“UUD”: la preocupación de los adultos ante las nuevas prácticas de la juventud
El psicólogo Giancarlo Quadrizzi explicó en Radio Universidad los fenómenos juveniles como el Último Último Día y por qué se instalan con tanta facilidad en la sociedad.
*Por Giancarlo Quadrizzi
El “UUD” o "Último Último Día" es una caravana en que los grupos del último año de los colegios se caracterizan de algún modo, irrumpen en la calle y nos dejan a los adultos entre fascinados por esa energía movilizadora característica de los jóvenes, molestos porque cortan las calles, invaden, ensucian y hacen ruido y un poco perplejos porque toman alcohol y hacen cosas que terminan desmadrándose.
Esto viene atado a la nueva tendencia de festejar Halloween o San Patricio antes que eventos como el Carnaval y tiene que ver con la manera en que los mercados, o la mano invisible, impactan en la vida de las personas y la participación social y política de determinados sectores, en este caso, la juventud.
Los nuevos problemas observables son los que aparecen como novedad y, cuando uno llega a entenderlos un poco, se transforman y vuelven a ser nuevos; no porque hayan surgido en el momento, sino porque están surgiendo y siempre generan la posibilidad de transformar algo. Entonces, cuando se dan situaciones como un UUD, uno piensa: ¿qué es lo que está queriendo cambiarse ahí?
Uno puede ver cómo estos festejos irrumpen en los jóvenes de manera creativa donde hacen sus cantos, tocan el bombo e intervienen sus remeras y generan una identidad juvenil que se escapa de las normas del mundo adulto. Pero también es inevitable notar el alto consumo de alcohol de todos, o casi todos, los que participan de estos eventos y cómo esto está normalizado sin pensar en sus consecuencias.
El problema está en el rol que pueden cumplir los padres o adultos responsables en estos casos. Porque, aunque uno no quiera que un adolescente forme parte de estos cultos, las herramientas que se tienen para evitarlo nos dejan en offside: en un lugar donde el mercado respetara a las personas, existiría una serie de mecanismos que garanticen que, si un joven no es mayor de 18 años, nadie le va a vender alcohol y será advertido si un adulto ve que lo está consumiendo.
El mundo adulto está ante una situación de perplejidad de un fenómeno vinculado con las juventudes que tiene un montón de potenciales interesantes pero que son capturados por lógicas de mercado. La venta de alcohol en el Último Último Día quizás no es tan importante como la idea instalada de que ser adolescente implica consumir alcohol, drogas y tener una serie de prácticas vinculadas a la ropa u otros consumos.
Nosotros, como mayores, no tenemos poder directo de control sobre esto. De hecho, de hacerlo, quedamos fuera porque generamos una reacción contraria. En cambio, podemos indignarnos y cuestionar los procesos de naturalización de manera colectiva para preocuparnos e incidir en las juventudes y niñeces creando espacios donde nadie dependa de las manos crudas del mercado.