Argentina, la tierra de Diego y Lionel
Messi no necesitaba salir campeón mundial para ingresar al selecto grupo de los mejores jugadores de la historia, pero esta coronación en Qatar le permitió conseguir lo único que le faltaba: besar la Copa del Mundo, como lo hizo Maradona en 1986. Saldada esa deuda, ahora solo queda agradecer que ambos hayan nacido en esta nación.
Por Jorge Fuentes
Claudio Tapia, que hoy goza de una popularidad totalmente impensada hace poco tiempo, podría resumir este artículo modificando levemente esa expresión con la que definió a la Liga Argentina y que se transformó en meme: “No trates de entenderla, disfrutala”. No es la intención de este artículo hablar del poco presentable campeonato de 28 equipos de Primera División, eso ya fue tema de opinión y seguirá siendo un punto para criticar.
Ahora es momento de seguir saboreando la alegría de ser campeones del mundo. Y de terminar con una dicotomía que algunos insisten en fogonear: ¿Diego Maradona o Lionel Messi? Aquí, entonces, es donde debería aparecer el bueno de Chiqui y, con una sonrisa, cerrar el debate: “No trates de compararlos, disfrutalos”.
Un poco de historia
En 2005, en la primera edición de El1, quien esto escribe redactó una nota titulada ¿El nuevo Messi…as del fútbol? en la que se habla de la esplendorosa aparición de un rosarino de 18 años que empezaba a romperla en Barcelona y que acababa de coronarse campeón del mundo con el Sub 20 en Holanda, torneo en el que fue goleador y balón de oro. Y dando dos años de ventaja…
La tentación de utilizar la frase “el nuevo Maradona” era muy grande. Muchos no pudieron evitarlo. Pero los antecedentes invitaban a ser prudentes. Porque hubo unos cuantos “nuevos Maradonas” que no pudieron cargar con semejante mochila. Por eso, en esa nota se sugería no endilgarle ese peso a un chico que recién arrancaba, pero que ya mostraba cosas que no se les había visto a ninguno de los “nuevos Maradonas” anteriores.
Con el paso del tiempo, Lionel Andrés Messi Cuccittini se fue transformando en Maradona. Todos los fines de semana era Maradona. Fue Maradona durante mucho más tiempo que el propio Maradona. Hizo que lo extraordinario se convirtiera en algo habitual. Así, fue rompiendo récords y coleccionando títulos y premios. Y se ganó el mote de “mejor jugador del mundo,” para la inmensa mayoría de los futboleros del planeta, y de “mejor jugador de la historia”, para gran parte de esa inmensa mayoría.
Pero él sentía que le faltaba algo. Todos lo sentíamos. Pensábamos que el fútbol no podía ser tan injusto de dejar a Messi sin levantar una Copa con la camiseta de la Selección argentina. Y esas copas tardaron, pero llegaron. La de América, primero, ante Brasil en el Maracaná, como para que sea más épico. Y la del Mundo después, la más deseada, la más soñada. Y la más justa de la historia.
Los dos a la final
¿Maradona o Messi? ¡Maradona y Messi! Para qué compararlos si ambos llenaron de gloria este suelo que los vio nacer. Tuvieron, sí, diferentes personalidades y debieron transitar distintos caminos. Pero los dos lograron llegar a lo máximo con ese ADN argento que los hizo geniales y que generó que los dos apellidos sean sinónimo de Argentina.
Lionel no necesitaba de esa foto con la Copa para ser el mejor del mundo. Ya lo era hacía un rato largo. Pero ahora es más feliz, por haber logrado eso que siempre quiso. Y Diego, al fin, puede descansar en paz, con Don Diego y con la Tota, sabiendo que la Copa del Mundo está en buenas manos. En las manos del Messi...as del fútbol.