Ricardo Darín: “Es difícil encontrar una sociedad que no se haya sentido, en algún momento, avasallada”
El actor protagoniza la elogiada película “Argentina, 1985”, presente en la cartelera del Teatro Universidad. Se refirió a su interpretación de Strassera y a la histórica escena del alegato. El impacto emocional del filme y su reconocimiento mundial.
Desde este jueves, las butacas del Teatro Universidad (Florencio Varela 1.903, San Justo) se convertirán en los asientos de un significativo tribunal. Es que, a través de la proyección de la película Argentina, 1985, los espectadores se trasladarán al pasado y serán partícipes del juicio a la dictadura militar más cruenta de la Historia Argentina. Con atención, intriga y emoción seguirán de cerca el camino del fiscal Julio Strassera, quien es interpretado en la pantalla grande por Ricardo Darín.
En un nuevo hito de su prestigiosa trayectoria cinematográfica, el actor se pone al servicio de un personaje motorizado por el coraje y la búsqueda de justicia, que no se deja intimidar por la considerable influencia militar en el marco de una frágil e incipiente democracia. El destino del país está en sus manos, y un joven equipo jurídico lo acompañará en la escritura de un importante capítulo en la Historia Argentina.
El filme dirigido por Santiago Mitre se proyecta este jueves, viernes, sábado y domingo, a las 18 y a las 20.30, en el flamante auditorio de esta Casa de Altos Estudios. Las entradas pueden adquirirse a través de la página de Ticketek o en la boletería del teatro (lunes a viernes de 11 a 21 y sábados y domingos de 11 a 20).
-¿Cómo viviste el Juicio a las Juntas y, desde esa experiencia, cómo fue interpretar a Strassera?
-Son dos cosas distintas. El juicio lo viví, como creo que la mayor parte de la ciudadanía, en distintas edades. Al principio, con un poco de escepticismo, temor y prudencia, porque sabemos cuál era el contexto, y con el correr de los días y de los meses, viendo que efectivamente iba a ser llevado a cabo, el entusiasmo fue creciendo. Por otro lado, respecto a la interpretación del personaje, no tuvo que ver con haber vivido tangencialmente el juicio en esa época. Tuvo mucho más que ver con el impacto que me produjo, primero, la idea que Santiago Mitre me transmitió para llevar adelante este proyecto, que se multiplicó increíblemente a partir del momento en el que leí la primera versión del guion. Por supuesto después hubo otras, pero, ya cuando sentí la dimensión del 'cuento' que teníamos entre manos, lo viví con mucho entusiasmo.
-¿Cuán emotivo te resultó el proceso de la película?
-A pesar de lo que es un rodaje con sus pausas, siempre trabajamos muy enfocados, contentos y confiados en la película que Santiago tenía en su cabeza y que, episódicamente, nos iba revelando. Por supuesto teniendo como guía el guion, que considero que es un ejemplo, por su claridad y porque se construye a sí mismo. Es decir, tengas, o no, referencia de cómo ocurrieron los hechos en ese momento, estés, o no, al tanto de qué aconteció, la película se encarga de que uno pueda acompañar paso a paso el relato, por eso ocurre lo que ocurre, a nivel emocional, cuando llegamos al final. Antes de vivirlo en nuestro país, lo comprobamos en la presentación de la película en Venecia, donde alrededor del 70% de la composición de la audiencia eran extranjeros. Cuando vimos la contundencia de la devolución, no solo de gente de habla hispana, sino de otros idiomas, creo que eso fogoneó la reacción emocional que tuvimos nosotros, nos dimos cuenta de que esta historia llega a donde quieras. Es muy difícil encontrar una sociedad que no se haya sentido, en algún momento y por el motivo que fuere, avasallada, ninguneada, atropellada, deshilachada, entonces, el espíritu de Argentina, 1985 llega a todos lados.
-Sabiendo el peso histórico que tiene el alegato de Strassera, ¿cómo lo abordaste?
-Me acuerdo que el primer día en el lugar, mientras me estaba maquillando, un asistente de producción me preguntó si ya había visto la sala de audiencias, le respondí que no, y me llevó. Se abrió el portón y la verdad que entrar ahí fue muy fuerte. En cuanto al alegato, con Santiago estuvimos muy codo a codo, todo el tiempo revisando qué nos quedaba afuera. Reconozco que, en un principio, no es que nos asustaba, pero sí teníamos en el radar la duración del discurso. Era lógico imaginar que haríamos lo imposible por ser lo más sintéticos y contundentes posibles, aunque, al mismo tiempo, no queríamos que fuera solo una declaración, necesitábamos que tuviera cierta modulación para llegar a donde queríamos que llegue. Recuerdo que charlábamos en el camino y siempre, hiciéramos la escena que hiciéramos, nos preguntábamos '¿el alegato qué onda?'. Santi estaba muy enfocado en eso y lo fuimos tomando con tranquilidad, prudencia y seriedad. Hicimos una serie de revisiones antes de empezar a filmarlo, incluso durante el rodaje. Quedó maravillosamente realizado y editado.
-Se trata de una secuencia multitudinaria…
-La hicimos durante tres o cuatro días. Hubo momentos en que teníamos la sala de audiencia con alrededor de 400 personas que, como todos sabemos, con las repeticiones y a lo largo de las horas, en algunos casos termina, lógicamente, sintiéndose el fastidio y el cansancio, y eso puede derivar en aburrimiento. Sin embargo, acá nunca hubo una retoma o un plano que las incluyera en donde yo no viera que todos los extras, el equipo técnico y demás áreas, no estuvieran emocionados con el relato. Y eso que ya lo habían escuchado 20 veces, es decir, no era por el factor sorpresa, sino por el trabajo que estábamos haciendo. Después, en la edición, se consiguió una síntesis de ese alegato que me parece muy apropiada. Lo tomé con tranquilidad porque cuando tenés entre manos un texto de semejante vuelo, por no decir solamente contundencia, contás con un respaldo que pocas veces se tiene.
-Más allá del drama del relato, hay varios momentos de humor…
-Sí, como suele ocurrir en la vida. Ante el peso de lo que tenés entre manos y por delante, es una especie de válvula de escape, tantas veces utilizada, incluso inconscientemente. El tema del humor lo han destacado en muchos lugares en los que estuvo el filme. Aunque, más que humor, porque hablar de eso pareciera que son chistes, y no son chistes, hay como una descompresión, que permite que el oxígeno vuelva a ingresar y uno esté preparado para lo que sigue. Me parece que esa modulación es muy beneficiosa. En la primera hora de la película, como se trata de los obstáculos que van enfrentando, del temor que tenía Strassera de encarar este tema y demás, es más entendible, pero me llama la atención que, en la segunda hora, también hay rasgos y episodios donde se produce exactamente el mismo fenómeno, y termina siendo de descompresión. Creo que eso es un gran mérito de la edición, porque no invalida seguir el curso del relato, no es un corte, es casi un aporte en algunos casos.
La contención familiar
Así como en Tribunales Julio Strassera cuenta con la ayuda y el sostén del fiscal Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani) y los demás jóvenes del equipo jurídico, en su hogar, su esposa (Alejandra Flechner) e hijos siguen de cerca sus decisiones y lo apoyan y confrontan ante las diferentes circunstancias. “En un punto, es gracioso algo que el personaje de Norman Briski le dice al mío, en relación a que está a cargo del juicio más importante de la Historia Argentina y resulta que, al tipo, en la casa, tanto su mujer como su hija e hijo lo tienen cortito, no le dejan pasar una. Esa es una de las cosas que hacen que reboce de humanidad el relato”, señaló Darín.
Argentina, 1985: aclamación nacional e internacional
Elogios del público y la crítica, una sostenida ovación de nueve minutos tras su proyección en el Festival de Venecia, la recepción del 'Premio del Público' en San Sebastián, su precandidatura para los Premios Goya y su preselección para los Premios Oscar. Esos son algunos de los logros que el filme dirigido por Santiago Mitre obtuvo a pocas semanas de haber iniciado su recorrido mundial.
Cabe destacar que el popular sitio especializado en cine Variety presentó un listado con aquellos artistas y filmes que podrían llegar a contar con un importante lugar en los “Premios Oscar 2023”. Además de figurar Argentina, 1985 entre los filmes favoritos para alzar el galardón de 'Mejor película internacional', en las predicciones de los nominados para la categoría 'Mejor actor' aparece Ricardo Darín.
Sobre dicho pronóstico, el artista opinó: “Todo lo que sea bueno para la película, será bueno para nosotros, y estaremos en función de eso, por supuesto. Después, es tan largo el camino que, casi como estrategia, es mejor ni mencionarlo (risas) Ojalá tengamos la suerte de que haya consideraciones para la película, porque estamos muy orgullosos de ella”.
Y, a continuación, agregó: “Creo que el valor más elevado, más allá de la humanidad que respira esta historia, es el nivel artístico y técnico que tiene. Cada uno que entra a jugar lo hace muy bien, y realmente es muy sólido el relato. Entonces, las consideraciones individuales bienvenidas sean, pero 'el lado b' de ellas es dejar de lado otros valores tan importantes. En la jerga del cine hay una especie de costumbre de decir que cuando tenés una película con cuatro o cinco escenas muy buenas, estás tranquilo, contento, pero acá podemos contar más de diez, doce, 15, ¡ese es un trabajo de equipo!”.
La repercusión de la película en San Sebastián
Sobre la devolución del filme centrado en el Juicio a las Juntas por parte de los espectadores en el marco del festival de cine español, Darín recordó: “Para ellos fue, en su mayoría, absolutamente imposible eludir la sensación de '¿por qué aquí no?'. Un término que utilizaron mucho en críticas, charlas y ruedas de entrevistas fue 'envidia'. Yo traté, dentro de mis posibilidades, de poner paños fríos a eso, porque entiendo que por una cuestión de números y contextos diferentes son situaciones que no merecen mucha comparación, más allá de lo que espiritualmente significa. Ellos realmente estaban encendidos con ese término y sensación, haciendo tanta falta, sobre todo a la luz de lo que ocurre en el mundo hoy en día, que se han reavivado algunos fuegos en ciertas latitudes y pareciera que, en ese sentido, la humanidad no tiene memoria. Esa contundencia llevó a que lloráramos todos”.