás está decir que Coronel Pringles fue donde nació Aira y, tal como se comenta en la gacetilla de prensa, el nombre de ese poblado fue el título del único libro que escribió su madre. Entonces confluyen recuerdos y la imaginación intacta del creador de “Emma, la cautiva”.

Es necesario leer a Aira por su ingenio y su prosa llana que de repente empieza a abrir caminos que vaya a saber a dónde terminarán. Sin embargo, no hay riesgo de perderse porque Aira sabe cuál es la salida de ese laberinto.   Alguien lo describió como “un especialista del realismo disparatado”. Y tiene razón.

César Aira.