Barbie, la perfección como ideal

El psicólogo Giancarlo Quadrizzi habló en Radio Universidad sobre cómo afecta el fenómeno de la muñeca en los modelos aspiracionales del adulto.

Por Giancarlo Quadrizzi*.

La perfección como ideal humano resulta complicado. Karl Jaspers, que hablaba de la existencia de los humanos, decía que la existencia nos pone en un lugar en el que no somos perfectos, es decir, no estamos completamente realizados hasta el momento en que fallecemos: una vez que se terminó nuestra vida, estamos perfectamente realizados. El problema es que deja de ser nuestra vida.

A pesar de los estereotipos que se pueden presentar con un fenómeno como lo es Barbie, para la humanidad no existe la perfección humana. Pero podemos subir la apuesta y decir que la única forma de existir es en el plástico. En realidad, la perfección no existe porque el ser humano está siempre en un proceso de realización y las Barbies también son jóvenes.

La única forma de pensar en cierta perfección es tomar algunas partes que a alguien le parezcan buenas, generalizándolas y congelándolas: nada menos parecido a la diversidad de la vida humana. Ahora, cuando esto está multiplicado por muchas fábricas, películas y tecnologías, nos encontramos con un efecto que es muy nocivo para la sociedad.

¿Cuántas personas pueden verse, aunque sea aspiracionalmente, reflejadas en que cuando sean adultas serán parecidas a Barbie? Por eso, en la lucha por las hegemonías se debe tener cuidado, porque no se trata de invertir la torta y cambiar a quienes dominaban por un modelo en que las que dominen sean mujeres blancas de clase alta, jóvenes, con pareja, etcétera.

Lo que se rompe es este espejismo, que se mira desde un espejo en que la imagen del otro es constitutiva, es decir que nos hemos construido en semejantes que son muy poco semejantes a nosotros y que han roto la capacidad de percibirnos a nosotros mismos. Y esto tiene efectos nocivos muy importantes.

Confío en que los movimientos emancipatorios, no solo el feminismo, empiecen a transformar esto. Sueño con que mis futuras nietas puedan jugar con muñecas diversas y que no necesiten verse en el espejo de la Barbie para ser quienes son, las ídolas e ídolos que aparecen de vez en cuando. Cada uno de nosotros es uno en un millón, el tema es encontrarnos.

*Psicólogo (MP 81.769).