Alejo García Pintos: “El camino del artista tiene que ver con lo colectivo”
El actor interpreta a uno de los jueces del tribunal en el aclamado filme “Argentina, 1985”. Desde Los Ángeles, habló sobre la gran respuesta nacional e internacional respecto a la película y acerca de su presencia en los Premios Oscar. El recuerdo de “La noche de los lápices” y las conexiones con el largometraje de Mitre.
En 1986, Alejo García Pintos protagonizó la recordada película de Héctor Olivera La noche de los lápices, donde interpretó al joven Pablo Díaz, quien, en el comienzo de la última dictadura, tras sus reclamos por el boleto estudiantil, fue secuestrado, torturado y, años después, liberado.
En 2022, integró otro aclamado filme, Argentina, 1985, de Santiago Mitre, que representó un nuevo hito en la historia del cine nacional. En este largometraje, que convocó a más de 15.000 espectadores en el Teatro Universidad y ahora puede verse en Prime Video, Alejo encarnó a uno de los miembros del tribunal del significativo Juicio a las Juntas Militares.
- El filme ha recibido diversos reconocimientos: de la industria, de la crítica especializada y del público. ¿Cómo te impacta cada uno?
- Esos tres pilares convierten a la película en un 'tanque'. No lo digo porque sea de superhéroes ni de naves espaciales, que ya arrasan un año antes de estrenarse, sino que sucedió de manera inesperada, al conjugarse los tres elementos. Eso es lo mejor que le puede pasar y lo que más nos enorgullece, porque es apoyada realmente por todos los sectores: los que la hacen, los que la juzgan, y los que la consumen. Así que estoy muy feliz con la aceptación que tiene.
- Desde su estreno, se transformó en un fenómeno cinematográfico y social, ¿lo dimensionaste?
- ¡La verdad es que sí! Ya cuando estábamos filmando sabía que la película iba a tener un impacto muy fuerte en la sociedad, que volvería a instalar en la agenda el tema de los derechos humanos vulnerados durante la última dictadura. Después, el público la acompañó multitudinariamente en el cine y en la plataforma, lo cual trajo aparejado un montón de conversaciones y de proyecciones en diferentes lugares. La prueba más contundente la tuve el día del estreno comercial en Argentina, el 29 de septiembre, cuando junto a Victoria Alonso -una de las productoras- organizamos una función cerrada, a la que vinieron representantes de los organismos de derechos humanos en Argentina (como Estela de Carlotto y Taty Almeida), nietos e hijos (de desaparecidos), y llenaron la sala. El silencio, el respeto, el aplauso y la emoción final de parte ellos hacia la película fue la respuesta más cabal de lo que habíamos hecho.
- Dentro del relato, uno de los testimonios en el juicio es el de Pablo Díaz, a quien vos interpretaste décadas atrás en la cinta de Olivera. ¿Qué emociones sentiste en ese momento?
- Nació como un guiño en el guion de Mariano Llinás y Santiago Mitre. Yo sabía que iba a haber una escena en la que le tomábamos declaración a Díaz y la cámara me iba a enfocar en cierto momento. Ese día pensábamos que iba a ser una jornada un poquito más distendida, pero, de pronto, nos pegó de manera muy concreta. Fue muy fuerte y conmovedor para todos. Las cosas no son casuales en la vida, filmamos esa escena con el 'nuevo' Pablo Díaz (Fernando Contigiani García) el 3 de septiembre de 2021, y exactamente 35 años antes se estrenó La noche de los lápices en cines. Entonces, para mí, era una fecha impactante. Hoy, al terminar de ver Argentina, 1985 en la plataforma, el algoritmo sugiere La noche de los lápices, que está ahí mismo, por lo que muchos la ven nuevamente o por primera vez. Además, Pablo -con quien me sigo viendo y tengo un vínculo estrecho- me contó que está por viajar a varios países en los que le van a entregar una distinción, y eso me enorgullece mucho. Formo parte de dos películas muy importantes para la historia del cine, desde lo social y lo artístico.
- Si bien hiciste el filme de Olivera ya en democracia, esta aun era frágil. De hecho, es el período histórico que retrata el largometraje de Mitre, ¿cómo fue el rodaje de La noche de los lápices?
- Lo viví exactamente como se ve en Argentina, 1985, con total realismo. La escena en que Moreno Ocampo (Peter Lanzani) sale del evento en que está con su tío militar y lo sigue un auto a paso de hombre, me pasó a mí en 1986. Después de haber comido en un restaurant, mientras caminaba por una calle de Buenos Aires, se me puso un auto al lado y tres de los cuatro que estaban adentro se bajaron y me pegaron, para que sepa que estaban ahí. La democracia era aun endeble, incipiente, con los represores sueltos, porque nosotros filmamos nueve meses después del juicio, solo la cúpula militar inicial estaba presa. En ese momento uno podía estar arriba de un colectivo, en una cancha de fútbol, un teatro o donde sea, al lado de un represor, de alguien que había torturado, de un matrimonio que había robado un bebe, o de un piloto que había tirado un cuerpo al Río de La Plata. Tal vez suena un poco exagerado, ya que nos parece muy lejano, pero pasaron 40 años nomás, que para la historia de una Nación es ayer.
- Casi cuatro décadas después, llegó Argentina, 1985... ¿qué importancia considerás que tiene su realización y estreno en el actual contexto?
- Es importante porque estamos en un momento del país en que el negacionismo ha cobrado una fuerza muy grande, hay generaciones jóvenes que no tienen idea de lo que pasó porque en su casa no se habla sobre el tema, hay chicos que creen que su elemento revolucionario es poner una foto de Videla o de un Falcon verde en su cuenta de Instagram, o hay dirigentes políticos de alto rango -incluso candidatos a presidente/a- que niegan los 30.000 desaparecidos. Me parece que Argentina, 1985 vino, de alguna manera, a poner sobre la mesa el tema de 'Ojo que sí fueron 30.000, acá hubo terrorismo de Estado', porque está también de moda la 'Teoría de los dos demonios', de '¿Por qué no filmaron cuando mataron a tal persona?' Hay un montón de gente que no tuvo posibilidad de defenderse, mientras que los militares sí tuvieron la opción de hacerlo, tuvieron un juicio. Las nuevas generaciones tienen que saber que esto ocurrió de verdad, que hay personas de alrededor de 40 años que tal vez no saben que son hijos de desaparecidos. Si hay alguien que duda sobre su identidad, que sabe que es adoptado, pero no les han dicho mucho de eso, puede preguntarse, acercarse a Abuelas de Plaza de Mayo y consultar.
- ¿Cuál creés que es la misión individual y colectiva del artista?
- El camino del artista siempre tiene que ver con lo colectivo, porque forma grupos y trabaja para los demás. En mi caso, considero que, ante todo, está lo colectivo, y gracias a eso puede haber algo vinculado con lo individual. Somos seres humanos con un ego tal vez un poco más a flor de piel que en otras profesiones, aunque todos lo tenemos ahí, quizás nosotros lo expresamos un poquito más. De alguna manera, si no hay público del otro lado, si no tenés un compañero de elenco, un director o un dramaturgo, no hay hecho artístico. Así que estoy absolutamente convencido de que el hecho artístico es grupal, para el otro, y con el otro. A veces sale bien, otras no, eso ya tiene que ver con la subjetividad que se da en el arte. No creo que haya malas o buenas películas, u obras, en realidad me gusta o no me gusta, tiene que pasar por ahí. Mi opinión sobre algo que tiene que ver con el arte siempre va a terminar siendo interpelada por otro, y ese es el famoso ida y vuelta con el que uno convive todo el tiempo como artista.
Un vínculo entrañable
En el set de Argentina, 1985, Alejo se reencontró con “Peter” Lanzani y fue un hecho que resultó emotivo, para ellos y para sus seguidores. Es que el actor que interpretó a Moreno Ocampo dio sus primeros pasos artísticos en las telenovelas Chiquititas (2006) y Casi Ángeles (2007), donde compartió elenco con García Pintos; de hecho, en la última ficción juvenil fueron padre e hijo.
“¡Es una relación muy linda! Y esta es una especie de vuelta de la vida. Peter siempre fue muy generoso y abierto a aprender y a escuchar la voz de los actores 'más grandes'. De pronto, 15 años después, nos encontramos también en Los Ángeles, en los Premios Oscar. Es un placer enorme que me doy con mi querido Peter”, valoró.
Una experiencia inolvidable en Los Ángeles
Tras haber recibido galardones como el Globo de Oro y el Premio Goya, el filme de Mitre compitió en la categoría “Mejor película internacional” en la 95° edición de los Oscar. García Pintos estuvo presente en el evento y compartió su vivencia: “Más allá del resultado, que no era el que esperábamos, fue una experiencia asombrosa. Para los que somos gustadores de las ceremonias de entregas de premios, porque en muchos casos vimos esas películas y queremos saber qué opina la meca del cine sobre eso, vivirlo desde adentro es increíble. Estaba en una excelente ubicación del teatro, veía desde cerca a artistas que admiro y, de hecho, con algunos me saqué foto. ¡Toda la previa fue muy emocionante! Sí con un gran dolor por no haber ganado, ya que obviamente todo el que está ahí quiere ganar. Debo reconocer que me puse a llorar un rato, hasta que me recompuse y dije 'Listo… ¡es una competencia!'”, rememoró.
Además de compartir grupo con el filme alemán ganador (Sin novedad en el frente), Argentina, 1985 compitió con el largometraje belga Close, el polaco EO y el irlandés The Quiet Girl. “¡Son películas extraordinarias!”, destacó.
A continuación, señaló: “Sabía que la película que ganó era una candidata muy fuerte, que ya venía con el antecedente de ganar los Premios BAFTA en Europa, que suelen ser un anticipo bastante válido de lo que después sucede en los Oscar. Además, estaba nominada como 'Mejor película' y era muy difícil que le dieran ese premio habiendo otras fuertes en dicho rubro, por lo que, en mi mente, se iba a compensar con el galardón a filme internacional”.
Sin embargo, hubo una esperanza en el actor cuando vio que ingresaron al escenario Antonio Banderas y Salma Hayek para entregar la estatuilla en la categoría de largometraje extranjero. “Hablan español, son de la madre patria, son amigos”, razonó Alejo, y, luego, añadió: “Cuando Salma anunció Argentina, 1985 lo hizo de manera especial, además es muy amiga de Victoria Alonso, ¡para mí era una señal! Pero, evidentemente, no lo fue. Ellos se enteran en el momento de qué rubro entregan. También está bueno que no sea previsible, que te desconcierten, ya que le da suspenso a la ceremonia, y por eso es vista por millones de personas”.