Las Renatas: un refugio en el Oeste para los olvidados
Este es un refugio para multiespecies que se especializa en animales discapacitados, pero que también ayuda a todos los que son abandonados en sus puertas.
Los olvidados, los marginados, los mutilados y despreciados…esos serían adjetivos que podrían describir a algunos de los “renatos” cuando llegaron a este refugio. Sin embargo, todo cambió porque un grupo de personas- que se dedican en cuerpo y alma a ellos- no solo les sanaron las heridas sino también el corazón. En el Día del animal, El1 visitó este espacio para conocer cómo es la vida en el refugio.
Las Renatas es un refugio multiespecies. Por ese motivo, además de perros y gatos hay caballos, cabras, ovejas, toros, tortugas, conejos y gallitos de riña. También, en algún momento llegó un loro. En la actualidad hay alrededor de 200 animales.
La historia de este refugio se remonta a once años atrás, en ese momento, Gissell Ferrero, fundadora de Las Renatas tuvo la loca y hermosa idea de albergar animales necesitados. “Todo empezó en mi casa; después externamos el refugio y alquilamos un lugar en Villa Madero, pero no nos renovaron el alquiler”, relató en diálogo con El1. “Ahora, finalmente estamos acá, en Virrey del Pino pero fue un largo recorrido”, sumó.
“Nos donaron una casa quinta en Escobar y nos mudamos, pero nos clausuraron”, relató. Desde ese momento comenzaron a juntar fondos y una voluntaria dio con el lugar en que se encuentran actualmente. “Compramos el predio del fondo con la ayuda de una madrina; ahora tenemos dos terrenos y estamos todo el tiempo en obra, porque nos dejan muchos animales y no damos abasto”, explicó.
Este refugio se dedica a la discapacidad, animales maltratados y de allanamientos, sin embargo también están los abandonados: “Por ahí estaban enfermos, pero se recuperaron y hoy están completamente sanos, pero nosotros no estábamos preparados para ellos, teníamos una estructura preparada para la discapacidad”.
El problema de la lluvia
“El terreno está muy bajo y hay que levantar en algunas zonas más de 50 centímetros, pero para este predio se necesitan más de 660 camiones de relleno”, indicó Ferrero. “Ahora, lo que estamos intentando hacer son los pasillos de acceso y elevar los pisos a los sectores que cada vez que hay tormenta tienen problemas; durante la última lluvia fuerte el refugio se inundó”, dijo.
Toda la ayuda que se pueda brindar es bien recibida por el refugio en el que trabajan seis personas junto a algunos voluntarios y se sostiene con las donaciones de la gente. Sin embargo, los gastos siempre son mayores: “No llegamos a cubrir lo básico, lo que hace, que siempre estemos en deuda. Tenemos una cuenta corriente con todos los proveedores pero siempre estamos en rojo”.
Las adopciones
Siendo en su mayoría animales con algún tipo de inconvenientes de salud, hay una muy baja tasa de adopción: “Fomentamos una tenencia responsable, pero hay familias que consideran que está bien tener un animal atado, cosa que nosotros no compartimos bajo ningún concepto”. “Muchas veces nos piden animales, pero los quieren para seguridad o para cuidar un terreno y no es lo que nosotros queremos para ellos. Creemos que para que se vayan en una adopción tienen que estar mejor que acá; si no, se van”.
Un refugio multiespecies
Ante estas circunstancias, hay que adecuar cada ambiente a las necesidades de cada especie. “Cada sector está adaptado para que ellos estén cómodos. Estamos a campo abierto, es distinto el contexto de una casa; hay aguiluchos, fauna autóctona que pueden llegar a lastimarlos entonces se cerró todo con rejitas para evitar que otros animales ingresen y les hagan daño”, comentó la fundadora.
“Los gallitos de riña no podrían tener un gallinero tradicional porque si están todos juntos se matarían”, señaló. Dentro de todo se trata de agruparlos de acuerdo a cómo se llevan, el mismo nivel de energía; se tienen en cuenta todos los factores.
Así, pasan sus días en el refugio, Azul, Roger, Tilín, Merengue, Munay y todos los Renatos que esperan con ansias que la gente se acerque a conocerlos y los adopte.
Va cayendo la tarde, el torito Bartolo mira con impaciencia porque sabe que ya es la hora de cenar y de que se termine esta visita. Viendo todo ese trabajo completamente desinteresado, no es tan descabellado pensar que el escritor Anatole France no se equivocó al decir: hasta que hayas amado a un animal, una parte de tu alma permanecerá dormida.